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Santa Evita – Tomás Eloy Martínez

Santa Evitagrande

          SANTA EVITA

Tomás Eloy Martínez. Editorial Planeta, 1995.

Tomás Eloy Martínez (TEM) nació en San Miguel de Tucumán, Argentina y falleció en 2010 a la edad de setenta y cinco años. Escritor y periodista de profesión, tuvo que salir del país al ser amenazado por la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) conocida como la Triple A, responsable del asesinato de intelectuales durante el gobierno de facto de Jorge Rafael Videla. Residió ocho años en Venezuela (1975-1983). De regreso publicó una novela sobre el presidente argentino Juan Domingo Perón en 1985 y otra sobre Evita Duarte de Perón en 1995. Esta se convirtió en su obra magistral, la novela argentina más traducida de todos los tiempos.

Santa Evita es una obra soberbia, de extraordinario tecnicismo, que abre las puertas de la reflexión sobre la historia y la identidad argentina. Dicho en palabras de Vargas Llosa Santa Evita es una novela a la vez que “una biografía, un mural sociopolítico, un reportaje, un documento histórico, una fantasía histérica, una carcajada surrealista y un radioteatro tierno y conmovedor. […] hay en ella, debajo de los alardes imaginativos y amagos líricos, un trabajo de hormiga, una pesquisa llevada a cabo con tenacidad de sabueso”. Es así como el autor empieza a demostrarnos su gran tecnicismo: uniendo en una sola obra todos esos enfoques. Añade además dos otras muestras: nos presenta a un narrador múltiple y hace de la metanarración un arte. Ahora me explico.

Es un narrador múltiple porque por momentos es un narrador homodiegético (aquel que es parte del mundo relatado), otras veces es un narrador heterodiético (es decir que se excluye del relato), habla en tercera persona y se convierte en omnisciente (el que lo sabe todo) y hasta conversa directamente con el lector lo cual lo convierte en un narrador extradiégetico.

La metanarración es el discurso narrativo que trata de sí mismo. En el caso de Santa Evita esto puede verse cuando el autor nos indica constantemente de dónde proviene la información que le permite estar narrando lo que estamos leyendo. Nos habla de las personas a quienes entrevistó, de las fuentes escritas que tuvo que revisar y de las cintas que visionó para informarse. Nos hace partícipes incluso de sus propias reflexiones a medida que escribe, tiene dudas sobre lo que sucede o sobre cómo interpretar los hechos, cuestiona sus fuentes, hace preguntas que no responde, vacila. Este enfoque puede ser producto de lo que realmente le sucedía o la explícita intención de darle veracidad a lo narrado (¿porque quién creería en una compleja historia donde todo se explica y encaja a la perfección? ¿no diríamos más bien que ese relato sería el producto de una novela?). Más aun, el autor nos da cuenta —a medida que escribe— de cómo nació la novela y para qué la cuenta.

La prolepsis —conocimiento anticipado de algo— es otra de sus técnicas metanarrativas. Utiliza, por ejemplo, a un personaje para hacerle decir a otro lo que va a suceder más adelante en la novela. El segundo personaje no lo cree. Nosotros lo tomamos como un diálogo de tantos pero la verdad es que ese diálogo tiene valor predictivo, es la manera como Tomás Eloy Martínez nos anuncia lo que va a suceder.

Santa Evita no es una novela histórica como ha sido catalogada por muchos. Si bien nos ofrece un extenso material auténtico, hay partes inventadas según el mismo autor confiesa. Al lector le resulta imposible discernir entre lo falso y lo verdadero. Obviamente eso es lo que busca el autor. Martínez reflexiona, en innumerables ocasiones, sobre la Historia como disciplina, cuestionando que todo lo que conocemos como hechos históricos sea estrictamente cierto. Por ejemplo, ¿cómo tomar al pie de la letra la declaración de un testigo por más cercano que haya sido a los hechos acontecidos? El autor, en ocasiones, hasta hace que un personaje le pida pruebas a otro de lo que supone cierto, sin que éste pueda mostrarlas, de modo que la veracidad de lo dicho queda en cuestionamiento. En otros casos analiza lógicamente cómo un hecho aceptado tradicionalmente como real o histórico puede no ser verdadero. La veracidad se vuelve incredulidad, mentira, incertidumbre. La novela se vuelve Historia, posible verdad. Los límites se desdibujan.

La intertextualidad está allí para confundirnos más. Se citan obras existentes como referencia: Esa mujer de Rodolfo Walsh, El cadáver de la nación y los tres cuentos Evita vive de Néstor Perlongher, El examen de Julio Cortázar, Ella de Onetti, El simulacro de Borges y la obra teatral Eva Perón de Copi. Cada una de esas obras se referiría a Evita a su manera, pero Santa Evita recoge todos los puntos de vista, los quiere explicar todos, nos habla a través de ellos

Para no confundir al lector, les diré en forma simple —si eso es posible— de lo que trata esta obra. Santa Evita narra lo que pasó con el cuerpo de Evita Duarte de Perón después de su muerte. Evita, destacado personaje en la vida política de Argentina, murió a la edad de treinta y tres años, el 26 de julio de 1952, lo cual engrandeció aun más una figura ya apoteósica: la convirtió en inmortal. Al morir se le encargó al Dr. Pedro Ara que embalsame el cuerpo de Evita y este fue trasladado a la Confederación Central del Trabajo luego de una de las exequias más imponentes del siglo XX. El 16 de septiembre de 1955 —la noche del derrocamiento del gobierno de Juan Domingo Perón— un comando al mando del teniente coronel Carlos de Moori Koenig secuestró el cadáver y lo desapareció durante largos años. No fue si no hasta 1971 que el cuerpo de Evita le fue devuelto a Perón. ¿Qué pasó durante todo este tiempo con ese cadáver? Se dice que Moori tuvo una pasión necrofílica por el cuerpo de Evita y que lo tuvo andando por todo Buenos Aires por temor a que lo descubriera la resistencia peronista. Posteriormente fue llevado y enterrado en Milán, Italia, con un nombre falso. Los detalles y aparentes maleficios de lo que podría haber sucedido con Evita durante todos esos años se describen en este libro. Fascinante.

Si bien el tema central de la novela es lo sucedido después de su muerte, se abordan otros temas secundarios. Se habla de ella en una biografía parcial —o parcializada más bien— que no la hace quedar muy bien. Ya el título del libro nos lo anunciaba, o con más claridad aun el supuesto y descartado título original: La perdida. Se dedica un capítulo extraordinariamente didáctico a analizar los mitos que se crearon en torno a Evita. Por otro lado, las acciones militares así como el sentir del pueblo argentino quedan al descubierto. No podrá evitarse recordar que pocos años después desaparecieran muchos cadáveres en Argentina, siendo el de Evita tal vez el primero. ¿Cuánto de la pasión que la historia de Evita despierta todavía hoy en día tiene que ver con el dolor silenciado de aquellos seres de los que nunca se supo nada?

El lector quedará haciéndose muchas preguntas, algunas macabras, otras sobre la historia sociopolítica de Argentina durante el siglo XX y lo de que ella queda vivo. Sesenta años después de la muerte de “Esa mujer” o “Persona” todavía se sigue escribiendo, hablando y creando arte y pasión sobre ella. Como dijo Carlos Fuentes: “Alucinante novela gótica, perversa historia de amor, impresionante cuento de terror, alucinante, perversa, impresionante historia nacional à rebours, Santa Evita es todo eso y algo más”.

Aquí me detengo. Imposible comentar en un solo artículo una obra que dice tanto. Solo les queda leerla.

¿RECOMENDARÍA LEER ESTA OBRA?

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