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Mario Vagas Llosa – Cinco esquinas

 

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CINCO ESQUINAS 

Mario Vargas Llosa. Alfaguara, 2016.

Mario Vargas Llosa, novelista, ensayista y dramaturgo nacido en Perú el 28 de marzo de 1936. Ha recibido alrededor de un centenar de premios y distinciones literarias destacando el Premio Cervantes, el Príncipe de Asturias y el Nobel de Literatura. Su libro Cinco esquinas ha sido publicado a la edad de ochenta  años, en el 2016.

Atreverse a decir que una obra literaria de Mario Vargas Llosa carece de arte sería cometer un agravio contra el autor de una de las expresiones más completas de la literatura latinoamericana si no la más completa. Además, sería probablemente imposible o injusto porque no hay obra mal escrita de este escritor que no en vano ha sido laureado con el Premio Nobel de Literatura en el 2010. Lo máximo que podría decirse en ese sentido es que algunas de sus novelas no alcanzan la genialidad de sus mejores obras o que es «tan solo» un buen libro. Y eso es lo que podemos afirmar de Cinco esquinas, que es un buen libro, escrito con propiedad entre otras cualidades. Que al leerlo nuestras expectativas fueran más altas es producto de lo que sabemos que Vargas Llosa puede hacer con las letras, ¿pero no tiene derecho este erudito de la escritura a producir obras «menores»?

La temática de Cinco esquinas va desde lo erótico hasta lo político, pasando por el escándalo social que arma un individuo de la clase alta peruana y el rol que puede jugar la prensa en la vida política de un país. Cualquiera de estos cuatro temas daría suficiente material para escribir una novela, pero Vargas Llosa no explotará ninguno de ellos exclusivamente sino todos al mismo tiempo, aunque dando quizá preponderancia a los temas personales antes que a los de interés socio-político.

¿Cuál es el objetivo central de la obra? ¿Denunciar los inmorales manejos de Montesinos y Fujimori cuando detentaban el poder, resaltar la influencia que puede tener el periodismo en la opinión pública o su repercusión en la vida privada de los ciudadanos o en las decisiones políticas nacionales o simplemente recurrir a lo concupiscente o a lo pecaminoso para entretener o capturar al lector? ¿O todos estos propósitos juntos?

Siguiendo la misma línea argumental, no es posible tampoco precisar quién es el protagonista o la protagonista de la obra. ¿Marisa, cuyas aventuras sexuales ocupan tantas páginas de este libro? ¿Enrique Cárdenas, su esposo, quien en algún momento participa en estas aventuras y quien previamente se ve envuelto en un escándalo que remece a toda la sociedad peruana? ¿Rolando Garro, director de Destapes, o Julieta Leguizamón, la Retaquita, su reportera estrella? ¿O Fujimori y Montesinos quienes directa o indirectamente dan pie o marco a las tramas mencionadas?

El autor ha confesado que, contrariamente a sus costumbres, escribió este libro sin haberle dado previamente un título y que esto derivó en dificultades para determinar el hilo conductor de la narración el cual le parecía huidizo. Esto se siente al finalizar el libro.

Esta novela pudo haber servido de evidencia penetrante de los oscuros manejos políticos en el Perú gobernado por Fujimori, pero qué lejos esta Cinco esquinas de esa aspiración, qué distante de ese gran libro que es La Fiesta del Chivo, en el que se retrata la dictadura de Rafael Trujillo en República Dominicana, qué alejado de proporcionar al lector resultados de una investigación histórica. Obviamente el autor no se lo propuso así.

Vargas Llosa ha afirmado más de una vez que en literatura todo cuenta: el contenido, los personajes, la ortografía, la sintaxis, la elección de las palabras, la puntuación, la técnica literaria, etc. Todo. Consciente de esto, el autor ha cuidado extremadamente estos detalles en cada uno de sus libros. Por eso llama la atención observar algo extraño en esta obra: terminología imprecisa y frases repetidas, no idénticas pero extremadamente similares y no muy distantes unas de otras. Cabe la posibilidad de que las haya escrito con alguna intención que no hemos alcanzado a detectar, pero nos asalta la duda. ¿No estaremos presenciando una nueva etapa de su vida de escritor? La de querer crear, pero sin hacer mayores esfuerzos para hacer su creación un arte edificante. El héroe discreto, escrita en 2013, ya había dejado esa sensación por lo medio banal del tema tratado. Tendremos que leer El sueño del celta, escrita en 2010, para desmentir estas sospechas (se ha dicho que esta obra reúne las mejores virtudes del escritor). Si así fuera, con Cinco esquinas el autor solo estaría tomándose un recreo profesional.

A nivel técnico tampoco ofrece sorpresas. Intercala episodios en cada apartado, a lo cual ya nos tiene acostumbrados, y muestra polifonía de voces casi al final del libro, en el capítulo XX, como quien hace un esfuerzo por no despedirse de esta novela sin hacerle un mejor regalo al lector. Nada más. Y nada menos, hay que enfatizar también. Porque maneja un vocabulario valioso y una gramática excelente, consigue la cohesión de historias paralelas y es capaz de despertar el  interés del lector de manera insuperable haciéndole sentir que está viviendo lo narrado. Empezar el libro es un camino a continuarlo y terminarlo inevitablemente y sin pausa.

Nadie podría adivinar que detrás de esa energía y capacidad de transmitir su sabiduría literaria hay un hombre ya octogenario, quien además no da tregua a su trabajo. Vargas Llosa continúa hablando de sus proyectos profesionales futuros sin hacer la menor alusión al final de sus días, ni en sus escritos ni en su vida privada. Que así sea y que vuelva a sorprendernos despertando otra vez esa gran admiración que sentimos por él.

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CONVERSACIÓN EN LA CATEDRAL

CONVERSACIÓN EN LA CATEDRAL

Mario Vargas Llosa. Seix Barral, 1969.

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Mario Vargas Llosa, novelista, ensayista y dramaturgo nacido en Perú el 28 de marzo de 1936. Ha recibido alrededor de un centenar de premios y distinciones de literatura destacando entre ellos el Premio Cervantes, el Príncipe de Asturias y el Nobel de Literatura 2010. Terminó Conversación en La Catedral a la edad de treinta y tres años, después de tres años de arduo trabajo.

Zavalita y Ambrosio conversan en La Catedral, un bar pobre ubicado en Lima. Esta simple oración podría ser el resumen de Conversación en La Catedral, una obra monumental donde en efecto todas las historias se cuentan en ese único espacio y provienen de esa conversación o aluden a ella. Y sin embargo es tanto más. A lo largo de la novela aparecerán una media docena de personajes principales y al menos una treintena de personajes secundarios. Se dice que Vargas Llosa escribió en la primera versión de este libro unas mil quinientas páginas que al final quedaron reducidas a menos de mitad.

No reseñaré la historia de la novela porque adivino que es lo que menos hubiera querido el autor ya que él mismo nos cuenta las cosas dosificadamente. El escritor invita al lector a armar la historia a medida que la lee. Nada es explícito, claro o lineal.  La novela nos va ofreciendo información o pistas de esta y dependerá de nosotros darle la forma final y una total solidez a medida que la leamos.

No detallaré el argumento, pero mencionaré al menos los temas de los que trata, que los hay muchos y todos de interés. De hecho esta novela podría ser analizada desde varios puntos de vista. Primero, desde la visión histórica ya que la novela no solo se ambienta en el Ochenio en que gobernó Manuel A. Odría en el Perú (1948-1956) sino que recrea momentos históricos de la época, hace referencia a personalidades que existieron entonces (aunque disfrazadas con otros nombres) y nos muestra las repercusiones que esa dictadura tuvo en ciertos sectores de la sociedad peruana. Podría apreciársele también desde la óptica política ya que se adentra en los tejes y manejes del poder develando la corrupción que este conlleva, así como ─desde otro extremo─ la lucha política de los movimientos estudiantiles de izquierda. Es también de un valor inconmensurable desde el punto de vista sociológico porque subraya los problemas de racismo, perfila la personalidad de representantes de diferentes estratos sociales y la interacción que se da entre miembros de distintas clases, así como también se refiere a la prostitución, la homosexualidad, la vida en el interior de un medio periodístico, etc. Psicológicamente se introduce en el desolado pesimismo o fracaso de los seres humanos, no ajeno al desmoronamiento moral de un país. Finalmente, de alguna manera nos acerca a la vida del autor quien parece tener en Santiago Zavalita a su alter ego (ambos estudiaron en la Universidad de San Marcos, militaron en filas comunistas clandestinas, trabajaron como periodistas desde muy jóvenes, manejaron relaciones difíciles con sus padres, ambos tuvieron que rescatar a su mascota de la perrera y de ahí entraron a beber algo en el bar La Catedral) así que podría decirse que aun sin ser una obra autobiográfica hace referencia a la vida de Mario Vargas Llosa.

La magnificencia de la obra, sin embargo, no radica solo en esta vasta temática y la manera como estos temas se entrelazan entre sí sino en el cómo lo hacen si lo analizamos desde el punto de vista literario. Y no me refiero a la exquisitez y precisión de su vocabulario sino a lo que, a mi parecer, viene a constituir la parte más valiosa de la obra: el estilo de escritura, la extraordinaria técnica de escritura a la cual dedicaré los siguientes párrafos. Para evitar teorizar sobre el asunto, haré uso de algunos ejemplos que ilustrarán mis apreciaciones.

«Zavalita, te sientas y esa hinchazón en Cuatro semanas sin ver a la mamá, a la Teté. Quién iba a decir que Popeye se recibiría de arquitecto, Zavalita, quién que acabarías escribiendo editoriales contra los perros de Lima. Piensa: dentro de poco seré barrigón». La primera frase incompleta la dice el narrador omnisciente, interrumpido por el personaje principal que piensa sin que nadie indique esto (no hay comillas, nada que lo muestre) y luego se habla a sí mismo, para enseguida pensar nuevamente, esta vez sí mostrándoselo al lector, pero no a través de los indicadores acordados sino a través de la manera que el autor inventa: escribiendo la palabra Piensa: para después agregar lo pensado.

«[…] ahí está Ana, qué te pasa, viene con los ojos hinchados y llorosos, despeinada: se lo habían llevado al Batuque, amor». La primera frase la dice el narrador, la pregunta la hace Zavalita a su mujer (pero esto no se indica con comillas o guiones largos o rayas que muestren diálogo como corresponde), vuelve a hablar el narrador y termina constestando Ana, pero no directamente como cuando su esposo le hizo una pregunta sino a través del narrador, como si este contara indirectamente lo que ella dijo.

«¿Y la niña Teté?», pregunta Ambrosio. «Se casó con ese muchacho que iba a la casa ─dice Santiago─. Popeye Arévalo. El pecoso Arévalo» ¿Qué tiene de particular este diálogo? Así como lo presento, nada. Pero sí es especial. ¿Por qué? Porque la pregunta se hace en la página 17 y la respuesta se da en la 29. Y esta aparece entre una conversación de los padres de Santiago y una intervención del pecoso Arévalo. ¿Qué signifca esto a nivel estilístico? Que escribe por asociación, que superpone tiempos y diálogos, que no sigue el camino de la lógica formal.

Los tiempos, los personajes, el contenido de los diálogos se entreveran y alteran a través de toda la novela. En la página 24, por ejemplo, leeremos el final de este libro sin saberlo. En otros momentos de la narración se intercalarán dos y hasta tres diálogos que ocurren en diferentes épocas, en distintos lugares y entre personajes diversos. Ilustraré esto con un ejemplo (solo la primera intervención se corresponde con la última, las otras dos pertenecen a otros diálogos):

«─Niño, niño ─dice Ambrosio─. Cómo va a decir eso de él, niño.

─Cómo conoces la psicología del cholo, senador ─dijo el senador Landa.

─Ya ves que no está truqueando─dijo Ludovico─. Suéltalo ya

─Pero ya no lo odio, ahora que está muerto ya no─dice Santiago […]»

Este juego de voces no hace más que potenciar la realidad haciendo que el lector se pasee en varios lugares y «toque» a varios personajes en apenas segundos mientras va construyendo la historia de una manera muy compleja. Si tuviéramos que decir algo en contra de esta novela sería justamente que esa complejidad impide saber con claridad lo que está pasando, dónde y quiénes son los personajes que actúan, particularmente en la primera parte de la novela. Sin embargo, el reto intelectual que esto despierta, la sensación de estar construyendo la novela junto con el escritor y de vivirla con tanto realismo lo compensa todo.

Casi cincuenta años después de la publicación de este libro, pocos escritores podrían decir que han aportado tanto a la originalidad  de la literatura latinoamericana. Más aún, Conversación en La Catedral es una obra de arte que enaltece la literatura  mundial.

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El héroe discreto – Mario Vargas Llosa

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EL HÉROE DISCRETO

Mario Vargas Llosa. Editorial Alfaguara, 2013.

Mario Vargas Llosa, novelista, ensayista y dramaturgo nacido en Perú el 28 de marzo de 1936. Ha recibido alrededor de un centenar de premios y distinciones, entre ellos el Premio Cervantes, el Príncipe de Asturias y el Nobel de Literatura 2010. El héroe discreto es la última obra del autor, publicada en septiembre de 2013.

Cuando la técnica narrativa alcanza el nivel de la perfección, el contenido de lo que se narra pareciera pasar a segundo plano. Aparentemente eso es lo que ocurre con El héroe discreto. Vargas Llosa es el orfebre, el pintor, el escultor de la palabra, del diálogo, de los tiempos, de los espacios, de los personajes, del suspenso. Un obrero que ha elevado su técnica tan alto que puede contar cualquier historia, independientemente de su argumento, cautivando a su público. Me veo obligada a subrayar esto porque la temática de esta obra es no solo simple sino melodramática y hasta trillada. Gran decepción para quienes, al tratarse de un literato que ha ganado el Premio Nobel de Literatura, esperan el próximo paso del gigante: una sorpresa estilística, una aproximación a un nuevo género, una reflexión sobre los grandes problemas sociopolíticos del mundo, algo. Y la sorpresa llega pero del otro lado: el autor decide relajarse y entretener a su público con una historia que bien podría ser el guion para una audiencia de telenovelas antes que para el lector que busca enriquecerse culturalmente.

¿Y cuál es ese tema tan truculento al que nos referimos? Dejándonos guiar por el título del libro, tendríamos que decir que esta novela cuenta la historia de un hombre llamado Felícito Yanaqué, cuyos orígenes fueron muy humildes ya que creció en la pobreza, abandonado por su madre y criado exclusivamente por su padre. Este hombre luchó desde su miseria para darle a su hijo un futuro mejor; y lo logró: Felícito era casado, padre de dos varones y dueño de la exitosa Empresa de Transportes Narihualá en la ciudad de Piura. Llevaba una vida normal hasta que un día recibió una carta anónima en la que le solicitaron un cupo de quinientos dólares mensuales bajo amenaza de hacerle daño si no cumplía con el pago requerido; a partir de entonces su vida se convirtió en una permanente preocupación si no en una desgracia. El nombre apelativo de héroe discreto deriva de la forma en que Felícito reaccionó ante este chantaje. Hasta aquí se podría decir que el tema se adentra en el mundo de la delincuencia, con lo cual se estaría abordando un problema social en lugar de un melodrama, pero hay que ver cómo se desenvuelve la historia…

Es necesario añadir, olvidando el título que nos guió antes, que en realidad este libro cuenta dos historias paralelas. La segunda se desarrolla en Lima, teniendo como personajes centrales a Ismael y Rigoberto. Este último es empleado del primero, Ismael Carrera, un octogenario dueño de una aseguradora millonaria y padre de dos hombres sin ninguna virtud empresarial, sus hijos mellizos Miki y Escobita, que no ven la hora de heredarlo. Consciente de esto, el padre decide sabotearles la realización de ese deseo. El cómo logra dificultarles el camino es la prueba de que esta novela descendió a los espacios domésticos más anodinos, ya sea porque Vargas Llosa no quiso exigir más a su imaginación (sus enemigos dicen que no pudo hacerlo) o porque decidió jugar un poco con sus dones.

Dos temas secundarios pero interesantes aparecen en la novela haciendo incursionar al autor en el mundo de lo espiritualmente misterioso. Uno es la aparición de Adelaida, una mujer que parece tener poderes extrasensoriales (expresión nunca utilizada por el autor), una suerte de adivinadora, de vidente, a quien, sin proponérselo, la sorprenden «inspiraciones». El segundo es la presencia recurrente de Edilberto Torres, un hombre que aparece y desaparece de la vida de Fonchito ─el hijo de Rigoberto─ de manera extraña, llegándose incluso a especular que Edilberto podría ser la aparición del diablo como ocurrió en Doktor Faustus de Thomas Mann. Más peculiar aún es el hecho de que a pesar de haber desarrollado ampliamente una trama llena de cuestionamientos alrededor del tal Edilberto, la existencia de este personaje queda sin descifrarse; ni siquiera se esclarece si realmente existe o es inventado. Es como si se estuviera escribiendo una novela y se la terminara abruptamente a mitad del libro. ¿Por qué hace esto el autor? Es inexplicable. ¿Acaso es este el nuevo mundo que el autor comienza a explorar? Vargas Llosa dedicó mucho tiempo a la elaboración de dicho personaje y sus interacciones con Fonchito para abandonarlo como si nada, como si no tuviera un compromiso con su lector para dar resolución a esa subtrama. ¿Intenta retomar la historia en una obra futura? ¿Deja cabos sueltos intencionalmente para darle más realismo a la novela? Tal vez sus próximas obras descifren este enigma.

Puede que usted se pregunte qué tan valioso puede ser lo técnico si el contenido es tan cuestionable, y reconozco esta pregunta como válida. Mi respuesta es: depende. Depende de lo que usted busque, si es entretenimiento puro, lo encontrará; si es sofisticación en la narrativa, la encontrará; si es elevar el espíritu, este no es el libro adecuado. Desde mi perspectiva de mujer que escribe y que ama distraerse con la belleza de la palabra y de la narrativa, el libro vale mucho. Desde mi inquieta intelectualidad, en búsqueda de serias reflexiones humanas, no pagaría casi nada por este. Pero me gustan los paseos, desde los retos intelectuales hasta las distracciones ligeras y bellas, me conformo esta vez con lo último, y recojo con alegría lo que el autor nos ha regalado desde el alto tecnicismo que domina. Nada nuevo, es cierto, las mismas técnicas narrativas utilizadas con anterioridad, pero ¿no adoraría usted tener una obra de Goya, de Renoir, de Velásquez, justamente por el dominio de su técnica? Aquí algunos ejemplos: transmite una gran naturalidad en los personajes y en sus diálogos, esto a pesar de la riqueza de su vocabulario; une reflexiones que están en su mente con diálogos reales ocurridos en tiempos y espacios diferentes; crea diálogos yuxtapuestos que se entrecruzan de Piura a Lima y viceversa; oculta información clave para entender los sucesos dejándonos saber que existe pero sin develarla, el narrador omnisciente cuenta lo que sabe pero mientras va narrando se apoya en los pensamientos de los personajes sobre los que está hablando; hace que dos historias lejanas espacialmente se junten influyendo una a otra (la técnica de los vasos comunicantes); construye una historia dentro de otra (la técnica de la caja china o la muñeca rusa) como cuando Felícito le cuenta a Adelaida el desenlace de las investigaciones, el capitán Silva a Felícito, el vigilante a Lituma; introduce diálogos o comentarios entre paréntesis o entre rayas en medio de una oración, etc.

Finalmente quisiera subrayar que la intertextualidad reina en esta obra, viejos personajes de antiguas novelas regresan: Rigoberto, su mujer Lucrecia, su hijo Fonchito y su empleada Justiniana (Elogio de la madrastra, 1988); Rigoberto es asimismo el que fuera protagonista en Los cuadernos de don Rigoberto, 1997; el sargento Lituma (ya aparecido en La casa verde, 1966; en ¿Quién mató a Palomino Molero?, 1986; y en Lituma en Los Andes cuando todavía era cabo); el capitán Silva, los Inconquistables, la Casa Verde, etc. Es decir que su obra comienza a inventar y retornar a esos lugares y seres «vivientes» como lo hiciera, por ejemplo, Juan Carlos Onetti hacia el final de sus días, cuando juntó a sus más amados personajes en su última novela Cuando ya nadie importe. Que no sea este el caso de Vargas Llosa, que su último libro tome mucho tiempo en aparecer. Mientras tanto, no nos perdamos su vida y continuemos disfrutando de su arte.

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El loco de los balcones – Mario Vargas Llosa

El loco de los balcones

          EL LOCO DE LOS BALCONES

Mario Vargas Llosa. Editorial Seix Barral, 1993.

Mario Vargas Llosa, novelista, ensayista y dramaturgo, nacido en el Perú el 28 de marzo de 1936. Ha recibido alrededor de un centenar de premios y distinciones donde destaca el premio Nobel de Literatura en el 2010. El tema de sus obras varía ampliamente desde testimonios personales hasta novelas históricas. El loco de los balcones es una de las seis obras teatrales escritas por Mario Vargas Llosa.

Una obra de teatro magistral, al punto de la perfección. Su autor nos enfrenta a la valoración de dos ópticas diferentes del mundo: la tradición versus el progreso, el romanticismo versus el practicismo y el pasado versus el futuro. Podemos juzgar todas estas dicotomías como innecesarias o falsas pero hay que reconocer que nos son presentadas descarnadamente, como invitándonos a tomar una decisión. En ese intento Vargas Llosa despliega contundentes argumentos para ambas partes, utilizando impactantes imágenes del Rímac ─distrito histórico donde Pizarro fundara la ciudad de Lima─ y haciendo confrontarse a personajes que defienden diferentes intereses de acuerdo a dichas posturas: por un lado, la conservación del patrimonio histórico colonial y por otro lado, la reconstrucción de una ciudad hacinada, ocupada de inmuebles vetustos. Como lectores, sin darnos cuenta, sentimos la necesidad de elegir entre las dicotomías ya mencionadas.

Así nace un extraordinario homenaje a los balcones limeños. El protagonista de la obra, el profesor italiano Aldo Brunelli, consciente de que los balcones virreinales fueron inspirados por los originarios balcones de Egipto, Córdoba, Granada, Esmirna y Bagdad, y sabiendo que el diseño de los planos de la mayoría de los balcones limeños provenía del taller de Sevilla Santiago de Olivares y Girando, España, ve en los balcones limeños su propia originalidad y hace apología de ellos. Rescata el trabajo de sus ejecutantes ─los artesanos del litoral o de la sierra y los esclavos africanos─ afirmando que los carpinteros, ebanistas y talladores que esculpieron las maderas de esos balcones dejaron en ellos huellas escondidas de sus propias culturas. Valoriza también la historia de vida que cada balcón lleva consigo y la majestuosidad que estos le dieran al centro histórico de Lima, hoy Patrimonio Cultural de la Humanidad. Por ello les entrega su vida y hace una cruzada por su protección congregando adeptos a su causa. Descuelga o hace descolgar cada balcón que le es posible rescatar, y se dedica a limpiarlos, a acabar con la polilla y la humedad que los atacan, a barnizarlos y a clasificarlos.

¿Significa esto que Vargas Llosa sugiere en esta obra que los valores históricos deberían primar por encima de la llamada modernidad? No, fiel a su posición ideológica, el autor se encarga de transmitir un mensaje a favor de la modernidad; lo podemos ver en título de la obra, en las batallas que el profesor pierde, en su desaliento, en el reclamo que le hace su hija y en los actos destructivos de la quema de los balcones y su intento de suicidio. El profesor fracasa. La obra, por el contrario, podría contribuir a engrosar el más de un centenar de premios y distinciones ya recibidos por este sorprendente escritor que es Vargas Llosa.

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Travesuras de la niña mala – Mario Vargas Llosa

Travesuras de la niña mala

    TRAVESURAS DE LA NIÑA MALA

Mario Vargas Llosa, novelista, ensayista y dramaturgo, nacido en el Perú. Ha recibido alrededor de un centenar de premios y distinciones donde destaca el premio Nobel de Literatura en el 2010. Escribió este libro, Travesuras de la niña mala, en el año 2006.

Travesuras de la niña mala es una historia de amor. Descontando la obra La tía Julia y el escribidor donde el autor narra la historia real de la relación que lo llevó a unirse a su primera esposa, esta es la primera novela de ficción donde Vargas Llosa trata de una relación amorosa… si se puede llamar amor a ese sentimiento unilateral, tormentoso y doloroso.

El protagonista y narrador, Ricardo Somocurcio, es un traductor profesional, inquieto intelectualmente, un hombre de valores sólidos, que aspira a vivir en París y obtener una cierta estabilidad económica, y lo logra. En su temprana juventud se enamora de una joven que estaría presente en su vida por intervalos irregulares durante cuatros décadas. Nunca más aparecerá otro gran amor en su vida; tampoco formará una familia. Ella se convierte en la mujer de su vida, la única mujer; la busca, la espera, la extraña, la cuida, le ofrece, le da, sucumbe ante ella incondicionalmente; a pesar de que ella no lo merece ni le corresponde.

Ella es una mujer fría que ambiciona poder y dinero desmedidamente. Para conseguirlos, seduce, miente, roba, trafica, manipula, etc., comportamiento que le lleva desgracias de tiempo en tiempo. Ricardo aparece en su vida en esos malos momentos. Ella lo usa temporalmente, y lo abandona cuando ya no lo necesita. Muchos de sus encuentros describen su desamor así como su vida sexual; mientras que sus separaciones dan pie a que ella se involucre en empresas riesgosas. Por ambas razones se ha dicho que esta obra es también una novela erótica o de aventuras. Y es verdad, tiene de ambas. Sin embargo, sigo pensando que el hilo conductor de la obra es la relación de amor que ellos protagonizan; y esto pese a que no se encontrarán escenas románticas ni una profunda exploración de sentimientos o emociones.

De estas dos personalidades tan disímiles nacen los apodos de la niña mala y el niño bueno. Ninguno de los personajes es envidiable pero el lector está invitado a presenciar ambas vidas, y a sentir el desasosiego que ellas producen. Podemos sentirnos distantes o identificarnos con algunos rasgos de sus personalidades, podemos comparar nuestras vidas, recordar, molestarnos, juzgar, detestar, etc., pero no quedaremos indiferentes. Vargas Llosa sabe cómo atraparnos.

La novela se desarrolla en Lima, París, Londres, Newmarket, Tokio, Madrid (barrio de Lavapies) con escenarios de acontecimientos políticos e históricos, así como de transformaciones o características culturales de estas ciudades. El autor introduce, además, varios personajes a los que con pocas palabras les hace adquirir una identidad particular. La historia se enriquece con estas presencias. No hay lugar para aburrirse.

La pregunta nunca respondida en la historia de la humanidad: “¿Qué es el amor?” merodeará en nuestras cabezas al terminar el libro. Percibiremos la vida como corta, delicada y preciosa, donde las cartas mal jugadas pueden llevarnos a la ruina emocional, sentimental y económica. Contrarrestando, nos dejará la sensación de que la vida hay que vivirla y bien, antes de que se vaya o de que nos arrincone.

En cuanto a estilo, es una narración cronológicamente ordenada –algo raro en el autor- con una prosa sencilla, clara, precisa, un vocabulario cultísimo, giros temáticos cautivantes, una trama fascinante llena de sorpresas que hacia el final nos pone el alma en vilo y nos mantiene atados a una sola   pregunta hipnótica: “¿En que terminará tanto enredo?”.

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¿Quién mató a Palomino Molero? – Mario Vargas Llosa

Quién mató a Palomino Molero

¿QUIÉN MATÓ A PALOMINO MOLERO?

Mario Vargas Llosa. Seix Barral, 1986.

Mario Vargas Llosa, novelista, ensayista y dramaturgo, nacido en Perú el  28 de marzo de 1936. Ha recibido alrededor de un centenar de premios y distinciones. ¿Quién mató a Palomino Molero? fue publicado en 1986, y desde entonces  ha sido traducido a diecinueve idiomas.

¿Quién mató a Palomino Molero? es una obra inspirada en un hecho real acontecido en Perú allá por el año 1978, y que invitó a Vargas Llosa a trabajar en un género que no  le es propio: la novela negra o policiaca. ¿Pero qué categoría literaria le es propia a este autor? Veamos su evolución: sus primeras tres  novelas tocaron temas políticos y problemas sociales, enseguida ingresó al ámbito humorístico y al autobiográfico, después retomó la seriedad escribiendo una novela histórica para sorpresivamente tocar temas eróticos, y con posterioridad regresar a varios de los enfoques literarios ya mencionados.  Así visto no es posible entonces encasillar a Vargas Llosa en ningún género literario. Es más, tampoco podríamos decir que lo policiaco le es estrictamente nuevo ya que algunas de sus novelas cuentan con elementos de criminalística. La ciudad y los perros, por ejemplo, trata de la muerte de un cadete en  el colegio militar Leoncio Prado. En  Conversación en la Catedral  un periodista escudriña para entender un asesinato que involucra a su familia. Sin embargo, en ¿Quién mató a Palomino Molero? hay una particularidad: Vargas Llosa elabora más el aspecto de la investigación criminal lo que, a mi modo de ver, constituye el primer valor de esta obra.

Antes de elaborar más en otros aspectos de contenido o estilísticos, introduzcámonos en la temática de la novela. La trama consiste en la investigación del homicidio de un avionero que trabajaba en una base militar de la ciudad de Talara, en el norte de Perú. El cadáver encontrado da muestras de un asesinato brutal pero no ofrece ninguna pista acerca de quién podría haber cometido tan horrendo crimen. Dos investigadores, el teniente Silva y el guardia Lituma,miembros de las fuerzaspoliciales de Talara,se encargan de hacer las averiguaciones para resolver el misterio. En este intento descubren que el crimen está relacionado con miembros de la Base Aérea. Paralelamente se desarrolla un relato secundario que da cuenta del deseo del teniente Silva de poseer a una mujer casada, en sobrepeso y mayor que él ─ al punto que podría haber sido su madre. Esta mujer lo rechaza sistemáticamente hasta que esa historia alcanza su propio desenlace.

Vuelven a aparecer en esta novela tres de algunos de los temas recurrentes en la obra de Vargas Llosa: los militares, los prejuicios sociales y un prostíbulo. Los militares ocupan un lugar protagónico, los prejuicios constituyen la base de la historia, y el prostíbulo es anecdótico. El protagonismo de los militares, sin embargo,  es triste, como suele suceder en la obra vargallosiana. En este caso los militares se ven envueltos en un crimen sustentado en la discriminación  y acompañado de corrupción. No todos los uniformados pierden: la policía representa el lado de la justicia, la honestidad y el cuestionamiento de la marginalización. Es bueno recordar la existencia de estos prejuicios raciales en un país que, como Perú, no ha terminado de reconocer el grave problema de racismo que cubre todo su territorio.

Es decir, que la tal novela policial no lo es realmente; en el mejor de los casos se diría que esta obra es una novela híbrida que combina lo policial con la denuncia de severos problemas sociales. No ha faltado quien diga que si de eso se trataba, Vargas Llosa habría fracasado en todo porque no logra crear ni un buen ambiente policiaco ni presentar o examinar a fondo ningún problema social. Cierto.  No es una novela que elabora en ninguna de estas dos áreas sino que pasa a través de ellas con cierta ligereza.

En cambio, la obra es fascinante. ¿Por qué? Lo atribuyo a dos hechos. Uno, el haber logrado lo que Vargas Llosa buscaba al escribir esta historia. Y dos, a la técnica de su escritura. Detengámonos en el primer punto por un momento. Vargas Llosa mismo lo ha dicho: él nunca intentó escribir una novela policiaca. ¿Qué es lo que pretendía entonces? En mi interpretación el autor quería utilizar este crimen y la aproximación detectivesca para hacer que el lector quede inquieto, hacerlo participar de alguna manera en la trama, que al terminar el libro este quede con la sensación de necesitar intervenir en una sociedad que no marcha bien. Más aun, parece que consciente de no ser experto en el género prefirió romper sus leyes. ¿Y cuáles son las reglas de la novela policiaca? Lassiguientes: cuenta con un orden social, este orden es infringidomediante un crimen,aparecen el detective o los detectives encargados de desenmascarar el misterio y hacia el final lo logran, restaurando así el orden perdido de acuerdo a la moral establecida en nuestras sociedades. De estos cinco pasos Vargas Llosa cumple apenas con tres. La trama parece desenredarse muy pronto, antes de la mitad del libro, aunque la verdad no queda del todo destapada ni al terminar la obra; mucho menos se le deja al lector la sensación de haberse logrado  justicia sino todo lo contrario. Estaríamos entonces frente al género antipoliciaco donde más importante que el suspenso y las técnicas de investigación es el hecho de que un crimen quede impune. Esto, ligado al interés de Vargas Llosa de denunciar la violencia, la discriminación y la corrupción militar, se vuelve un solo objetivo. ¿Y qué rol cumple la historia que relata, a través de toda la obra, la atracción sexual que vive el teniente Silva? Justamente desmitificar al detective, hacer que el lector se acerque más a la realidad.

La segunda explicación del éxito de esta obra reposa en las técnicas literarias del autor, las cuales hacen un trabajo de hipnotismo literario. Expondré solo un ejemplo, de lo más elocuente sin embargo: el enfoque del narrador con sus más refinados secretos. Para explicar esto escogí al azar una página del libro (la primera del capítulo III) y observé lo siguiente: el autor abre un diálogo que más bien es un monólogo (el teniente Silva habla con Lituma pero este no le contesta); enseguida el narrador entra en la mente de Lituma para describir lo que piensa y observa; de pronto sale de ella y el que escribe es el narrador omnisciente; este hace preguntas; dice que Lituma no tiene las respuestas; intentando explicar el problema, cita un diálogo entre Silva y Lituma ocurrido en el pasado como prueba de veracidad (una frase no escrita previamente); pasa a la descripción mirando hacia  otro lado (un tercer personaje es aludido); vuelve al diálogo actual y menciona el contexto de ese encuentro (tanto presente, como el de las expectativas mediatas e inmediatas). Es decir que el narrador aparece y desaparece, y cambia de formas de narrar a su antojo. ¡Y todo esto en solo una página! Estamos frente a un escritor mayor, dueño de un alto tecnicismo al escribir, de ahí la atracción de su narrativa. No gratuitamente Vargas Llosa fue ganador del Premio Nobel de Literatura en el 2010.

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El Paraíso en la otra esquina – Mario Vargas Llosa

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             EL PARAÍSO EN LA OTRA ESQUINA

Mario Vargas Llosa. Editorial Seix Barral. Biblioteca Breve, 1993.

Mario Vargas Llosa, novelista, ensayista y dramaturgo nacido en Perú el 28 de marzo de 1936. Ha recibido alrededor de un centenar de premios y distinciones, entre ellos el Premio Cervantes, el Príncipe de Asturias y el Nobel de Literatura 2010.

Dos libros en uno para contarnos la vida de dos celebridades: Flora Tristán y Paul Gauguin. La vida de Flora Tristán transcurre durante la primera mitad del siglo XIX, de 1803 a 1844 mientras que la vida de Paul Gauguin en la última parte del mismo siglo, de 1848 a 1903.

Una rápida mirada a ambas biografías hace pensar que nada los une; ella mujer, luchadora social, huyendo de la satisfacción de los sentidos físicos para entregarse al sueño de cambiar el mundo; él, hombre, pintor, amante del sexo, de la naturaleza, de la belleza, entregándose al sueño de encontrar en un rincón del mundo el lugar que lo ponga en contacto con esa esencia salvaje que llevamos dentro. Sin embargo, mucho los une; primero la sangre porque Flora es abuela de Paul, después su capacidad de elevarse por encima de lo establecido para imaginar y proponer lo que no existe, y finalmente una intensa fe que los lleva incluso a abandonar a sus familias ─cónyuge y pequeños hijos─ y enfrentarse a  obstáculos atípicos para luchar por lo que creen, un Paraíso que parece estar en la otra esquina.

Ambos viajan por diferentes partes del mundo, y con ellos viajamos los lectores. Así vamos con Flora  tanto a Francia (Auxerre, Avallon, Semur, Dijon, Chalon-sur-Saone, Macon, Lyon, Roanne, Saint-Étienne, Avignon, Marsella, Toulon, Nimes, Montpellier, Béziers, Carcassone, Bordeaux) como a Perú (Arequipa, Lima); con Paul a Francia (París, Ruan, Bretaña, Pont-Aven),Tahití (Papeete, Paea, Mataiea, Punaauia) y a las islas Marquesas (Atuona en la isla de Hiva Oa). Flora nos contacta con los obreros y las mujeres que sufren explotación, Paul con los pintores europeos y con el mundo nativo de los territorios de la Polinesia. Flora nos enriquece con sus ideas, Paul con sus cuadros.

Más Historia que imaginación, historia novelada, pero con un estilo a la altura de su autor, describiendo en pasado y reflexionando en diálogo directo con los protagonistas, con un dinamismo inagotable, lleno de vaivenes en el espacio y en el tiempo.

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Cartas a un joven novelista – Mario Vargas Llosa

Vargas Llosa, Mario - Cartas a un Joven Novelista [Portada]

     CARTAS A UN JOVEN NOVELISTA

Mario Vargas Llosa. Editorial Planeta, S. A., 1997.

Mario Vargas Llosa, novelista, ensayista y dramaturgo, nacido en el Perú el 28 de marzo de 1936. Ha recibido alrededor de un centenar de premios y distinciones donde destaca el premio Nobel de Literatura en el 2010. El tema de sus obras varía ampliamente desde testimonios personales hasta novelas históricas. Escribió Cartas a un joven novelistaen el año 1997, siendo una de esas obras difíciles de encontrar ya que aparecen escondidas en las listas de sus producciones más difundidas.

Esta obra, aunque escrita bajo el género epistolar, es un trabajo didáctico antes que literario.No  por eso menos cautivante. Toda persona amante de las letras —potencial novelista o no— encontrará aquí develados los secretos de un escritor. Los elementos y técnicas que intervienen en la elaboración de una  novela son enumerados, valorados y analizados minuciosamente. Sin proponérselo, además, nos revela —a través de sus referencias literarias— quiénes son los autores que lo han impresionado particularmente (Faulkner, Proust, Cervantes, Kafka, Melville, Borges, Virginia Woolf,  Alejo Carpentier, Joyce,  Juan Rulfo, Cortázar, Onetti, Hemingway,Martorell, etc.). El libro es de un valor inconmensurable. Teniendo tanto que aprender de este, no me siento en capacidad de opinar sobre su contenido. Me limitaré, por tanto, a hacer un resumen de este con la confianza de poder comprenderlo mejor y con la secreta esperanza de que algún lector se anime tal vez a estudiar las cartas completas.

Así empieza: el novelista o la novelista nace con una vocación; es un ser proclive a fantasear, a alejarse del mundo real y a crear mundos alternativos. Sin embargo no hay novelistas precoces, lo cual indica que el escritor también se hace. ¿Qué necesita para ello? Lectura, trabajo y perseverancia.

¿De dónde nacen los temas que se plasman en una novela? De aquello que se impregnó en las propias experiencias de quien las escribe, algo que le habla desde las entrañas. La historia puede que se transforme hasta que esa voz interna pase desapercibida y se le esconda quizá hasta a la misma persona que escribe. Es decir que cuando se escribe con autenticidad, el tema elige al escritor o escritora y no a la inversa. Todo tema es válido porque no es la temática en sí la que decide la suerte de la obra sino la forma en que esta es narrada.

¿Qué requiere una novela para ser un éxito? Autonomía, que haga sentir que tiene vida en sí misma, que no nos haga recordar que la leemos sino que nos engañe al punto de hacernos sentir que la estamos viviendo. La forma es que se escriba determinará si esto se ha logrado o no; es decir el estilo y el orden. El estilo está constituido por las palabras con que se escribe y lo que se va construyendo con ellas; el orden se relaciona con los grandes ejes de una novela. De la manera cómo se armonizan estos elementos resulta la coherencia interna que es la que da el poder de persuasión a una novela.

El estilo se refiere a la coherencia interna y a su carácter de necesidad. La coherencia se precisa con el vocabulario elegido pero también con la extensión de las frases, el ritmo de estas, su rigidez, sus silencios, los signos de puntuación, los énfasis, etcétera. Siempre se requiere de coherencia, aun para describir la incoherencia. El carácter de necesidad indica que la historia requiere de lo dicho y de la manera como se está diciendo para ser narrada; no hay exceso, no hay falta, no hay artificialidad. Si algo se siente forzado o falso, entonces se ha fallado en decir lo necesario. El estilo se crea, se construye como puede verse comparando los primeros libros de escritores famosos con sus obras maestras.

El orden de la novela es su organización. Con el fin de estructurar una narración quien escribe debe enfrentar diversos problemas que pueden dividirse en cuatro grupos: el de la persona que narra; el del espacio; el del tiempo y el del nivel de realidad.

La persona que narra es quien cuenta la historia, se tiende a identificarla equivocadamente con el escritor o escritora cuando en realidad es un personaje inventado. La persona que narra es ya sea un  personaje dentro de la obra, un personaje fuera de la obra pero que lo sabe todo (omnisciente) o alguien que mezcla estas perspectivas. El primer tipo narra desde un yo  o un nosotros; la segunda desde la tercera persona. El uso del puedecorresponder a diferentes tipos de narradores. Muchos novelistas incluyen varios tipos de narradores en una misma obra. Además estos pueden variar incluso dentro de su mismo grupo: algunos pasan desapercibidos, otros opinan, otro le hablan al lector, etc.

El espacio también está determinado por la persona gramatical que se utiliza al narrar. Si es la primera persona, el espacio de quien narra y de lo que se narra se confunden; si es en la segunda persona narrador y narración tienen diferentes espacios. La versatilidad del espacio dependerá entonces de los cambios (o “mudas) que sufra la persona que narra, los cuales a veces son brevísimos.

El tiempo de una novela está basado en la percepción psicológica. Existen tres posibilidades: se narra en presente (el tiempo de quien narra y de lo narrado coinciden; es decir, la historia sucede a medida que se nos la cuenta); se narra desde el pasado hechos que ocurren en el presente o futuro; o se narra desde el presente o futuro para contar hechos del pasado. Cada uno de ellos admite variantes y mudas así como la coexistencia de diferentes tiempos. Hay novelas que avanzan del futuro al pasado, en otras el tiempo pasa para  todos excepto para un personaje, novelas que se las arreglan para no acabar nunca (Rayuela), historias fantásticas que suceden en el futuro o pasado “real”, etcétera. Cuando el tiempo se condensa, la lectura es de máxima concentración y parece más intensa: estamos frente a los “tiempos vivos” o “cráteres” por oposición a los “tiempos muertos”, ambos útiles e importantes.

El nivel de realidad es la relación entre el plano de realidad en que se sitúa el narrador y el plano de realidad en que transcurre lo narrado. Lo planos más antagónicos son el “real” y el fantástico. Así el narrador puede situarse en un plano realista pero relatar algo mágico, mítico o milagroso, por ejemplo. Las variantes que pueden encontrarse son muchas, bastaría que haya dos narradores diferentes para ver los dos planos en la misma obra, uno que cuenta una historia que le contaron pero en la que no cree y otro que asegura ser testigo de esos hechos. Esto se complicaría más si esta última persona sufre de trastornos mentales y al final sabemos que está inventando todos estos sucesos. Por otro lado existe la realidad subjetiva, la de la interioridad humana (emociones, sentimientos, sueños, etc.).  Cuando el novelista o la novelista privilegia alguno de estos planos logra enriquecer nuestro intelecto o sensibilidad haciéndonos descubrir dimensiones antes  inexistentes.

Como la muda es toda alteración que experimenta cualquiera de estos aspectos, existen mudas espaciales, temporales o de nivel de realidad. A veces son numerosas, a veces escasas; pueden ser súbitas o sutiles. La “caja china” o la “muñeca rusa”, por ejemplo, es una técnica que consiste en construir una historia dentro de otra pero no de forma aislada sino articulada; esto normalmente implica mudas de espacio, tiempo y nivel de realidad.

El “dato escondido” es la supresión de información importante para la novela. No es parte del límite que debe imponerse a toda historia ni tampoco la omisión de un dato inútil; la técnica consiste en omitir algo cuya ausencia sea tan fuerte que el lector tenga que elaborar sus propias hipótesis para explicar ese vacío.  Vargas Llosa nos habla, por último, de “los vasos comunicantes” a  los cualesdefine como dos o más episodios que ocurren en tiempos, espacios o niveles de realidad distintos pero que están articulados e intercambian vivencias. No se trata simplemente de sumar sus partes sino de fundirlas, de hacerlas una unidad, haciendo que se influyan o modifiquen mutuamente.

Lo estupendo de este libro no es solo que nos presenta todo estos elementos sino que los analiza a través de diferentes ejemplos literarios. La complejidad y la belleza que derivan de esos textos superan todo concepto que yo haya podido resumir en este artículo. Los invito a leerlo.

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