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Rosario Tijeras – Jorge Franco Ramos

Rosario tijeras

ROSARIO TIJERAS

Jorge Franco Ramos. Plaza & Janes Editores, 1999.

Jorge Franco Ramos nació en 1962 en Medellín, Colombia. Estudió Literatura en la Universidad Javeriana y realización de cine en la London International Film School. Ha escrito tres novelas, la más famosa de ellas Rosario Tijeras, escrita en 1999, traducida a varios idiomas, hecha canción (interpretada por Juanes) y llevada al cine (director Emilio Maillé) y a la televisión (directores Rodrigo Lalinde, Carlos Gaviria e Israel Sánchez) colombiana, estadounidense, ecuatoriana y venezolana entre otros países (de éstos dos últimos fue  retirada por fuerte contenido y por alto contenido de narcotráfico respectivamente).

Rosario Tijeras es una obra que toca un tema vibrante pero cuyo estilo es más bien mustio, ambas apreciaciones con sus salvedades. Se ambienta en Medellín, Colombia, en la década de los ochenta, época en que la ciudad andaba convulsionada  por la violencia, producto del nacimiento del narcotráfico organizado y de la creación de grupos armados que protegían ese negocio ajustando cuentas por medio de los sicarios (jóvenes asesinos a sueldo). Para darnos una idea de la dimensión del problema señalemos que se estima que a finales de la década de los ochenta   ocurrían unos cuatrocientos  homicidios al año por cada cien mil habitantes –unos seis mil muertos por año en la ciudad- cuando el promedio de Latinoamérica no llegaba a veinte.

La primera salvedad es que la novela no aborda realmente esta problemática sino que la enfoca a partir de la vida de una mujer llamada Rosario Tijeras, un personaje ficticio que proviene de las comunas de Medellín -como se denomina a los barrios pobres de esa ciudad- y que se ve envuelta en ese mundo de violencia. Rosario no solo sufre carencias materiales sino que es violada de niña. Al crecer manifiesta su rebeldía en la escuela con abierta agresividad. En una oportunidad le rayala cara a una profesora usando unas tijeras, por lo cual es expulsada del colegio. A los once años secuestrará a otra profesora y le cortará el pelo a tijeretazos. Usará la misma arma para vengar una segunda violación, y no le temblará la mano por continuar matando por razones más débiles. Rosario es bella y explota su atractivo para conseguir lo que quiere. Es hermana de un sicario y novia de otro, hasta que conoce a Emilio y Antonio, muchachos provenientes de una clase acomodada, e inicia con los ellos una relación sentimental insana. Pronto se hará famosa en la ciudad, se verá consumiendo drogas y prostituyéndose con los “duros” del cartel de Medellín, y arrastrará a sus nuevos amigos en ese camino destructivo.

Seguir la vida de Rosario podría habernos permitido conocer de adentro los vericuetos de la vida de un sicario o de los mafiosos de la droga, pero no es el caso. Jorge Franco no emprende ese camino sino que se centra en el drama de la vida de Rosario, de manera más bien superficial. Por añadidura, Antonio y Rosario –los protagonistas de la obra- son extremamente reservados, de modo que no nos contarán muchas cosas; a no ser por los momentos en que Antonio decide exponer sus sentimientos. Sí, porque en el fondo esta novela es una historia de amor; el amor incondicional que Antonio profesa en silencio a Rosario, guardando la esperanza de que ella le corresponda. Y aquí aparece la segunda salvedad, porque a pesar de lo quedo y callado de su amor, Antonio nos llega a transmitir sus sentimientos. Antonio será testigo de la muerte, el peligro, el ocultamiento, la relación que ella mantiene con su mejor amigo, de sus depresiones, y su autodestrucción, pero nada de esto lo hará alejarse de ella. Para su dolor, nada logrará acercarlo tampoco.

La relación violencia y creencia religiosa, se nos muestra señalando, por ejemplo, cómo los sicarios usan escapulariospara protegerse,hierven las balas con las que van a realizar sus “encargos” para no fallar en el intento, etc. Creo incluso que el nombre de la protagonista –que es además  el título del libro- alude a esa relación (Rosario significaría el rezo católico o la sarta de cuentas que sirve para realizar ese rezo, y Tijeras sería el símbolo de la violencia). No obstante, todo esto ya ha sido tratado, y con mayor amplitud, en La virgen de los sicarios de Fernando Vallejo.

La obra no me convenció. Dicho esto, sin embargo, debo recordarles  que tuvo un gran éxito –vuélvase a leer el primer párrafo de este artículo- y que ha sido merecedora de la Beca nacional de novela del Ministerio de Cultura y del  Premio internacional de novela Hammett 2000. Ustedes decidan.

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Sin remedio – Antonio Caballero

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                SIN REMEDIO

Antonio Caballero. Alfaguara, 2004.

Antonio Caballero Holguín, bogotano, nacido en 1945 en el seno de una familia adinerada y prestigiosa, fue educado en España, Colombia y Francia. Es escritor, periodista y caricaturista, trabajó en los periódicos El Tiempo, El Espectador y las revistas Alternativa y Semana (Colombia), Cambio 16 (Madrid), la BBC y The Economist (Londres). Es considerado como uno de los críticos políticos colombianos más agudos. Sus caricaturas políticas le merecieron el premio Simón Bolívar en 1994. Incursionó en la novela en 1984 con la obra Sin remedio de la que nos ocupamos en este artículo. 

Si usted es capaz de sobrevivir a la primera parte de este libro donde se encontrará con un personaje  deprimente e indeseable(abúlico, vividor, pusilánime, apático,cobarde, insensible, cínico, zángano, mediocre, algo escatológico, con una sexualidad superficial y fácil de exacerbar, además de  consumidor de marihuana y cocaína) no se arrepentirá de haber continuado leyéndolo.

Ignacio Escobar, que así se llama el susodicho, acaba de cumplir treinta y un años, se mantiene con el dinero que le da su madre cada que él se lo pide, y se recuesta en la mujer con la que vive, cuya presencia le ofrece un cierto orden en su vida. Pasa la mayor parte de sus días tirado en la cama, donde se confronta a la infelicidad de no hacer nada y, lo peor, de no querer nada. La mujer lo abandona. Su rutina se altera pero su vida continúa siendo desdichada. Cuando se ve obligado a salir, deambula. Incapaz de dirigir su destino y con dificultades para negarse a hacer lo que no desea, suele dejarse llevar por lo primero que se le presenta, y es así como le suceden cosas…

La novela tiene un eje y múltiples contenidos. El eje está constituido por las reflexiones filosóficas de Escobar ─simplistas pero profundas─ que nos acompañan a través de toda la novela. Son de corte existencialista (sobre el sentido o el absurdo de la condición humana, la constatación de que las actividades de la vida se repiten por inercia o por costumbre pero que a fin de cuentas son inútiles) y nihilista (Escobar es incapaz de encontrar o darle un sentido a su vida, se resiste a dejarse guiar por alguna ideología para no enajenar su capacidad de reflexión, no reconoce ninguna autoridad, tampoco tiene una fe salvo que creer en la nada sea una, siente que todo está muerto en él, y tal vez desea desaparecer de la vida).

Entre los temas está el retrato de la sociedad colombiana en la década de los setenta (las clases sociales, la izquierda marxista, los militares), la ciudad de Bogotá y el desamor. La imagencolombiana es presentada mordazmente. A leer. La ciudad juega dos roles en la novela: insertar al lector en la realidad y servir de marco a la inanición de su protagonista, para lo cual se da una visión de una Bogotá depresiva en la cual llueve y acecha el peligro todo el año, además de estar llena de basura, de olores pestilentes, de bares de mala muerte, etc. En cuanto a las mujeres, vemos a un Escobar que las desea con mucha ligereza, sin necesidad de desarrollar vínculos de amor o de intimidad para tener relaciones sexuales se desprende de ellas con la misma facilidad. Dichos encuentros son descritos sin remilgos pero normalmente son frustrados, lo cual agrega a su vida más pinceladas de fracaso, vacío y desesperanza.

He preferido nombrar la creación poética fuera del listado que acabo de presentar porque la poesía  se erige no solo como tema sino que también pretende ser eje. Según Caballero, el verdadero objetivo de este libro era hablar de lo difícil que es escribir poesía y dar a conocer una de sus creaciones: el largo poema que publica hacia el final del libro. De acuerdo al autor ese poema es lo más bello de este libroa pesarque la mayoría de lectores se lo salta. Ciertamente, la poesía se pasea por todos los capítulos de esta obra; en ese sentido parece ser eje en la obra. Pienso, sin embargo, que cuando Caballero escribía este libro su yo y sus intenciones fueron tomados por su inconsciente, y afloraron móviles más fuertes. Es así como la poesía se convirtió en tema, y para desdicha del autor, en tema secundario. Lo que nos ofrece como poesía no es bello (los únicos versos buenos pertenecen al Cantar de los Cantares); no obstante, es muy interesante el testimonio que da sobre el proceso de creación.

¿Y qué podríamos decir de la calidad literaria del libro? Es oscilante. El autor escribe bien pero se equivoca, logra mucho y fracasa en mucho también. Logra en su intento de abarcarlo todo pero no en la armoniosa unión de ese todo, logra en la caracterización de ciertos personajes ─el protagonista, el general Buendía, las empleadas domésticas, etc.─y en lo que pretende que representen, logra capturar la esencia de una ciudad en imágenes cortas e impactantes, logra narrar ciertas historias de una manera ágil y muy emocionante, y logra una tremenda agudeza en los comentarios de su protagonista. Sin embargo, su narrativa en general es lenta y repetitiva (excepto que esto haya sido hecho intencionalmente); muchos de sus personajes o hechos carecen de credibilidad (lo cual podría  ser algo positivo si se confirmara que su propósito era hacer una sátira de estos, algo muy probable  viniendo de un  caricaturista; por ejemplo, no parecen reales las reuniones de los trotskistas, tampoco la Hena que comparte su cuarto ni la de la carta ─que no responde a su educación, aunque qué bella esta última Hena). Fracasa en describir a los personajes dejando ese trabajo más bien a la imaginación del  lector. Pierde cuando intenta hacer poesía sin ser poeta, y sobre todo pierde hacia el final de la obra cuando después que esta se le ha extendido varios cientos de páginas y le ha tomado doce años de trabajo, parece haberlo cansado y se precipita en acabarla permitiendo que se imponga la falta de lógica en varios  detalles, dejando cabos sin atar y un cierto sabor a inconsistencia.

Todas estas críticas podrían quedar de lado si se considera que este libro tiene el estilo de la literatura posmoderna europea, que trata justamente de ser fragmentaria, priva a sus personajes de una psicología profunda y escudriña en la identidad y la muerte. Lo que también es cierto, aunque parezca paradójico, es que esta obra entra en la categoría de la denominada novela total, que ambiciona tratar la realidad en la mayor parte de sus manifestaciones posibles. De ahí que despierte tanto interés. Unos la seguirán por sus preocupaciones metafísicas, otros por sus momentos eróticos, otros por su creación poética, otros por su crítica a la aristocracia o la ridiculización de los grupúsculos marxistas de la época al punto de confundirlas con el objetivo de la obra, etc. Cada lector atrapará el libro por donde más lo necesite.Léalo, encontrará de dónde asirse.

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Pecados inmortales – Juan Roberto Salcedo

Pecados inmortales

       PECADOS INMORTALES

Juan Roberto Salcedo. Editorial Planeta Colombiana, 2012.

Juan Roberto Salcedo nació en Florencia, Colombia y reside actualmente en Ottawa donde ha vivido la mitad de su vida. Es médico especialista en medicina interna y cardiología. Se hizo acreedor de un premio con su relato «El pueblo embrujado» en un concurso patrocinado por el Consulado General de Colombia en Montreal por iniciativa de la cónsul Martha Lucía Piñeros de Camacho. Pecados inmortales es su primer libro.

Pecados inmortales es un libro que combina diferentes momentos y espacios concertando una altísima belleza poética, una intensa reflexión filosófica y teológica en búsqueda de respuestas, una íntima confesión de sentimientos personales y un despliegue de convicciones ajenas al status quo.  Técnicamente el libro es complicado porque  está fragmentado. Consta de un fabuloso cuento, un diario corto, una obra de teatro, un cuento cortísimo y una historia personal que pretende ser el hilo conductor, aunque me temo que se queda en el intento. Cada segmento tiene su estilo propio.

El cuento inicial desborda de estética e imaginación, y constituye la mejor parte del libro literariamente hablando. Si la novela tuviera que reducirse a esta primera cincuentena de páginas tendríamos que reconocer  en esas hojas un gran valor creativo y lírico, así como la utilización de un vocabulario exquisito empleado con toda precisión.  Esas páginas bastarían para confirmar el talento de Juan Roberto Salcedo como escritor. El autor no solo ama las palabras sino que ─parafraseando lo que dice hacia el final a propósito de un personaje que se le parece─ «juega con las palabras […] las recoge y combina sus ritmos, haciendo contrastes de colores, matizando la tenuidad de sus luces» (p. 264-265).

Salcedo sabe cómo hilar temas muy diferentes y llevarnos mágicamente a otros lugares a través de puentes invisibles contribuyendo así al interés de la lectura, pero si tuviera que enriquecer en algo ese primer capítulo moderaría la destemplanza con que transita de un tema a otro. Además preguntaría: ¿se puede decir que un texto se excede en arte?, ¿se puede decir que tanto encanto o atractivo pueden embriagar al lector impidiéndole proseguir fluidamente a través de las palabras ya que está constantemente invitado a ilustrase con la terminología, a descifrar metáforas, alegorías y toda suerte de figuras que invaden cada hoja del libro? Si así fuera puede que Juan Roberto Salcedo se haya excedido en hermosura. Cito como prueba unas líneas que se dejan ver  más tarde y que parecen poesía dentro de la novela:

«Gracias […] por dejarme oír el ruido de la Luna cuando sale y percibir la amalgama de colores que tiene la noche en sus soledades […] las huellas que el viento impregna sobre las rocas y por el zumbido de luz que derramas sobre las flores y, en especial, por los éxtasis ensordecedores de silencios» (p. 142-143)  

Para quienes se interesan en el tema de ese capítulo el protagonista es Alejandro Amaral cuyo padre, Santiago Amaral, acaba de morir. Este último al enamorarse de Virginia Hernández la persigue y le cuenta la increíble historia de su pueblo, un lugar que parece encantado porque allí se relataban incansablemente historias fantasiosas, exageradas, descabelladas, falsas o imposibles como recurso para vencer el aburrimiento. El pueblo parece embrujado. La narración también.

El diario corto que le sigue lo escribe una mujer que nunca se identifica y que, lejos de tener una  personalidad definida, se asemeja al  narrador omnisciente que hasta allí hemos conocido ya que utilizan las mismas cadencias al narrar. Después descubriremos que ella se parece más aún a Alejandro, no solo por estilo de hablar  sino por el análisis que hace de la vida a través de su interior y su pasado.

Los siguientes capítulos nos presentan al protagonista, Alejandro: su nacimiento, sus primeros años, sus abuelos, sus sentimientos, sus experiencias amorosas, su búsqueda interna, su deseo de morir, su internado en un monasterio, su experiencia universitaria. Una vez más el narrador y Alejandro parecen ser uno; hablan con belleza y hondura ciertamente, pero sin mucha diferenciación entre ellos. Mi impresión es que estamos frente a los alter ego del autor, hablan parecido porque en el fondo son él, como Alejandro mismo dice: escribir es «descubrir la intimidad de uno ante otros; por más que uno quiera ocultar los sentimientos estos salen a flote» (p. 188).

Luego llega la pieza teatral con una entrada algo forzada. Esto hace sospechar que el autor buscaba un pretexto para introducirla en el libro. ¿Habrá sido un escrito completado en el pasado y guardado en algún archivo hasta que aquí encontró la posibilidad de cobrar vida? El texto semeja a un auto sacramental y su contenido pareciera ocupar un inmenso espacio en el interés del protagonista a juzgar por el abismo al que se asoman sus reflexiones. No parece de esta época, ni creo que podría montarse exitosamente en un espectáculo debido a la complejidad de su temática; incluso por escrito cuesta mucho seguirla. ¿Su argumento? Daniel habla con Dios, interlocutor que nunca responde. Se trata entonces de un monólogo donde Daniel habla de su soledad, de sus tentaciones y busca anhelante comunicarse con un Dios cuya existencia llega a cuestionar. ¿No se parece Daniel a Alejandro? Temo que sea un tercer alter ego. En otra escena Daniel hará preguntas que serán contestadas por el Loco y el Mudo. El Loco será agresivo y hasta blasfemará; el Mudo será sabio y propondrá un cierto equilibrio. Citaré al autor y haré míos nuevamente extractos de un diálogo que Alejandro sostiene con Cristina ─la compañera con la que conversa sobre sus escritos─: «Este es un libro sin cabeza ni pies. No tiene un argumento conciso. Es un cúmulo de pensamientos disgregados.» (p. 157), «[lleno] de términos rebuscados y exageraciones en un diálogo extraño» «…tengo un lenguaje un tanto ampuloso… muchas veces me he intoxicado de belleza […] cuento cosas descabelladas, desatinos que no entiendo ni yo mismo […] mis oscuridades son intensas. […] Mi libro no es creíble» (p. 244-245). A lo que yo añadiría: no es inteligible, inteligente sí, pero tal vez demasiado inteligente. ¿De qué nos habla realmente?, ¿del conocimiento?, ¿de la fe?, ¿del silencio?, ¿de la sabiduría?, ¿del amor?, ¿del destino?, ¿de la felicidad?, ¿del vacío?, ¿del deseo de descubrir? Es difícil discernir cuál es el tema principal de los secundarios. Lo único que queda claro es que hay una búsqueda, pero no se puede precisar exactamente de qué. La contraportada del libro dice que este se inscribe en la literatura del autodescubrimiento pero juzgo  que va más allá. La prueba está en dicha dramaturgia dedicada más a Dios que al hombre, ubicada más cerca de la filosofía que de la psicología. Es, sin duda, el trozo más complicado de esta novela y el que probablemente alejará a los lectores que buscan solaz en la lectura. No es a eso a lo que nos invita el libro sino a pensar, a reflexionar sobre algunas de las grandes incógnitas de la vida.

Aunque el tema del pecado aparece como un tormento permanente, no puedo aventurar por qué el libro se titula Pecados inmortales ni mucho menos por qué la carátula nos muestra una mujer desnuda siendo el protagonista un hombre y sus cuitas más bien filosóficas y místicas. La combinación de ambos ─título y portada─ abre la posibilidad de que sea una decisión de mercadeo. No la más acertada para un libro tan trascendente.

Si va a leer este libro hágalo rodeado de silencio, con sosiego, con tiempo y con la mente lista para ausentarse  de este mundo. Para entenderlo, vuélvalo a leer intensificando  estas mismas condiciones.

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Del amor y otros demonios – Gabriel García Márquez

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       DEL AMOR Y OTROS DEMONIOS

Gabriel García Márquez. Editorial Sudamericana S. A., 1995.

Gabriel García Márquez (GGM) nació en Colombia, departamento de Magdalena, Aracata, en marzo de 1927. A los 55 años, en 1982, recibió el Premio Nobel de Literatura. La Academia Sueca justificó esa decisión diciendo que el autor había logrado mezclar lo fantástico con lo real mientras presentaba los conflictos de Latinoamericana. Se referían al estilo que GGM ha hecho famoso y que se denomina realismo mágicoGGM es reconocido también por sus posiciones políticas ya que ha manifestado abierta simpatía por la revolución cubana y es amigo de Fidel Castro. También ha sido mediador entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el gobierno colombiano, entre el grupo M-19 y el gobierno de Betancourt, y entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno de Andrés Pastrana.  

Del amor y otros demonios nos habla de Historia y del poder de la Iglesia católica en la época en que el virreinato español todavía gobernaba algunos países de Latinoamérica. En ella hace interactuar a diferentes clases sociales presentándonos sus ambiciones, mezquindades, amores y desamores. Está ambientada en la segunda mitad del siglo XVIII en Cartagena de las Indias, puerto colombiano donde se traficaba con negros traídos de África.

Su protagonista es Sierva María, una niña blanca de 12 años, hija del marqués de Casalduero, don Ygnacio de Alfaro y Dueñas y de su esposa Bernarda Cabrera, una mestiza proveniente de una familia arribista. La niña fue abandonada por su madre y descuidada por su padre desde el comienzo de su vida de modo que terminó siendocriada por los esclavos yoruba de la casa, bajo el mando de una negra esclava llamada Dominga de Adviento. Esta amamantó a la niña, la bautizó y la consagró a Olokun. La niña aprendió tres lenguas africanas: mandinga, yoruba y congo, aprendió a cantar en todas ellas, aprendió a bailar, a degollar animales, a comer criadillas y  a beber sangre de gallo, a creer en los simbolismos de los collares indígenas y, en general, a vivir la cultura de los negros que la criaron y amaron.

Un día la mordió un perro callejero rabioso. Se esperaba que fuera contagiada de la rabia y muriera, pero eso nunca sucedió. Sin embargo, Sierva María fue acusada estar poseída por el demonio, un mal no menos grave que el de la rabia. Se le encerró en un convento regido por una abadesa de poca inteligencia y menos sensibilidad, quien además tenía fuertes y antiguas rencillas con el obispo. El trato a Sierva María fue producto de dichas limitaciones.  Mientras tanto el obispo le encargó al padre Cayetano Delaura exorcisarla. Sucedió lo inesperado: Cayetanose enamoró profundamente de la niña. El obispo se enteró por confesión propia de Cayetano de sus sentimientos; en consecuencia lo destituyó de sus funciones enviándolo a un hospital a cuidar enfermos de lepra. Eso no impidió que él encontrara la manera de seguir viendo a Sierva María a escondidas y lograra conquistar su corazón. Ambos vivieron noches de romanticismo y pasión hasta que llegó el desenlace de la historia.

Muchos aspectos brillantes en esta obra la hacen alcanzar la talla de las grandes producciones literarias. Para empezar señalemos el extenso vocabulario manejado por el autor, algo inusual incluso entre escritores de renombre. Más admirable aún es que el autor identifique en cada personaje a un grupo social, y que al hacer encontrarse a estos personajes, refleje las relaciones que se entretejían en esos grupos en aquella época. ¿Quiénes están en entredicho? La Iglesia (abadesa, monjas de clausura, padre, obispo) y la institución de la familia (la del marqués y su esposa Bernarda, la de los padres de cada uno de ellos) y los agentes de la autoridad (el marqués y su mujer). En la novela muchos de estos personajes parecen estar poseídos por el mal (de ahí la referencia a los demonios). Lo valioso de cuestionarlos es que al hacerlo se pone en controversia todo fundamentalismo religioso y se evidencia la facilidad con que pueden quebrarse los valores morales cuando se trata de conformar una familia o cuando se trata de ejercer el poder si las ambiciones o la desidia personal están de por medio. Los negros africanos o su mestizaje salen victoriosos de esta confrontación por lo que la novela es en cierto modo una revalorización de estos grupos culturales.

Sierva María es el símbolo del dolor y del valor, una víctima que sufre las consecuencias de una sociedad inmadura y malsana. Ni siquiera el amor de Cayetano pudo salvarla porque incluso ese amor fue considerado demoníaco como bien insinúa el título de la obra (obsérvese que este identifica al amor con un demonio). Tampoco la salvó la cultura —simbolizada en la poesía de Garcilaso de la Vega y en la sabiduría de Cayetano— ni la ciencia —representada por el médico disidente portugués Abrenuncio de Sa Pereira Cao. Es decir que nada pudo más que el poder de la Iglesia.

Es admirable también el trabajo del paratexto (lo que se escribe fuera del texto propiamente dicho, incluyendo el título). Gabriel García Márquez inicia la novela introduciéndose a sí mismo como personaje. Nos cuenta que el 26 de octubre de 1949, ejerciendo sus funciones de reportero, lo enviaron al convento de Santa Clara  en búsqueda de una noticia. La consiguió, ya que fue testigo del descubrimiento del peculiar cadáver de una niña. Hasta aquí estamos frente a la determinación del carácter real de la novela, o al menos de su origen ya que  el mismo autor  así nos lo dice. Sin embargo, inmediatamente nos habla de la larga y viva cabellera de este cadáver, la cual contaba con veintidós metros y once centímetros, lo cual es explicado por el maestro de obras sin ningún asombro ya que según su él “el cabello humano crecía un centímetro por mes hasta después de la muerte, y veintidós metros le parecieron un buen promedio para doscientos años”. El autor recordó entonces que su abuela le hablaba de “la leyenda de una marquesita cuya cabellera se arrastraba como cola de novia”. Este elemento confunde la ubicación del lector. ¿La obra está basada en un hecho real o es una invención? ¿Podría ser cierto que se hubiera descubierto una cabellera tan larga? ¿podría ser cierto que esta hubiera crecido hasta después de la muerte de la niña? Es obvio que Gabriel García Márquez hace esto intencionalmente. Este es un ejemplo claro de lo que se ha dado en llamar realismo mágico,que no consiste en introducir la magia en la narración como muchos creen, sino en hacer pasar los hechos irreales e inconcebibles como si fueran reales.  

Finalmente quisiera compartir algunos elementos que enriquecen la obra, al menos para quienes nos interesamos en el llamado turismo literarioy que creemos añaden una emoción interesante a la lectura. La casa donde supuestamente nació Sierva María existe y perteneció al marqués de Valdehoyos, encargado de importar harina y esclavos a la ciudad. El convento donde encerraron a Sierva María es hoy en día el Hotel Santa Clara. El lote contiguo al convento por donde Cayetano entraba a ver a Sierva María por las noches es hoy en día ni más ni menos que la casa del propio Gabriel García Márquez.

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