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La palabra – Pablo Urbanyi
LA PALABRA
Pablo Urbanyi. Editorial Catálogos, 2013.
Pablo Urbanyi nació en Hungría en 1939, país del que emigró a los siete años de edad para radicar en Argentina. En 1977 se vio obligado a vivir en el exilio y así terminó instalándose en Canadá, Ottawa. Ha escrito trece libros en la lengua castellana, algunos traducidos al inglés, francés y al húngaro, entre los cuales se destaca Silver ya que fue finalista del Premio Planeta, Argentina.Obtuvo también el Premio Somos 2004, reconocimiento a la Expresión Literaria, Latin American Achievement Awards entre otras menciones de honor. La palabra es su última obra, presentada públicamente en octubre de 2013 en la UNAM.
Una novela valiente, tenebrosa e inteligente. El doctor Ricardo Ignacio Palmatieri ─protagonista de la obra─ se enfrenta con su probable muerte, episodio crítico de sus días en que hace una revisión honesta y descarnadade su vida. Siendo la muerte un tema tabú en la sociedad occidental de donde se le expulsa de la vida cotidiana ocultándola e ignorándola, debemos otorgar a este escritor un primer reconocimiento por su atrevimiento a confrontarla. El valor del libro se ve duplicado cuando se sospecha que la aparente novela podría ser en parte la autobiografía del autor, y hasta una forma de decirnos adiós. Pablo Urbanyi es un hombre que piensa, que tiene el coraje de escribir sobre los hechos tal cual los ve y los evalúa, que es capaz de compartir sus debilidades, sus frustraciones y sus anhelos perdidos aunque para eso use al doctor Palmatieri y este a su alter ego el Hungarito para expresarse. Una joya de libro si consideramos ─como dice el protagonista─que las palabras nos permiten entrar en el interior de un ser, compartir su intimidad, esa profunda realidad que tan celosamente nos escondemos los seres humanos los unos a los otros. No es una obra para divertir, no es una obra que provee entusiasmo, alegría ni emociones vivificantes, a pesar de que el humor nos ayuda a transitarla. Es una obra para meditar, para reflexionar, para conectar al ser humano con el drama de su existencia, su soledad y su falsedad. Si de emociones se tratara, nos trasmite resquemor, pesadumbre, desconcierto y perplejidad.Hay que estar preparados para leer una novela así.
El doctor Palmatieri es un célebre profesor nacido en Argentina, exiliado a raíz de ciertos acontecimientos políticos ocurridos en dicho país. Se refugia inicialmente en Estados Unidos de donde pasa a residir en Ottawa, Canadá. Allí trabaja como chairman del Departamento de Español de la Universidad de Ottawa. Da la vuelta al mundo dando conferencias sobre lingüística, se le reconoce internacionalmente, y podría considerársele un hombre exitoso. Un día, sin embargo, decide volver a Buenos Aires, cansado de una vida que le parece falsa, ya que siente que anda corriendo detrás de un estatus sin saber si eso es lo que realmente desea para su vida. Una vez en Argentina no solo no obtiene el puesto de investigador que había aceptado con carta certificada sino que es internado en un sanatorio. Desde su cama de enfermo hace un balance de su vida.
Las reflexiones del doctor Palmatieri tienen mucho de sarcasmo, de autocrítica, de búsqueda. Se pregunta dónde están las cosas que perdió, si las tuvo alguna vez, quién es él, de qué le sirvieron tantas palabras. Siente un vacío que lo amenaza, no sabe si vivió, no sabe qué es la vida, no se ubica. Echando mano a la burla y al humor negro despliega una ácida crítica de la sociedad norteamericana en particular (su comida, o más bien su falta de culinaria, su creencia de que los grandes problemas de la vida personal se pueden resolver con cursillos semanales o películas cortas, su predisposición a explicarlo todo con estadísticas, su hipocrecía, su ignorancia, su intolerancia a la diferencia, la califica como un lugar cruel donde los seres humanos no se reconocen ni se escuchan ni saben si existen, donde reina la mentira y el miedo) y de la sociedad capitalista en general (que define a los seres humanos por su afán de comprar, su necesidad de ostentar, de acumular dinero aunque tengan que aplastar a los demás o humillarse para obtenerlo, es decir que los desaparece convirtiéndolos en clientes y consumidores, adorándose a sí mismos a través del dinero). Muy interesante. ¿Y sus bemoles? En más de una oportunidad se refiere a la homosexualidad innecesariamente, con el solo afán de insultar a quienes llama maricones. Reniega de las feministas y no deja bien parada a ninguna mujer. ¡Qué triste imagen de nosotras señor Palmatieri! ¿Le tocó lidiar con la peor parte? ¿No estaba listo usted para la revolución femenina? ¿O realmente no ve usted mujer digna de su respeto? A pesar de todo usted anhelaba encontrar a una mujer, ¿verdad?, tal vez hecha a su medida pero esa esencia le faltaba, el amor de una mujer que lo renovara. Usted no puede esconder el deseo varonil de la ternura. Hermoso.
Si este personaje es provocador, peor lo es el Hungarito. Este dice todo lo que ni el doctor Palmatieri se atreve a expresar. Difícil no ver en el doctor Pamatieri y en el Hungarito al alter ego de Pablo Urbanyi. ¿Dos alter ego? Sí, uno que se parecería mucho a él y otro que llevaría al extremo todas sus osadías, rechazos y temores. O, como dije al comienzo, el Húngaro podría ser el alter ego del doctor Palmatieri, da lo mismo.
Hablemos ahora de la forma. Este libro está escrito con un lenguaje culto, un vocabulario exquisito y altamente apropiado, con pocas imprecisiones de orden gramatical. Técnicamente es interesante porque se desliza en los tiempos de una vida que ocurre en diferentes ambientes ─sin restringirse a la línea temporal que podría exigir esa historia─ cuando al fin y al cabo todo ocurre en el lecho de muerte y los recuerdos del protagonista. Este recorre esos espacios temporales y físicos, yendo y volviendo de ellos como lo dictan sus emociones, sus ansias, sus dudas, sus decepciones y sus dolores. Un enfoque realista. El único peligro de esta aproximación tan natural ─y a mi modo de ver es aquí donde radica la mayor debilidad de esta novela─es que no intenta codificar este proceso para que el público lector lo entienda con cierta facilidad. Esto se percibe desde el primer largo párrafo que escribe el autor ya que allí aparece media docena de personajes, además del protagonista, sin que quede claro dónde está este o por qué, se ubica en el presente al igual que en el pasado, en el mundo externo así como en el interno, hace preguntas incoherentes, etc. ¿Por qué hace esto Pablo Urbanyi? ¿Sacrifica lectores por autenticidad? ¿Le interesa más el monólogo que la comunicación? ¿La complejidad antes que la simplicidad? ¿Es su manera de retar al lector?
Les dejo dos informaciones adicionales que son importantes. La primera, en la novela hay dos personajes que supuestamente van a escribir la biografía del doctor Palmatieri: Enrique, un discípulo argentino, y el Hungarito, un colega y compatriota argentino. La segunda, el título del libro viene del hecho de que el doctor Palmatieri ha coleccionado durante su vida una palabra en miles de idiomas y dialectos, incluyendo lenguas muertas, una palabra que siempre quiso gritar sin atreverse a hacerlo. Ya verá usted cómo este libro responde a ese afán si se anima a leerlo. ¿Se atreverá usted?