Cecilia Lira. Calle Buena Muerte Nº820.

Calle Buena Muerte Nº820

Cecilia Lira. Lugar Común, 2016.

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Cecilia Lira es una escritora peruano-canadiense, nacida en Lima en 1940 y radicada en Montreal desde 1992. Habla español, inglés, francés y alemán. Su ensayo titulado «¿Por qué aprendo alemán?» fue merecedor del Primer Premio del Instituto Goethe en 1986. «Canadian Experience», su segundo ensayo, apareció publicado en 2010 en el libro The City We Share, una antología de escritores de la ciudad de Pointe Claire en Canadá, editado por Mark Abley, poeta, columnista de The Gazette, novelista y editor en Montreal. Cartas desde la nieve fue su primer libro y se publicó en 2012. El segundo, Calle Buena Muerte Nº 820, se publicó en 2016.

La reseña de una vida evocando cinco generaciones y pintándonos a través de sus historias una semblanza de la ciudad de Lima desde mediados de 1800 hasta nuestros días. Así resumiría esta novela  auténtica, honesta, ilustrativa y cautivante.

Zoila Pró Fernandini, en 1863, meses después de que perdiera a su madre, es separada de su familia y dejada por su padre en la casa de su madrina a la edad de diez años. Él regresaría a España, su país natal, a rehacer su vida. Hortensia Echevarría de Oyague educaría a Zoila como a una hija. La niña terminaría casándose con Giuseppe Boitano Garvarino, un italiano que había llegado al Perú en 1859. Así nacería la historia de esta familia cuyo apellido es difícil precisar porque se narrará a través de la rama materna.

Zoila tendrá dos hijos y una niña, María Zoila. Esta tendrá una hija única, Clara Luisa. A su turno Clara Luisa hará lo mismo, dando a luz a Margarita, y Margarita a Cecilia, la autora de este libro, quien se encargará de romper la tradición. Es posible que este testimonio pretenda contar la historia de vida de Cecilia y de sus ancestros cercanos, empezando por su tatarabuela, Zoila Pró, a quien llegó a conocer; pero desde muchos puntos de vista esta es la historia de una familia de clase media de la ciudad de Lima desde mediados del siglo XIX hasta finales del siglo XX, en el popular distrito de Barrios Altos, y creo que allí radica lo fascinante de esta crónica. Constituye un retrato socioeconómico de un sector de esa sociedad.

No fue la intención de la autora hacer de esta obra un manifiesto feminista; sin embargo, siendo las mujeres protagonistas de esta obra, sus vidas nos ilustrarán la evolución del rol de la mujer en este periodo de siglo y medio.  No se llegará, sin embargo, al punto donde la mujer muestre autonomía total y se libere del deseo de ser esposa y madre como principal objetivo de vida para dar paso a aspiraciones mayores como la exploración de su desarrolo profesional o de otros roles en el mundo, como personas independientes. En estas historias el sueño de encontrar a un amor seguirá rigiendo y apareciendo como eje central de realización personal. Esto refleja las transformaciones de la época, y el momento en que muchas mujeres todavía se encuentran ligadas a esa antigua y fuerte tradición de definir su vida a partir de la presencia de un hombre, o gobernadas por los genes o los instintos que las siguen llamando, y las  llamarán por mucho tiempo más, a la maternidad. Claramente veremos a la Mamama dependiendo de su esposo y, después de viuda, de su próximo compañero; a un joven doctor embarazando y abandonando a una mujer, condenándola así a la vida de una madre soltera para siempre; a otra mujer no pudiendo vivir su verdadero amor debido a los prejuicios sociales, y teniendo que llevar su vida al lado de un esposo agresivo y abusivo; a otra madre soltera quien después de vivir una relación de abuso, se apoyará en una relación sin amor recíproco tan solo para sentir protegida y para poder superarse socialmente y romper con esa cadena de desdichas. Como muestra de los grandes cambios sociales se verá que esta misma mujer tendrá una profesión de la cual podrá eventualmente vivir, y logrará entonces emanciparse y encontrar al verdadero amor. La evolución de estas generaciones terminará con la historia de otra mujer quien, como en los cuentos de hadas, encontrará a su príncipe azul, con la gran diferencia respecto a aquellas historias de que ella contará con una mejor educación y una profesión que sin duda la ayudarán a definir una relación más igualitaria.

Todo esto, que parece el tema de una tesis académica, será contado de la manera más desapercibida posible, sin intención de subrayar los cambios sociales, solo narrando con simpleza las experiencias cotidianas que podrían pertenecer a cualquier familia. Más aún, la emoción, el humor y la ternura salpicarán la obra de comienzo a fin. Otra vez la pluma femenina dará a la literatura un toque diferente para entender el mundo. Otra vez las mujeres podremos leer en las letras de otra mujer aquello que nos emociona, que nos identifica y que durante muchos años ha sido invisible en la pluma masculina.

Técnicamente el libro está escrito con propiedad aunque ajeno a los sutiles cambios introducidos por la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española desde el 28 noviembre de 2010 en aras de una gramática más ágil de acuerdo a los tiempos modernos. Si tuviera que sintetizar en qué consisten los principales cambios propuestos diría que en dejar de tildar la palabra solo y los pronombres demostrativos este, esta, estas y en escribir con minúsculas muchas palabras que antes se escribían con mayúscula (como, por ejemplo, los cargos y los tratamientos).

El valor del libro, sin embargo, está por encima de esas sutilezas. El atractivo de la obra radica no solo en el contenido sino en la forma en que es presentado. A diferencia de su primera obra, la escritora no usa el género epistolar sino el de la novela de testimonio, enriquecido este por la investigación del pasado de su familia. Así, la ambientación y el tiempo salen de la casa de la calle Buena Muerte donde vivieron la mayoría de sus personajes. Cecilia Lira mezcla la narración en primera persona con el protagonismo de las voces de otros personajes y recurre a un montaje narrativo cronológico clásico, pero dando saltos hacia el pasado para regresar después a los tiempos desde donde había dado el salto. El estilo es sencillo, nítido, sin nada que dificulte la comprensión del texto, y lleno de pinceladas humorísticas.

Desde el punto de vista costumbrista nos mostrará estampas de narraciones infantiles, dichos, jergas, vocabulario popular y tradiciones limeñas que describirán la vida al interior de un hogar, la unión de una familia, la reagrupación de los vecinos, la aparición de la radio y la televisión, las travesuras infantiles, las inquietudes de los adolescentes, las fiestas, los carnavales y las costumbres religiosas, todo dicho casi silenciosamente, sin gran anuncio, pero sobre todo comunicado vivamente.

Lea el libro, será un placer.

Para mayor referencia sobre la autora, consultar www.cecilialira.com

Acerca de ROXANA ORUÉ

Amo las palabras porque amo a los seres humanos y por medio de ellas me siento en intimidad con quienes escriben o quienes me leen. Compartimos nuestros pensamientos, nuestras dudas, nuestros miedos, nuestros modos de mirar, de decir o de sentir. No puedo decir que leí mucho ni que escribí mucho en mi vida pero puedo afirmar que cuando leí o cuando escribí me entregué por entero a esa relación que existe entre escritor y lector. No hubo nada a medias, me vinculé con cada palabra con la misma intensidad con que vivo cada segundo de mi vida.

Publicado el abril 2, 2016 en CRÍTICAS, Sin categoría y etiquetado en , , , , . Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.

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