Donde las mujeres – Álvaro Pombo
DONDE LAS MUJERES
Álvaro Pombo. Editorial Anagrama, 1996.
Álvaro Pombo es un escritor español, nacido en Santander en 1939, en el seno de una familia aristocrática. Se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid, y en Filosofía en el Birkbeck College de Londres. Álvaro Pombo es miembro de la Real Academia Española, militante del partido Unión, Progreso y Democracia y defensor de los derechos de los homosexuales. Ha publicado seis libros de poesía y más de veinte libros de narración, ganando nueve premios por estos últimos. La novela que aquí reseñamos, Donde las mujeres, ha ganado el Premio Nacional de Narrativa.
En este libro la voz de una mujer sin nombre hace una retrospección de su vida familiar mostrando el despertar a la realidad. Presenta su vida desde la época en que tenía una visión ingenua de esta hasta el momento en que descubre su autoengaño y otras mentiras. La voz parece mirar con tristeza esa ingenuidad en la que vivió, pero lo hace de manera controlada. Va llevando al lector paso a paso, sin adelantar los sucesos que obviamente conoce desde la primera página porque justamente es por ello que se decide a escribir: para contar su historia y su proceso. El lector será testigo de la gradual transformación por la cual la conciencia de esa mujer va contactándose con la realidad, siendo esto probablemente lo que constituye el valor más grande la obra. La novela muestra cómo se puede ver la realidad sin percatarse de su significado, y cómo cuesta abrir los ojos.
Decimos la voz de una mujer, sin que eso sea importante. Primero, porque aunque el autor parece querer que suene a femenina, esta parece más bien masculina, no la voz de una mujer. Esto podría justificarse porque la protagonista fue criada en un ambiente frío; de modo que podría decirse que se convirtió en una mujer flemática. ¿Pero habrá hilado tan fino el autor? Podría ser, pero no lo creo. Mis sospechas infundadas son que él se identifica con la protagonista, y a través de ella se proyecta, es decir que es su alter ego. Obsérvese que el autor, al igual que la protagonista, nació y creció en el hogar de una familia distinguida, diferente a las comunes, una de esas familias que sobresale en la sociedad. Segundo y principal, porque en la novela no es tan importante la identidad de esa mujer ni su experiencia personal sino aquello que enseña y lo que delata.
La denuncia principal de este libro es la de la insensibilidad humana, tema que Álvaro Pombo tocará más tarde en otras obras como parte de lo que él ha dado en llamar una «crisis contraespiritual» o «un egoísmo institucionalizado». Esto se siente desde las primeras páginas cuando el lector se entera de que la tía Nines se está dejando morir a raíz de la pena que sufre después de haber perdido a su novio. Esta noticia le es comunicada con sequedad por los adultos de esa familia ─la tía Lucía y la madre de la protagonista─ quienes a pesar de ser testigos de ese drama, prefieren desentenderse del problema y la internan en un convento, abandonándola a su suerte. Ni el dolor de una hermana las toca.
En el transcurso de la obra aparecerán, además, nuevas muestras de indolencia. Tal es el caso de lo que sucederá con Fräulein Hannah, alemana y ama de llaves de la familia, quien después de una vida dedicada a la familia tiene que alejarse de esta. Se accidenta montando bicicleta y debe internarse en la Casa de Socorro. Pasada la urgencia es invitada a regresar a casa para su recuperación total. La familia hace cálculos sobre la conveniencia de recibirla, y concluye que lo que más le acomoda es dejarla fuera del hogar para evitar el trajín y las molestias que ocasionaría el atenderla. Terminado este periodo de recuperación, Fräulein Hannah decide regresar a Alemania con su hermano, recibe una indemnización por los servicios prestados, y así se cierra ese capítulo de la vida para la familia.
Más tarde se descubrirá un gran secreto familiar que confirmará la falta de escrúpulos de la familia, y abrirá los ojos de la protagonista hacia su realidad y la de su familia, subrayando el dolor y la crisis que puede implicar el saberse engañada toda una vida y por sus seres más cercanos además. Esa es la sensación que marca esta novela: el desamparo, la crueldad para con los sentimientos humanos, la frialdad de los demás, el sin sentido de la vida cuando se pretende vivir de imaginarios.
No es casual que el lugar donde se desenvuelve la historia sea una isla de apenas dos kilómetros de ancho, y que la tía Lucía ─el miembro más extravagante de la familia─ viva en un torreón. Es simbólico. Estos lugares representan el aislamiento y el sentido de superioridad. Lo máximo del egoísmo está representado justamente por esa mujer que vive [en] el torreón y que es tan presumida que deja la isla y el mar para viajar cada año en plena época de verano solo para cuidarse el cutis.
La tía Lucía partirá a encontrarse con su novio, Tom Bilffinger, un alemán rico a quien nunca desposó ni amó sino más bien utilizó. Con él empezamos la introducción de los demás hombres que aparecen en la novela, ya que estos juegan roles aún más marginales. Esos hombres son Indalecio, el novio de la tía Nines que murió ahogado; Gabriel, un arquitecto de renombre, el primer amor de la madre, de quien ella se tiene que separar forzadamente; el padre de la protagonista ─un hombre guapo, rico, atento, sensible, de buena labia y perezoso─ para quien la vida estaba hecha para disfrutarse, asistir a fiestas, viajar, ver gente y jugar partidas de póquer, por lo cual termina viviendo separado de la familia; y el profesor de piano, Tomás Igueldo, quien se volverá loco. El dominio de la presencia femenina en la obra justificaría la seudofrase que constituye el título, y serviría para subrayar la gravedad de la falta de afecto y consideración que resulta quizá más dura viniendo de ellas. Sobre el título, sin embargo, Álvaro Pombo ha dicho que designa el lugar donde estamos las personas (aunque aquí se refiera a las mujeres) que es doble: el lugar real y el imaginario, este último alimentado por la memoria de los demás.
La narración es lenta y la lógica interna de las historias parece más bien inconclusa. El autor no se preocupa demasiado en justificar todos los hechos ni en hacerlos relacionarse claramente entre sí. Su aproximación es más bien subjetiva y vaga, transmitiendo desagrado. Le interesa más la psicología personal que la narración definida de los hechos. Su lenguaje revela esta aproximación ya que muchas veces parece querer convertirse en poético a pesar de la negatividad en que se desenvuelve. Es una obra ocupada por el despertar de la conciencia.
¿RECOMENDARÍA LEER ESTA OBRA?
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Publicado el noviembre 22, 2015 en CRÍTICAS y etiquetado en Alvaro Pombo, Crítica, Crítica literaria, Literatura España, Reseña, Reseña literaria. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.
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