Cartas a un joven novelista – Mario Vargas Llosa
CARTAS A UN JOVEN NOVELISTA
Mario Vargas Llosa. Editorial Planeta, S. A., 1997.
Mario Vargas Llosa, novelista, ensayista y dramaturgo, nacido en el Perú el 28 de marzo de 1936. Ha recibido alrededor de un centenar de premios y distinciones donde destaca el premio Nobel de Literatura en el 2010. El tema de sus obras varía ampliamente desde testimonios personales hasta novelas históricas. Escribió Cartas a un joven novelistaen el año 1997, siendo una de esas obras difíciles de encontrar ya que aparecen escondidas en las listas de sus producciones más difundidas.
Esta obra, aunque escrita bajo el género epistolar, es un trabajo didáctico antes que literario.No por eso menos cautivante. Toda persona amante de las letras —potencial novelista o no— encontrará aquí develados los secretos de un escritor. Los elementos y técnicas que intervienen en la elaboración de una novela son enumerados, valorados y analizados minuciosamente. Sin proponérselo, además, nos revela —a través de sus referencias literarias— quiénes son los autores que lo han impresionado particularmente (Faulkner, Proust, Cervantes, Kafka, Melville, Borges, Virginia Woolf, Alejo Carpentier, Joyce, Juan Rulfo, Cortázar, Onetti, Hemingway,Martorell, etc.). El libro es de un valor inconmensurable. Teniendo tanto que aprender de este, no me siento en capacidad de opinar sobre su contenido. Me limitaré, por tanto, a hacer un resumen de este con la confianza de poder comprenderlo mejor y con la secreta esperanza de que algún lector se anime tal vez a estudiar las cartas completas.
Así empieza: el novelista o la novelista nace con una vocación; es un ser proclive a fantasear, a alejarse del mundo real y a crear mundos alternativos. Sin embargo no hay novelistas precoces, lo cual indica que el escritor también se hace. ¿Qué necesita para ello? Lectura, trabajo y perseverancia.
¿De dónde nacen los temas que se plasman en una novela? De aquello que se impregnó en las propias experiencias de quien las escribe, algo que le habla desde las entrañas. La historia puede que se transforme hasta que esa voz interna pase desapercibida y se le esconda quizá hasta a la misma persona que escribe. Es decir que cuando se escribe con autenticidad, el tema elige al escritor o escritora y no a la inversa. Todo tema es válido porque no es la temática en sí la que decide la suerte de la obra sino la forma en que esta es narrada.
¿Qué requiere una novela para ser un éxito? Autonomía, que haga sentir que tiene vida en sí misma, que no nos haga recordar que la leemos sino que nos engañe al punto de hacernos sentir que la estamos viviendo. La forma es que se escriba determinará si esto se ha logrado o no; es decir el estilo y el orden. El estilo está constituido por las palabras con que se escribe y lo que se va construyendo con ellas; el orden se relaciona con los grandes ejes de una novela. De la manera cómo se armonizan estos elementos resulta la coherencia interna que es la que da el poder de persuasión a una novela.
El estilo se refiere a la coherencia interna y a su carácter de necesidad. La coherencia se precisa con el vocabulario elegido pero también con la extensión de las frases, el ritmo de estas, su rigidez, sus silencios, los signos de puntuación, los énfasis, etcétera. Siempre se requiere de coherencia, aun para describir la incoherencia. El carácter de necesidad indica que la historia requiere de lo dicho y de la manera como se está diciendo para ser narrada; no hay exceso, no hay falta, no hay artificialidad. Si algo se siente forzado o falso, entonces se ha fallado en decir lo necesario. El estilo se crea, se construye como puede verse comparando los primeros libros de escritores famosos con sus obras maestras.
El orden de la novela es su organización. Con el fin de estructurar una narración quien escribe debe enfrentar diversos problemas que pueden dividirse en cuatro grupos: el de la persona que narra; el del espacio; el del tiempo y el del nivel de realidad.
La persona que narra es quien cuenta la historia, se tiende a identificarla equivocadamente con el escritor o escritora cuando en realidad es un personaje inventado. La persona que narra es ya sea un personaje dentro de la obra, un personaje fuera de la obra pero que lo sabe todo (omnisciente) o alguien que mezcla estas perspectivas. El primer tipo narra desde un yo o un nosotros; la segunda desde la tercera persona. El uso del tú puedecorresponder a diferentes tipos de narradores. Muchos novelistas incluyen varios tipos de narradores en una misma obra. Además estos pueden variar incluso dentro de su mismo grupo: algunos pasan desapercibidos, otros opinan, otro le hablan al lector, etc.
El espacio también está determinado por la persona gramatical que se utiliza al narrar. Si es la primera persona, el espacio de quien narra y de lo que se narra se confunden; si es en la segunda persona narrador y narración tienen diferentes espacios. La versatilidad del espacio dependerá entonces de los cambios (o “mudas”) que sufra la persona que narra, los cuales a veces son brevísimos.
El tiempo de una novela está basado en la percepción psicológica. Existen tres posibilidades: se narra en presente (el tiempo de quien narra y de lo narrado coinciden; es decir, la historia sucede a medida que se nos la cuenta); se narra desde el pasado hechos que ocurren en el presente o futuro; o se narra desde el presente o futuro para contar hechos del pasado. Cada uno de ellos admite variantes y mudas así como la coexistencia de diferentes tiempos. Hay novelas que avanzan del futuro al pasado, en otras el tiempo pasa para todos excepto para un personaje, novelas que se las arreglan para no acabar nunca (Rayuela), historias fantásticas que suceden en el futuro o pasado “real”, etcétera. Cuando el tiempo se condensa, la lectura es de máxima concentración y parece más intensa: estamos frente a los “tiempos vivos” o “cráteres” por oposición a los “tiempos muertos”, ambos útiles e importantes.
El nivel de realidad es la relación entre el plano de realidad en que se sitúa el narrador y el plano de realidad en que transcurre lo narrado. Lo planos más antagónicos son el “real” y el fantástico. Así el narrador puede situarse en un plano realista pero relatar algo mágico, mítico o milagroso, por ejemplo. Las variantes que pueden encontrarse son muchas, bastaría que haya dos narradores diferentes para ver los dos planos en la misma obra, uno que cuenta una historia que le contaron pero en la que no cree y otro que asegura ser testigo de esos hechos. Esto se complicaría más si esta última persona sufre de trastornos mentales y al final sabemos que está inventando todos estos sucesos. Por otro lado existe la realidad subjetiva, la de la interioridad humana (emociones, sentimientos, sueños, etc.). Cuando el novelista o la novelista privilegia alguno de estos planos logra enriquecer nuestro intelecto o sensibilidad haciéndonos descubrir dimensiones antes inexistentes.
Como la muda es toda alteración que experimenta cualquiera de estos aspectos, existen mudas espaciales, temporales o de nivel de realidad. A veces son numerosas, a veces escasas; pueden ser súbitas o sutiles. La “caja china” o la “muñeca rusa”, por ejemplo, es una técnica que consiste en construir una historia dentro de otra pero no de forma aislada sino articulada; esto normalmente implica mudas de espacio, tiempo y nivel de realidad.
El “dato escondido” es la supresión de información importante para la novela. No es parte del límite que debe imponerse a toda historia ni tampoco la omisión de un dato inútil; la técnica consiste en omitir algo cuya ausencia sea tan fuerte que el lector tenga que elaborar sus propias hipótesis para explicar ese vacío. Vargas Llosa nos habla, por último, de “los vasos comunicantes” a los cualesdefine como dos o más episodios que ocurren en tiempos, espacios o niveles de realidad distintos pero que están articulados e intercambian vivencias. No se trata simplemente de sumar sus partes sino de fundirlas, de hacerlas una unidad, haciendo que se influyan o modifiquen mutuamente.
Lo estupendo de este libro no es solo que nos presenta todo estos elementos sino que los analiza a través de diferentes ejemplos literarios. La complejidad y la belleza que derivan de esos textos superan todo concepto que yo haya podido resumir en este artículo. Los invito a leerlo.
¿RECOMENDARÍA LEER ESTA OBRA?
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Publicado el marzo 29, 2014 en CRÍTICAS y etiquetado en Cartas a un joven novelista, Crítica, Crítica literaria, Literatura Perú, Marío Vargas Llosa, Reseña, Reseña literaria, Vargas Llosa. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.
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