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Historias no autorizadas de Cuba – Jorge Carrigan
HISTORIAS NO AUTORIZADAS DE CUBA
Jorge Carrigan. Editorial Unos y Otros, Inc., 2012.
Jorge Carrigan, escritor nació en Regla, La Habana, Cuba en 1953, y reside actualmente en Ottawa. Ha escrito más de una docena de obras de teatro, cuenta con una vasta y bella obra poética y en el año 2010 incursionó en la novela con su exitoso libro Bailar con la más fea. Su segunda novela Muñequita Linda se publicó en noviembre de 2011 en Ottawa. En el 2012 apareció su última obra Historias no autorizadas de Cuba de cuya crítica me ocuparé en este artículo.
¿Qué es la literatura si no un arte? Es decir una visión sensible del mundo que busca transmitir —por medio de la palabra— calidad estética en lo que comunica. Como todo arte necesita de mucho esmero, de talento y de gran conocimiento para alcanzar a cautivar los sentidos, las emociones y/o las mentes de los lectores. Esta última obra de Jorge Carrigan está muy lejos de haber tocado ese nivel, y es sin duda la menos afortunada de sus tres recientes publicaciones. En su defensa podríamos aducir que no se puede comparar una serie de relatos con una novela —como lo son sus dos primeras obras— lo cual es parcialmente cierto, de modo que evitaré volver a hacerlo. Concentrémonos entonces en sus relatos, un género literario caracterizado por un número de páginas poco extenso donde pueden obviarse los momentos de tensión, a diferencia del cuento y la novela. Estas características son relevantes para la apreciación de esta obra ya que si no las tomáramos en cuenta podríamos juzgar negativamente la falta de un argumento elaborado, la ausencia de indicios, de un nudo y/o de un desenlace en estas historias, lo cual sería injusto porque un relato precisamente puede carecer de todo ello.
Historias no autorizadas de Cuba nos presenta un conjunto de escritos relacionados con la vida de Cuba de la segunda mitad del siglo XX y, por lo tanto, nos ilustra sobre la conducta y el proceder de ese país. Estos dieciocho relatos son estampas que retratan las restricciones a la libertad de expresión bajo el régimen cubano, sus sistemas de control, las particularidades de sus relaciones exteriores, las carencias de productos alimenticios y otros artículos básicos en la vida cotidiana de los cubanos y, finalmente, nos ilustra sobre la ignorancia, la astucia y los encantos de su pueblo. Hasta aquí el libro es interesante ya que cumple con la función de retransmitir extractos de la cultura oral y popular cubana que de otro modo podrían perderse.
El autor recurre a diferentes técnicas que constituyen ya su imprenta estilística. Una de ellas es su buen sentido del humor —probablemente su mejor cualidad— plasmada también a través de diferentes recursos, entre ellos la ironía, la sátira y otros más originales como, por ejemplo, su introducción al cuarto relato que en realidad está constituida por cuatro preámbulos, uno detrás de otro. Muy cómico. Otros atributos de Jorge Carrigan son la riqueza de su vocabulario y la fuerte energía que trasmite en sus escritos; de esta última deriva un dinamismo agradable en gran parte de la obra. Son de apreciar también sus juegos con los tiempos verbales (ocasionalmente habla en presente para referirse al pasado y en futuro para referirse a lo sucedido después de aquel pasado). Usa además un lenguaje lleno de cubanismos y de locuciones típicas de ese país que nos hacen compenetrarnos con la personalidad cubana. Interesante.
La debilidad de este libro no está entonces en su cometido —muy loable por cierto sino en ciertos aspectos de su estilo, en su diagramación y en su gramática.
Empecemos con el estilo, con la parte inconsistente del estilo. En general, Jorge Carrigan parece querer comunicarnos sus historias de una manera espontánea y sencilla, de modo que su lectura le resulte fácil al lector. Esto podría considerarse como una cualidad ya que permitiría que sus escritos lleguen a un público más extenso y cumplan, además, con una función de entretenimiento. No veo allí ningún inconveniente. El problema lo percibo en que dicha preferencia deviene a veces en exceso de simpleza, haciendo sentir que no hay mayor esfuerzo en elevar el lenguaje coloquial a un nivel que —sin que atente contra su naturalidad— lo convierta en literario. Esta contrariedad ocurre solo ocasionalmente, no es algo crítico, pero es un elemento que cuando aparece marca un agudo descenso en la onda en que se va acomodando cada historia.
El dinamismo del autor, al que acabo de referirme positivamente, es por momentos cambiante. A veces parece que la lectura nos quiere atrapar pero de pronto da largas vueltas sobre temas que, además, no parecen ser del todo relevantes o que de serlo podrían presentarse de forma más sintética. Véase, como ejemplo, el primer relato. En sus dos primeras páginas expresa una larga y enrevesada opinión sobre los riesgos de la síntesis en el lenguaje publicitario —entre otros comentarios— antes de dar inicio a la historia propiamente dicha. Ciertamente, el relato trata sobre la síntesis del lenguaje pero no del publicitario, no es obvia la necesidad de tal prolegómeno. Si de hacer una introducción se trataba quizá hubiera sido más pertinente elaborar sobre el intento de hacer inmaculado al régimen comunista o a su líder. Además está el problema de la dilatación, hasta el propio autor parece sentirla cuando anuncia en tres ocasiones que ya va a iniciar la historia. Tal vez no sea justo pero no puedo dejar de evocar a Ricardo Palma, magistral escritor peruano, quien escribiera cuatrocientos cincuenta y tres relatos cortos y satíricos que fueron compilados en la célebre publicación titulada Tradiciones Peruanas. Recurro a este autor como prueba del excelente nivel que puede alcanzarse en este género, incluyendo incluso preámbulos. ¿Podría ser que esta no sea la aproximación literaria que le conviene al autor?
¿Qué problema presenta la diagramación? Algunos y muy serios, suficientes como para causar una mala impresión cuando su función es justamente la contraria: la organización armoniosa de los elementos gráficos. Ejemplos: el texto de la página (p.) 19 es cortado en su primer párrafo –dejando un gran vacío- para continuar en la p. 20; una frase de la p. 10 y otra de la p. 33 son cortadas dando un salto hacia el siguiente renglón; varias líneas son duplicadas al final de la p. 87; el segundo párrafo de la p. 91 es ininteligible, alrededor de una docena de palabras empiezan inmediatamente después de un punto, sin dejar espacio entre ellos, etc. ¿Que este es problema de la editorial y no del escritor? Sí, es posible. Le tocaría al autor determinarlo.
La responsabilidad de los errores gramaticales podría ser también compartida pero me temo que el autor tendrá que hacer un examen de conciencia y asumir la mayor parte de estos, si no todos. ¿Que es difícil revisar un texto o hacerlo revisar antes de enviarlo a imprenta? Es posible que lo sea. Sin embargo, no es una tarea imposible. El avance tecnológico nos brinda un valioso apoyo alertándonos sobre muchos de estos problemas que a veces no denotan ignorancia sino distracción, y que pueden ocurrirle a cualquier escritor. ¿Ejemplos de estas imprecisiones? Los hay variados, básicamente de sintaxis pero también de ortografía, incluyendo la puntuación:
p. 7 “muchos menos” por “mucho menos”.
p. 8 “la gente que la habitan son” por “la gente que la habita es”
p. 9 “frente alguno” por “frente a alguno”
p. 37 “me ha gustado la historia” por “me ha gustado la Historia”
p. 78 “un grupo […] se habían convertido” por “un grupo […] se había convertido”
p. 89 “eso me toca a mi” por “eso me toca a mí”
p. 100 “vidéo” por “vídeo” o “video”; etcétera.
Ninguna de las limitaciones enumeradas constituye un problema gravísimo en sí pero —para decirlo en palabras de Vargas Llosa— “nada deja de tener importancia en el dominio formal y son los pequeños detalles acumulados los que deciden la excelencia o la pobreza de una factura artística”. Es el conjunto de estas particularidades el que nos obliga a clasificar este trabajo por debajo de un nivel medio. Jorge Carrigan tiene potencial de escritor pero debe trabajar sobre estas debilidades si quiere conquistar tal título.
¿RECOMENDARÍA LEER ESTA OBRA?
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