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Arráncame la vida – Ángeles Mastretta
ARRÁNCAME LA VIDA
Ángeles Mastretta. Alfaguara, 1994.
Ángeles Mastretta nació en Puebla, México en 1949. Estudió Ciencias de la Comunicación en la UNAM. En 1974 fue becada para estudiar en el Centro Mexicano de Escritores. Posteriormente un editor le patrocinó seis meses para que se dedicara a escribir su primera novela. De allí nació Arráncame la vida. Antes de publicar esa novela la autora había escrito un libro de poesía, La pájara pinta. Más tarde escribiría Mal de amores, La risa y Mujeres de ojos grandes. Sus experiencias fuera de la literatura han sido como periodista y como fundadora de la Unión de Mujeres Antimachistas en México, D.F.
Pese a que Arráncame la vida ha sido traducida a once idiomas y ha vendido millones de ejemplares en el mundo, la crítica ha sido dura con su autora. Esto me recuerda la severidad con que se le ha tratado a Isabel Allende como escritora aunque es ─en lengua española─ la autora que más ejemplares ha vendido en el mundo (cincuenta y siete millones) y a pesar de la buena lista de valores que podrían rescatarse de su narrativa. Esta novela de Ángeles Mastretta no alcanza la tremenda talla de la obra de Isabel Allende pero merece muchos elogios a mi parecer y entra, sin duda, en la categoría de los libros recomendables.
Arráncame la vida es la historia de una mujer llamada Catalina Guzmán (Cati) que fue desposada muy joven por un militar que fácilmente le doblaba la edad, el general Andrés Ascencio. Este hombre logró ser gobernador del estado mexicano de Puebla lo cual le dio mucho poder y una posición económica de gran solidez. Sin que Cati se diera cuenta su vida giraba alrededor de la de su marido, de modo que ella actuaba en función de las necesidades familiares o políticas de él. Por ejemplo, Andrés tuvo, además de amantes, otras mujeres ─no declaradas─ antes de casarse con Cati; no solo tuvo hijos con ellas sino que llevó a seis de ellos a la casa de Cati para que vivieran en su hogar. En lo que respecta a su vida política ella se convirtió en la gobernadora (esposa del gobernador), esto la obligaba a organizar recepciones sociales en su hogar tanto como a hacerse cargo de la Beneficencia Pública que incluía el manicomio, el hogar de los huérfanos y los hospitales de la zona.
¿Y qué trato le daba él? En palabras de Cati, ella era su objeto de decoración. Le tenía ciertas consideraciones pero no le prestaba mucha importancia como mujer. No le consultaba ninguna decisión importante, no le permitía que ella diera opiniones, aparecíay desaparecía de su vida sin darle explicaciones, y así por el estilo.
Al pasar los años los rumores sobre los delitos y crímenes de Andrés crecían. Cati fue abriendo los ojos y siendo testigo de cómo se relacionaban ciertas muertes y otros dolorosos hechos con los intereses de Andrés. Su amor de mujer fue disminuyendo y con el correr del tiempo se hizo evidente que ella tenía otras necesidades afectivas, sexuales y de realización personal. Era proclive a lo que la vida le ofrecía si su contenido era diferente de lo que ella había vivido, por ejemplo si contenía sensibilidad, amor a la música o al arte cinematográfico, etc.
Un día Catalina encontró otro amor, y cuando Andrés se dio cuenta lo arrancó de su vida como si él fuera el dueño de su destino, y con ello le arrancó la vida, si no se la había arrancado ya antes. Al parecer ella nunca le perdonó ese dolor y se insinúa que tomó venganza con sus propias manos. La muerte adelantada e inexplicable del general la convirtió en viuda antes de los cuarenta años, abriéndole así la posibilidad de reconstruir su propia vida.
El hecho de que el protagonismo de la novela recaiga sobre una mujer no es común en las novelas escritas por hombres ─que son la gran mayoría─ de modo que en este punto encontramos ya el primer gran valor de la obra. Leyéndola podremos apreciar que refleja el sentir, el pensamiento y la personalidad no solo de la protagonista sino también de otras mujeres que van apareciendo como personajes secundarios.
Además, se podría decir que para su época Cati era una mujer con rasgos feministas. La obra está situada entre los años treinta y los cincuenta, época en que recién se reconocía a la mujer el derecho al voto. Inimaginable pensar que una mujer se permitiera tener relaciones extramaritales con la decisión y atrevimiento con el que Cati se lo permitió. En el ámbito doméstico Cati llevó una vida totalmente tradicional al inicio pero su condición pudiente le permitió más tarde no hacer los quehaceres del hogar, a lo cual además ella añadió un elemento inaceptable aun en nuestros días que fue el renunciar a su condición de madre, rol del que habla con desdén y desagrado. Posteriormente Cati aprendió a tomar decisiones cada vez con más osadía y se procuró espacios de libertad. Esa temática tan fuera de los cánones establecidos -estemos de acuerdo con ella o no- es el segundo valor de la obra. ¿Qué mujer no se vería invitada a reflexionar sobre su propio desarrollo al ver la evolución de la vida de Catalina desde su juventud hasta su adultez?
El tercer valor de este libro radica en la integración del ámbito personal con el político e histórico, componente ─a mi modo de ver─ mejor logrado que los anteriores. Destaca la caracterización de Andrés como militar y político: un hombre dominante, egoísta, machista, falso y abusivo que ambiciona el poder, y que está lleno de astucias para apoderarse de él o usarlo a su favor cuando lo tiene en sus manos. Su presencia es lo más realista de la obra ya que está vinculada con nombres famosos en México o en referencia a sucesos históricos reales acaecidos en ese país. La atmósfera política tan cambiante es propia de aquella época en que mantenerse en el poder durante un año era ya una hazaña. Esto, percibido desde la intimidad del hogar, desde los ojos de la esposa de un político, le da un valor agregado al recuento de los hechos. De manera aparentemente inocente, constituye una crítica sutil a la corrupción de los políticos.
La narración es ágil, sencilla, apropiada técnicamente y de estilo agradable. Sin embargo, carece de emoción. Incluso en los momentos dramáticos, las reacciones parecen no ser tales a falta de expresividad emotiva. Casi todo sucede sin la tensión del conflicto, la lucha interna por alcanzar un objetivo o el desgarro de un dolor profundo. Todo evoluciona sin notoriedad, como si en el fondo el libro no tuviera un argumento claro. Es la gran limitación de la obra. No obstante, mereció un lugar ─aunque fuera lejano─ entre las cien mejores novelas escritas en lengua castellana entre los años 1982 y 2007. Un gran orgullo para la mujer latinoamericana que recién está incursionando en la literatura.
¿RECOMENDARÍA LEER ESTA OBRA?
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