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Donde las mujeres – Álvaro Pombo

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DONDE LAS MUJERES

Álvaro Pombo. Editorial Anagrama, 1996.

 Álvaro Pombo es un escritor español, nacido en Santander en 1939, en el seno de una familia aristocrática. Se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid, y en Filosofía en el Birkbeck College de Londres. Álvaro Pombo es miembro de la Real Academia Española, militante del partido Unión, Progreso y Democracia y defensor de los derechos de los homosexuales. Ha publicado seis libros de poesía y más de veinte libros de narración, ganando nueve premios por estos últimos. La novela que aquí reseñamos, Donde las mujeres, ha ganado el Premio Nacional de Narrativa.

En este libro la voz de una mujer sin nombre hace una retrospección de su vida familiar mostrando el despertar a la realidad. Presenta su vida desde la época en que tenía una visión ingenua de esta hasta el momento en que descubre su autoengaño y otras mentiras. La voz parece mirar con tristeza esa ingenuidad en la que vivió, pero lo hace de manera controlada. Va llevando al lector paso a paso, sin adelantar los sucesos que obviamente conoce desde la primera página porque justamente es por ello que se decide a escribir: para contar su historia y su proceso. El lector será testigo de la gradual  transformación por la cual la conciencia de esa mujer va contactándose con la realidad, siendo esto probablemente lo que constituye el valor más grande la obra. La novela muestra cómo se puede ver la realidad sin percatarse de su significado, y cómo cuesta abrir los ojos.

Decimos la voz de una mujer, sin que eso sea importante. Primero, porque aunque el autor parece querer que suene a femenina, esta parece más bien masculina, no la voz de una mujer. Esto podría justificarse porque la protagonista fue criada en un ambiente frío; de modo que podría decirse que se convirtió en una mujer flemática. ¿Pero habrá hilado tan fino el autor? Podría ser, pero no lo creo. Mis sospechas infundadas son que él se identifica con la protagonista, y a través de ella se proyecta, es decir que es su alter ego. Obsérvese que el autor, al igual que la protagonista, nació y creció en el hogar de una familia distinguida, diferente a las comunes, una de esas familias que sobresale en la sociedad.  Segundo y principal, porque en la novela no es tan importante la identidad de esa mujer ni su experiencia personal sino aquello que enseña y lo que delata.

La denuncia principal de este libro es la de la insensibilidad humana, tema que Álvaro Pombo tocará más tarde en otras obras como parte de lo que él ha dado en llamar una «crisis contraespiritual» o «un egoísmo institucionalizado». Esto se siente desde las primeras páginas cuando el lector se entera de  que la tía Nines se está dejando morir a raíz de la pena que sufre después de haber perdido a su novio. Esta noticia le es comunicada con sequedad por los adultos de esa familia ─la tía Lucía y la madre de la protagonista─ quienes a pesar de ser testigos de ese drama, prefieren desentenderse del problema y la internan en un convento, abandonándola a su suerte. Ni el dolor de una hermana las toca.

En el transcurso de la obra aparecerán, además, nuevas muestras de indolencia. Tal es el caso de lo que sucederá con Fräulein Hannah, alemana y ama de llaves de la familia, quien después de una vida dedicada a la familia tiene que alejarse de esta. Se accidenta montando bicicleta y debe internarse en la Casa de Socorro. Pasada la urgencia es invitada a regresar a casa para su recuperación total. La familia hace cálculos sobre la conveniencia de recibirla, y concluye que lo que más le acomoda es dejarla fuera del hogar para evitar el trajín y las molestias que ocasionaría el atenderla. Terminado este periodo de recuperación, Fräulein Hannah decide regresar a Alemania con su hermano, recibe una indemnización por los servicios prestados, y así se cierra ese capítulo de la vida para la familia.

Más tarde se descubrirá un gran secreto familiar que confirmará la falta de escrúpulos de la familia, y abrirá los ojos de la protagonista hacia su realidad y la de su familia, subrayando el dolor y la crisis que puede implicar el saberse engañada toda una vida y por sus seres más cercanos además. Esa es la sensación que marca esta novela: el desamparo, la crueldad para con los sentimientos humanos, la frialdad de los demás, el sin sentido de la vida cuando se pretende vivir de imaginarios.

No es casual que el lugar donde se desenvuelve la historia sea una isla de apenas dos kilómetros de ancho, y que la tía Lucía ─el miembro más extravagante de la familia─ viva en un torreón. Es simbólico. Estos lugares representan el aislamiento y el sentido de superioridad. Lo máximo del egoísmo está representado justamente por esa mujer que vive [en] el torreón y que es tan presumida que deja la isla y el mar para viajar cada año en plena época de verano solo para cuidarse el cutis.

La tía Lucía partirá a encontrarse con su novio, Tom Bilffinger, un alemán rico a quien nunca desposó ni amó sino más bien utilizó. Con él empezamos la introducción de los demás hombres que aparecen en la novela, ya que estos juegan roles aún más marginales. Esos hombres son Indalecio, el novio de la tía Nines que murió ahogado; Gabriel, un arquitecto de renombre, el primer amor de la madre, de quien ella se tiene que separar forzadamente; el padre de la protagonista ─un hombre guapo, rico, atento, sensible, de buena labia y perezoso─ para quien la vida estaba hecha para disfrutarse, asistir a fiestas, viajar, ver gente y jugar partidas de póquer, por lo cual termina viviendo separado de la familia; y el profesor de piano, Tomás Igueldo, quien se volverá loco. El dominio de la presencia femenina en la obra justificaría la seudofrase que constituye el título, y serviría para subrayar la gravedad de la falta de afecto y consideración que resulta quizá más dura viniendo de ellas. Sobre el título, sin embargo, Álvaro Pombo ha dicho que designa el lugar donde estamos las personas (aunque aquí se refiera a las mujeres) que es doble: el lugar real y el imaginario, este último alimentado por la memoria de los demás.

La narración es lenta y la lógica interna de las historias parece más bien inconclusa. El autor no se preocupa demasiado en justificar todos los hechos ni en hacerlos relacionarse claramente entre sí. Su aproximación es más bien subjetiva y vaga, transmitiendo desagrado. Le interesa más la psicología personal que la narración definida de los hechos. Su lenguaje revela esta aproximación ya que muchas veces parece querer convertirse en poético a pesar de la negatividad en que se desenvuelve. Es una obra ocupada por el despertar de la conciencia.

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Soldados de Salamina – Javier Cercas

Los soldados de Salamina

SOLDADOS DE SALAMINA

Javier Cercas.  Tusquets Editores, 2001.

Javier Cercas es un escritor español que saltó a la fama tras escribir la novela Soldados de Salamina que aquí reseñamos. Esta novela ha sido reconocida internacionalmente y traducida a más de treinta idiomas. Javier Cercas se licenció en Filología en la Universidad de Barcelona, y trabajó como profesor de literatura española en la Universidad de Geron antes de dedicarse por completo a la escritura. Colabora también con el diario El País. Su familia cercana era falangista, por lo que no es extraño constatar el interés de Cercas en la historia de la Guerra Civil española. Sus puntos de vista ante esta son muy críticos, pero tratan de capturar ambas ópticas, la de los falangistas y la de los republicanos.   

Soldados de Salamina no nos habla de la batalla naval de Salamina que tuvo lugar en 480 a. C. cuando los  griegos tuvieron que detener el avance del gran imperio persa que amenazaba con absorber parte del territorio griego. Nos habla, sin embargo, y mucho, de la Guerra Civil española, por lo cual es fácil dejarse tentar por la  impresión de que ese es el tema central del libro, cuando no lo es. Y no lo es por muchas razones. Una de ellas es que este no es un libro de Historia ni tampoco lo que se llama Historia novelada. Se trataría más bien de una novela histórica, es decir aquella donde los hechos y la ficción se mezclan, predominando lo real por sobre lo imaginario. ¿Qué es cierto y qué no lo es? La duda estará presente a través de todo el libro porque no es fácil determinar cuánto tiene de verídico y cuánto de inventado. La otra gran razón es que en la novela se investigan sucesos muy particulares antes que los hechos sociales o históricos, aunque se aluda a estos inevitablemente.

Rafael Sánchez Mazas, miembro fundador de la Falange ─un partido político español de ideología fascista─ se salva de morir en el fusilamiento colectivo del Collel que los republicanos llevan a cabo hacia el final de la Guerra Civil española, cuando las tropas enemigas los obligaban a retirarse. Al escapar Sánchez Mazas, un soldado republicano lo encuentra, puede delatarlo o matarlo, pero no hace ni lo uno ni lo otro. Le perdona la vida. Estos parecen ser los hilos conductores de la obra: la vida de Rafael Sánchez y la pregunta de por qué ese soldado republicano no lo mató cuando era su enemigo.

Esta es una manera  atípica a  la vez que simbólica de aproximarse a la Guerra Civil española. Después de haberse escrito mucho sobre esta guerra en España, el tema parecía olvidado hasta que apareció Cercas con este libro, expresando esa necesidad de  resucitar lo que realmente no había muerto, porque ─como lo dice muchas veces el autor─ mientras en el presente alguien recuerde lo pasado, todavía el evento no es pasado. Los españoles de esta generación necesitaban reflexionar sobre el tema, recordar lo que vivía adormecido en ellos. Así lo indica el éxito del libro, esmerado en remover el impacto de la Historia, aunque al autor se le haya criticado justamente el no respetar a dicha ciencia, haciendo de los hechos semificción.

Por otro lado, la narrativa de Cercas se enfoca en la figura de un hombre célebre y poderoso del régimen franquista ─Sánchez Mazas─ elevado entonces a la categoría de héroe. Cercas lo  presenta, sin embargo, como la antítesis de la heroicidad, destruyendo la imagen que de él se había creado. El héroe aparece, pero por el lado republicano, en la figura de un simple soldado que al parecer no es ni aliado ni enemigo, sino representante simbólico del deseo de poner punto final a la guerra, de la necesidad de paz, de bondad, de compasión. Lo que para este soldado sería el fin de la Guerra Civil española, para los españoles de hoy sería el deseo de cerrar una larga historia de muerte que apenas había empezado entonces, ya que el régimen franquista que recién estaba por instalarse, en parte gracias a esa guerra, marcaría en España muchas manchas más de sangre, desapariciones y exilio.

Este soldado, representado más tarde en la novela por el personaje de Miralles, es quien reflexiona, además, en lo que significó entregar la vida por una causa mayor ─el ideal de una patria─, sin que después esa entrega le fuera reconocida. Detrás de ese diálogo entre Cercas y Miralles parece subrayarse la futilidad de la guerra. Cercas toca así las fibras de una deuda que España debe sentir pendiente en su Historia.

Otro tema de interés en esta novela es el hecho de que Javier Cercas, el autor, aparezca como periodista y narrador de esta historia. Como mucho de lo  escrito en este libro, ambos ─escritor y personaje─ se parecerán sin llegar a ser la misma persona. El periodista narrará el proceso de creación de esta obra, desde su concepción inicial hasta el momento en que la da por concluida. La novela parecerá, entonces, el testimonio de lo que realmente sucedió para crearla, pero resultará, una vez más, que lo que se narra a veces será cierto y a veces no. Por ejemplo, Cercas ─el escritor─ estaba casado en la vida real y ejercía en aquel momento de catedrático, a diferencia del narrador de la novela. Cercas ─el personaje─ tendrá algunos encuentros con Roberto Bolaño hacia el final de la obra. Este famoso escritor chileno, en efecto,  fue amigo de Cercas, quien en su momento, reconoció haberle comentado al escritor español sobre la existencia de una persona que bien podría haber estado presente en la zona ─tal vez en el Collel─ y en la época en que Sánchez Mazas escapó de la muerte. Acepta también haberle dado pistas para encontrar a ese ciudadano. Todo lo que después añadió Cercas así como sus conclusiones ─dijo Bolaño─ no le pertenecen.

¿Por qué titular a esta novela la batalla de Salamina cuando no se habla de esta? Heródoto, padre de la historiografía, escribió Historiare en 430 a. C. Allí contaba la historia de las Guerras Médicas, donde  se incluye la segunda de estas guerras, siendo la batalla de Salamina parte de ella. Muchas de sus fuentes eran orales, y Heródoto era conciente de la poca fiabilidad de esos informes, dado que muchas veces se contradecían. Si la batalla tuvo lugar en 480 a.C., su historia se escribió cincuenta años más tarde. Por su parte Cercas escribe sobre el episodio del fallido fusilamiento de Sánchez Maza en el Colell sesenta años más tarde con métodos similares. La intención de Heródoto era que no se perdiera la verdad de los hechos. La intención de Cercas era desempolvar una historia del pasado reciente, pero que su generación parecía preferir ignorar, como si fuera algo tan lejano como la batalla de Salamina.

La narrativa de Cercas toca temas de profunda importancia para los españoles y para quienes se interesen en la Guerra Civil española, pero observa los hechos desde nuevos ángulos lo cual invita al lector a interesarse en la complejidad de los fenómenos sociales y políticos, y también a acercarse a ellos con una mirada humana. La novela pareciera por momentos ser una sutil denuncia a la reducción de la realidad, exigida así por la ciencia de la Historia; pareciera también una valoración de la palabra de ciudadanos comunes y corrientes para decir verdades que están latentes. Técnicamente no es un narración lineal ni tiene un final cerrado, sin embargo, su lenguaje es claro y sencillo. En medio de esta simplicidad es interesante constatar que Cercas une en esta obra, no muy extensa, reflexión, sensibilidad, homenaje a los héroes, metaliteratura  e Historia. Es definitivamente un trabajo valioso.

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Malena es un nombre de tango – Almudena Grandes

Malena es un nombre de tango

MALENA ES UN NOMBRE DE TANGO

Almudena Grandes. Tusquets Editores, 1994.

Almudena Grandes, escritora española, ha publicado diez novelas desde 1989 siendo la primera de ellas  Las edades de Lulú, obra erótica premiada con el XI Premio La Sonrisa Vertical, actualmente traducida a casi una veintena de idiomas. De manera similar, ocho años después de publicar Malena es un nombre de tango ya se habían hecho veinticinco ediciones del libro. La autora, además de dedicarse a la escritura, estudió Geografía e Historia en la Universidad Complutense de Madrid, es actualmente columnista del periódico El País y su obra ha sido galardonada con varios premios importantes.

Malena es un nombre de tango es una novela que habla de una mujer en una forma tal que el lector puede sentir que ha sido escrita por una mujer. Penetra en la subjetividad de una adolescente que se enamora por primera vez y experimenta su sexualidad de una manera espléndida y sin límites. La genialidad de la autora consiste en describir ese contacto con la fuerza vital que da el primer amor, y con una intensidad física y emocional que difícilmente pueden transmitir los escritores varones de hoy. Aunque la obra no se ocupa solamente de ese episodio de la vida de la protagonista sino que muestra su desarrollo desde que era una niña hasta su adultez, considero que es el mejor logrado en la novela. No en vano la autora ganó el  premio a la mejor novela erótica con su primer libro, mencionado arriba. Ella es capaz de unir sensibilidad, sensualidad y emociones en un mismo momento, expresando la sexualidad con erotismo y belleza.

No voy a decir que solo una mujer podría haber escrito una novela así porque no creo que la literatura deba dividirse en femenina versus masculina, lo que debería existir es simplemente la literatura expresada en voces personales. Así como la sociedad no debería tener en la práctica diferentes derechos para los hombres y las mujeres en la educación, en el trabajo, en los quehaceres domésticos, etc. sino tan solo ejercer los derechos humanos, así tampoco debería dividirse a la literatura por géneros; sin embargo, las diferencias lamentablemente todavía existen. De ahí que esta obra aumente su valor. Primero, porque es la voz de una mujer expresándose a través de lo escrito. La literatura se convierte así en un medio adicional para que la mujer pueda hacerse conocer e ir conquistando parte de este espacio que tradicionalmente nos ha sido negado. Solo este tipo de aperturas nos da a los seres humanos la posibilidad de acercarnos mutuamente. Por otro lado, podemos adivinar el impacto de esta obra en las mujeres, como lectoras, que se ven contagiadas de esa libertad de expresión, que al romper tabúes públicamente ayuda a quebrarlos también en el ámbito personal.

Madgalena Montero Fernández de Alcántara (Malena) es el nombre de una jovencita nacida en el seno de una familia acomodada madrileña en la década de los sesenta. La familia no solo es tradicional sino que tiene abolengo y una posición reconocida en la sociedad. Sin embargo, tiene también mucho de qué avergonzarse si la contemplamos con los cánones de la época. Es decir que es una familia dividida y cada uno de sus herederos parece encajar en uno de sus extremos. Esas son las imágenes de las que se alimentará Malena desde niña, sintiéndose claramente identificada con el lado malo o maldito (según reza una leyenda familiar): el de la sangre de Rodrigo (un antepasado con doble vida).

Siendo historiadora, la autora ─tal vez sin proponérselo─ da mucha importancia a la historia familiar y  muestra las repercusiones que la conducta de los antepasados tienen en los miembros actuales de la familia. Por ejemplo, quien se suponía conquistador del Perú y quienes vivieron en plena época franquista. Como la misma escritora lo dice, ella no cree que la literatura deba ser utilizada para enseñar sino para emocionar, de modo que no pone énfasis en los hechos históricos. Se trata, más bien de entrelazar pasado y presente. Personajes menos importantes marcan también la vida de sus descendientes, y Almudena Grandes se encarga de que en la novela se repitan ciertos nombres, estilos de vida, preferencias sexuales, etc. como si las historias se repitieran sin importar las distancia generacionales.

Esta novela es un simbolismo de la tradición versus la libertad. Los personajes encarnan uno u otro de los lados. Quizá los más notorios sean el de Malena, la protagonista, el de Reina (la hermana melliza de Malena) y el de Magda (la tía de Malena, hermana de su madre, llamada también Reina) pero existen muchos otros, como el padre, el abuelo, la abuela, etc. La constante de cada una de estas historias es la de haber optado por vivir ya sea la vida «correcta» o, por oposición (nunca coinciden) la vida que realmente querían vivir estos personajes. La misma Malena empieza su vida rezando para convertirse en quien no puede ser (un niño) debido a que como la niña que era no podía responder al modelo que de ella se esperaba. En su adolescencia se libera de las ataduras sociales, en su juventud decide reafirmarse agresivamente en la opción de la diferencia, en su adultez temprana «se endereza» para constatar más tarde que no puede ser feliz así.

A Malena le tocó vivir en una época en que la  sociedad salía de una dictadura fascista larguísima (1939-1975) de modo que cuando la autora nos narra su vida no puede evitar mostrarnos el ambiente  madrileño de aquella época. A través de esta novela se viven entonces las contradicciones y las dificultades a las que se enfrenta una mujer que en aquella época tenía ya la “libertad” de escoger quién ser y deseaba encontrar su auténtica identidad para expresarla y sentirse realizada. La autora señala, sin embargo, algunos casos de generaciones anteriores ─especialmente en la vida de los parientes hombres pero también en la de algunas mujeres─ en los que estas personas descubren y expresan su autenticidad. Deja así en claro que esa búsqueda no se ha limitado necesariamente a las generaciones modernas. Es más, Almudena Grandes ha declarado que escribió esta novela cuando se enteró de que su abuela materna había visto espectáculos con bailarines desnudos en Madrid y comprendió así que las mujeres de su familia no necesariamente habían vivido de lo tradicional a lo liberal de una manera lineal.

Son, entonces, muchos los elementos que hacen de esta novela una obra magnífica: el enfoque global que se le otorga no solo porque abarca diferentes etapas de la vida de una mujer sino que las relaciona con las etapas vividas por otras generaciones; el carácter  intimista y desde una óptica femenina con que se narra la vida de Malena (si alguien quisiera entender cómo vive su sexualidad una mujer y los pensamientos y sentimientos que la embargan, aquí tiene un testimonio magnífico); y last but not least la forma. La autora maneja un vocabulario extenso pero lo introduce de una manera tan natural que su sofisticación es casi imperceptible, logrando que parezca que todo está dicho de un modo sencillo. Inventa cómo transmitir la realidad con hechos imposibles («los muebles susurraban»), recurre constantemente a aproximaciones metafóricas, parece haber encontrado la medida perfecta de extender las descripciones para conectar al lector con las emociones y, como si esto fuera poco, aprovecha esos momentos emotivos para, a través de ellos,  retransmitir la realidad con una modalidad que se acerca más a la poesía que a la narración. Al margen de que la novela es algo más extensa de lo que habría sido ideal, usted no tiene mucho que pensar antes de decidirse a leerla. Valdrá la pena.

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Corazón tan blanco – Javier Marías

Corazon-tan-blanco

                                                     CORAZÓN TAN BLANCO

Javier Marías. Editorial Alfaguara, 1992.

Javier Marías nació en Madrid en 1951. Durante su niñez vivió en su ciudad natal y en Estados Unidos. Comenzó a escribir a los once años, a los quince ya había escrito una novela que nunca publicó y a los diecinueve salió a la luz su primer cuento y su primera novela. Dedicó su vida profesional a la traducción, la edición y la escritura. Es miembro de la Real Academia Española desde el año 2006. Además de ser reconocido internacionalmente como escritor lo es también como traductor. Corazón tan blanco ha recibido el Premio de la Crítica 1992, el Prix L’Œil et la Lettre 1993 y el International Dublin Literary Award 1997. Es su novela más leída y más traducida. A título de ejemplo menciono que se ha vendido más de un millón de ejemplares de esta obra tan solo en la lengua alemana.

La necesidad de callar, la importancia de los secretos, el poder de la palabra, el de un acto o de una intervención verbal, la responsabilidad del que escucha, el sentimiento de culpa, la aparente inexistencia de los hechos silenciados, la libertad cuestionada por el hecho de que estemos obligados a comportarnos según la decisión de otros, la delicadeza de un sentimiento puro y los riesgos del amor de pareja son los principales temas tratados en esta obra.

El título “Corazón tan blanco” alude a una frase de Macbeth ─tragedia escrita por William Shakespeare─ en la que nunca queda claro si con esa metáfora el autor quiere referirse a la inocencia, a la cobardía o quizá a ambos conceptos. Creo que Marías juega con esa ambigüedad pero que el énfasis de la novela no radica en un sentimiento o el otro sino en la relación de la palabra –o el silencio- con ellos. Señala, por ejemplo, que alguien caracterizado por una gran pureza sería incapaz de aceptar una felonía o un crimen; atención, no dice de cometerlos sino enterarse de que alguien los ha cometido. Si se enterara deberíamos prepararnos para presenciar una gran transformación. Ver, escuchar, saber, callar, indagar cobran una gran importancia en las reflexiones del autor.

El argentino Oscar Calvelo ha hecho un traslado del enfoque de esta novela al de la historia española. De acuerdo a su análisis, el padre del protagonista y narrador de esta historia ─Juan Ranz─ fue un sobreviviente de la Guerra Civil y del franquismo e hizo su fortuna con medios moralmente cuestionables. Calló muchas cosas durante cuarenta años aunque al final demostró que estaba dispuesto a hablar ante su nuera, cuya curiosidad era muy decidida. Antes nadie había demostrado tanto interés por descubrir su pasado. Deduzco ─enmarcándome en ese paralelo─ que así se calla o se descubre mucha parte de la Historia. Hay quienes se interesan en develar sus secretos como los que no. Las consecuencias de indagar sobre la historia (la del padre de Juan) o la Historia de España o de no hacerlo ─la protección que da la ignorancia o el olvido─ son parte de las reflexiones de este libro. La comparación tiene mucho sentido si tomamos en cuenta que al padre del autor, el filósofo Julián Marías, se le negó el derecho a dar clases en la Universidad franquista por no haber firmado los principios del Movimiento y fue encarcelado por ser republicano, de lo que puede deducirse que en esa familia hay mucho que callar o decir sobre la represión franquista. Interesantísimo.

No queda claro si el protagonista es considerado un curioso o un apático. Observa, fisgonea y piensa todo el tiempo aunque no pregunta ni actúa mucho, pero me parece que no tiene nada de indiferente. Lo que observa en “el aquí y el ahora” le dice tanto que se resiste a abrir nuevas puertas que podrían resultarle inmanejables. ¿Podría ser esa la actitud de algunos ante la Historia? Juan estaría representando a los que callan, su esposa a los que indagan. En la novela ambos mantienen conversaciones sobre este tema.

La importancia que Marías le da a la influencia que una acción pueda tener en nuestras vidas se muestra claramente en las últimas páginas de la novela, donde se retoma una de las primeras escenas importantes del libro para cambiarle de curso. Es decir se repite el inicio de la historia pero enseguida se anuncia otro guion y ahí termina la obra. Con ello nos quiere mostrar una vez más cómo un pequeño movimiento puede cambiar el curso de una vida. Esto se constata también en la falsa traducción que Juan ─intérprete que trabaja para organismos internacionales─ hace del diálogo de dos altos cargos políticos (la crítica ha sugerido que se refiere a Margaret Thatcher y Felipe González), entre otros ejemplos.

Esa es la novela, pero sucede algo particular. El autor introduce algunas historias a manera de ensayos, historias que son ajenas al tema central. Técnicamente esto es lo que se ha dado en llamar el hibridismo genérico. Así, al leer esta novela parece que estuviéramos leyendo adicionalmente algunos ensayos. Por estos nos enteramos de la vida profesional de los traductores, de la forma cómo un experto internacional de arte puede hacer fortuna con su profesión y de la peculiar manera cómo una amiga y colega del narrador busca conocer un hombre en su vida. Mientras tanto nos distraemos del núcleo de la historia. La pregunta es: ¿esto es bueno o malo? Para una purista como yo esto no es agradable porque las ramificaciones restan concentración y emoción. Sin embargo debo confesar que hay algo genial en el trabajo de Marías porque introduce sucintas narraciones tan completas que por muy ajenas que sean a la novela terminan enriqueciéndola. Además sospecho que el autor añade estos ensayos intencionalmente, como parte de su manejo del suspenso. Y las emociones aparecen allí, en la espera de volver al núcleo. Nos obliga a vivir con interés otros momentos, como la vida nos obliga a veces a distraernos de nuestros objetivos centrales haciéndose cada vez más compleja e interesante. La purista deja de serlo con este escritor.

Por último debo mencionar dos características técnicas adicionales en la narrativa de Marías: una es el manejo de los tiempos en cámara lenta y la otra es la extraordinaria y detallada descripción de algunos personajes o hechos ─como aquel de la escena inicial o el padre, entre tantos otros. Permítanme citarles parte ─aunque muy recortada─ de una de estas descripciones como prueba de lo que afirmo:

“Ranz, mi padre, me lleva treinta y cinco años, pero nunca ha sido viejo […] ofrecía la imagen de un hombre mayor presumido y risueño, complacidamente juvenilizado, burlona y falsamente atolondrado […] él ha llevado siempre el abrigo echado sobre los hombros, sin meter nunca las mangas […]. Todo en él ha sido siempre agradable […], desde su mirada vivaz (como si todo le divirtiera, o a todo le viera la gracia) […] Tenía unas facciones no del todo correctas, y sin embargo pasó siempre por un individuo guapo, al que le gustaba gustar a las mujeres […]. Lo más llamativo de su rostro eran sus ojos increíblemente despiertos, deslumbradores a veces por la devoción y fijeza con que podían mirar, como sí lo que estuvieran viendo en cada momento fuera de una importancia extrema, digno no solo de verse sino de estudiarse detenidamente, de observarse de manera excluyente […] Esos ojos halagaban lo que contemplaban. Esos ojos eran de color […] castaño tan pálido que a fuerza de palidez cobraba nitidez y brillo […] eran móviles y centelleantes, adornados por largas pestañas oscuras que amortiguaban la rapidez y tensión de sus desplazamientos continuos, miraban con homenaje y fijeza y a la vez no perdían de vista nada de lo que ocurría […] Y aún había un tercer rasgo, las cejas pobladas y siempre enarcadas […]. Mi padre levantaba las pobladas cejas […] por cualquier motivo o incluso sin motivo […]. De ese modo me ha mirado siempre […] con la ligera ironía de sus cejas como sombrillas abiertas y la fulgurante fijeza de sus pupilas, manchas negras de sus iris solares, como dos centros de una sola diana”

Solo por una de esas caracterizaciones Javier Marías merecería otro premio internacional y nuestro compromiso de hacer todo lo posible por leerlo. Con lo primero él ganaría más del reconocimiento que merece, con lo segundo nosotros viviríamos una experiencia inolvidable. Leer a Marías debería constituirse en una meta o un sueño para todo buen lector.

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Paisajes después de la batalla – Juan Goytisolo

Paisajes

 

PAISAJES DESPUÉS DE LA BATALLA

Juan Goytisolo. Editorial Palabras Mayores, 2013.

Juan Goytisolo nació en Barcelona en 1931. Su madre murió por un bombardeo realizado bajo el gobierno franquista cuando él tenía apenas siete años; con el tiempo sus obras fueron prohibidas bajo dicho régimen.  Goytisolo se autoexilió en París (1956) y en Marrakech, Marruecos (1996). Su vasta obra más de cuarenta novelas, ensayos, entre otros escritos recorre desde el lirismo hasta la crítica de la sociedad, cultura y religión de España. Se le considera el escritor más importante de los llamados “hijos” de la guerra civil española.

Paisajes después de la batalla es un rompecabezas cuyas piezas se escapan  por un mundo a veces imaginario, a veces introspectivo, a veces irónico,  a veces social, a veces político, a veces degradante, y hacen de esta obra un laberinto en el cual el lector no sabe dónde está el comienzo o el final, no puede precisar con facilidad de qué  trata ni cuáles los mensajes que el autor nos quiere transmitir.

Después de un gran esfuerzo de comprensión llegué a clarificar apenas algunas cosas.  Se ambienta a inicios de la década de los ochenta en El Sentier, un barrio parisino atípico ya que en él viven judíos, portugueses, árabes, afganos, paquistaníes, bangladesíes, turcos, etc., estos últimos llegados después del golpe militar en Turquía. El protagonista vive en el séptimo piso de un edificio de ese barrio. Este  hombre, extranjero también, es un misántropo, se ha aislado de todos sus amigos e incluso de su mujer —la cual vive en un departamento vecino. Tiene hábitos desagradables  —como orinar en el lavabo, por ejemplo—, practica el onanismo, declara que le gustan sexualmente los animales, y contesta anuncios eróticos con fantasías pervertidas utilizando el seudónimo de El Reverendo. Para colmo, es un sátiro que mira y seduce niñas. En su lado menos sórdido colecciona artículos de periódico con noticias particularmente interesantes, contribuye con un periódico al que envía artículos que denotan preocupación por asuntos de carácter científico como la acumulación de dióxido de carbono y el calentamiento global, y ama la poesía sufí.

Aparte de este perfil medianamente claro, todo lo demás es desordenado, enmarañado, satírico y sarcástico. El libro se compone de setenta y cuatro artículos que —como el mismo autor lo admite— son una narración “mal hilvanada y dispersa”, “confusa y alambicada”. Por ejemplo, en uno habla de discriminación racial, y a otro lo titula Charles Lutwidge Dodgson (más conocido como Lewis Carroll, autor de Alicia en el país de las maravillas) para hablar de su debilidad hacia las niñas. Después trata de teologismo (sic) dialéctico mofándose de Albania, país revolucionario y perfecto. Enseguida se centra en el egocentrismo democrático a través de la ridiculización de la gordura de un dictador. De pronto se interesa en visitar a un vidente, o se aparece en un café donde le entregan propaganda altamente subversiva e ilegal para su difusión; después asiste al cine para ver películas pornográficas. Enseguida hace una parodia de los intereses mercantilistas o cuestiona la Península Ibérica —se puede suponer que a España en particular— por asumirse como el centro del mundo. En otro momento, la policía lo cita, desnuda y acusa de conspirador esperando que haga la revelación de todos los secretos de su organización. Más tarde dos raptores adhieren una carga explosiva a su pecho y le exigen que confiese todas sus verdades. En un acto derivado tal vez de ese momento donde las horas de su vida están contadas, ya hacia el final de la obra el autor parece querer aclarar las cosas y nos habla de su ser fragmentado que lo jala hacia diferentes caminos (ideas, sentimientos, pulsiones), de su desdoblamiento como escritor, narrador y personaje (¿en la obra habla el protagonista o habla él?, ¿el colaborador de El País que escribe sobre ciencia es realmente un presunto homónimo o es él mismo?), nos cuenta que ha inventado a su esposa y que todo el barro que ha echado sobre él —al parecer el protagonista de este libro es el álter ego de Goytisolo— es para develar lo peor de su ser, despertar toda la antipatía y desdén posibles. Ha querido tocar el fondo del abismo. ¿Para qué? ¿Para representar mejor a un ser marginal que además de ser extranjero es víctima de persecución política cuando es el último representante de una comunidad asolada a la cual solo quería defender? ¿Para que al desnudar su ser se vea la complejidad del ser humano? Su excentricidad —así lo dice el mismo autor— es una defensa contra la normalización de la época.

Lo cierto es que el libro anuncia hace treinta años lo que iba a pasar con el París de hoy, donde los inmigrantes penetran paulatinamente a la ciudad, la toman, la revolucionan y dejan paisajes de guerra y alteración detrás de ellos. París desaparece, se transforma. La obra nos deja, además la sensación de decepción sobre los problemas políticos de este mundo, nada parece serio, todo parece absurdo, ridículo, equivocado. Los seres humanos no parecemos saber cómo gobernarnos a nosotros mismos.

Siendo Goytisolo el famoso escritor que es, no es difícil encontrar entrevistas y declaraciones suyas, y conocer a través de ellas sus intereses y pensamientos. Eso puede ayudarnos a entender su obra. Habla el árabe dialectal del norte de Marruecos, conoce y reconoce el mestizaje entre las culturas islámica e ibérica. Defiende los derechos de los inmigrantes. Critica los nacionalismos religiosos y políticos.  Cree que España debería ser el puente entre Europa, Latinoamérica y el mundo musulmán pero que en lugar de asumir esa parte de su identidad rechaza el mundo árabe, no por ignorancia sino por discriminación. Está convencido de que la amalgama de culturas gesta una forma de vida alternativa, siempre más creativa que la que puede ofrecer una sola cultura.

Es extraño que un hombre que se expresa con tanta claridad oralmente enrede tanto sus pensamientos  cuando escribe. Solo se explica de una manera: lo hace intencionalmente. Y esta no es una interpretación personal sino una declaración propia del autor, aquí lo cito: “A mí solo me interesan los libros que me provocan un desafío. Lo que procuro no es tener un gran número de lectores, sino el mayor número posible de relectores”, “porque una obra literaria de enjundia obliga a volver sobre ella y a releerla”. “Tú no puedes contradecir Paisajes después de la batalla porque en él están todas las ideas y al mismo tiempo la negación de estas ideas. Es la duda total. Es enseñar al lector a dudar”.

Aquí llegamos al punto final de nuestras primeras reflexiones sobre este libro. Y me veo en la encrucijada de decidir si el libro es recomendable o no lo es. Supongo que para un intelectual ávido de retos de erudición y reflexión sí lo es, y óptimamente. Para mí, que en la literatura busco arte,  solaz e inquietud –no terremoto– intelectual, no lo es. Tengo una regla muy clara: si debo leer tres veces una obra, no para entenderla del todo sino para comprender al menos sus mensajes principales (¡y quién sabe ni siquiera llegue a esa comprensión!) entonces ese libro no es para mí. Y lo que no recomiendo para mí, no puedo recomendarlo para otro. Confieso, sin embargo, que el autor logró su cometido. Este será un libro inolvidable, me llenó de preguntas y me dejó la sensación de que  debería abrir otras puertas en mi camino. Goytisolo merece toda mi admiración pero preferiría nutrirme de él a través de sus conversaciones —inteligibles todas— antes que de sus intrincados escritos.

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Bartleby y compañía – Enrique Vila-Matas

Bartebly

BARTLEBY Y COMPAÑÍA

Enrique Vila-Matas. Editorial Anagrama. Barcelona, 2002.

Vila-Matas es un escritor español nacido en Barcelona en 1948, autor de veinticuatro obras de narrativa y nueve ensayos. Ha recibido casi una veintena de premios y distinciones, la mayoría provenientes de Europa. El libro que aquí  citamos fue escrito en 1999.

Bartlebly y compañía no es propiamente dicha una novela sino una suerte de investigación que consta de ochenta y seis notas a pie de página, a razón de página y media por nota. ¿A qué texto se refieren esas notas? A ninguno. Son apuntes sueltos sin mayor relación entre ellos. Podríamos decir que se trata de un diario ya que el narrador cuenta de vez en cuando cómo se siente ese día, qué está haciendo o pensando, y comparte algunos recuerdos personales. El único hilo argumental es muy débil: un escritor, que había dejado de escribir durante veinticinco años, vuelve a la narrativa para escribir a propósito del tema de la negativa a escribir. Y ahí nacen las notas.

El nombre de Bartleby proviene del protagonista de un relato del estadounidense Herman Melville -el autor de Moby-Dick. En Bartleby, el escribiente Melville caracteriza a su personaje como un hombre que prefería ‘no hacer’ al punto de terminar dejándose morir de hambre por preferir ‘no comer’.

Las observaciones de Vila-Matas se refieren a los Bartleby, personajes reales, más o menos famosos. Pretenden explicar por qué algunos de esos escritores decidieron no volver a escribir, o por qué otros no han publicado nunca a pesar de tener el potencial para hacerlo. Otros casos apuntan a escritores que buscan permanecer en el anonimato. A través de estos  grupos pasa una centena de nombres, por ejemplo, el mismo Melville, Juan Rulfo, Rimbaud, Arthur Cravan, J. D. Salinger, Julio Ramón Jimenez, Emilio Adolfo Westphalen, Guy de Maupassant,  etc. al conjunto de los cuales los llama “los escritores del NO”.

El texto se ve enriquecido cuando el autor toma argumentos de renombrados escritores -o personajes conocidos al menos- que tocaron este tema directa o indirectamente. Por ejemplo, cita a Kafka ─a quien se refiere reiteradamente─ Oscar Wilde, Julio Ramón Ribeyro, León Tolstói, etc.

Si bien en la obra se mezcla ficción con realidad, el contenido está basado fundamentalmente en hechos verídicos. A través de cada caso nos acercamos al espíritu de la creación, a la personalidad del creador, muchas veces suicida, enajenado, homosexual, extraño, solitario. En el fondo, de lo que se trata es de reflexionar sobre el valor de la literatura. O tal vez debería decir sobre la falta de sentido de continuar escribiendo, como si todo ya se hubiera dicho y no hubiera nada más que añadir, como si el lenguaje no pudiera expresar  la vida, o como si en el caso de que pudiera no valiera la pena dejar de vivir para escribir sobre la vida. Como dice el narrador: “Me dispongo, pues, a pasear por […]  los senderos de la más perturbadora y atractiva tendencia de las literaturas contemporáneas: una tendencia en la que se encuentra el único camino que queda abierto a la auténtica creación literaria; una tendencia que se pregunta qué es la escritura y dónde está y que merodea alrededor de la imposibilidad de la misma y que dice la verdad sobre el estado de pronóstico grave ─pero sumamente estimulante─ de la literatura de este fin de milenio”.

Toda persona que quiera reflexionar sobre el sentido de la literatura podría echar mano de este libro, y ningún escritor debería perdérselo.

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