La Virgen de los sicarios – Fernando Vallejo
LA VIRGEN DE LOS SICARIOS
Fernando Vallejo. Alfaguara, 1993.
Tremenda novela. Empecemos por la temática. El protagonista, un hombre maduro llamado Fernando, gramático de profesión, homosexual y querellante, regresa a Medellín, su ciudad natal, después de haber vivido fuera de Colombia durante muchos años (nótese que todas estas características, sin excepción, coinciden con la del autor, Fernando Vallejo, lo cual no es extraño pues muchas de sus obras son autobiográficas). Fernando conoce a Alexis, un muchacho menor de edad con quien decide convivir, y de quien descubre que es un sicario. Acompañado de Alexis, camina por la ciudad y es testigo de una serie de crímenes que éste comete sin experimentar el menor remordimiento y bajo total impunidad. De ellos nos habla, al mismo tiempo que nos muestra la gran transformación que ha sufrido su ciudad desde la época en que él viviera allí.
Su enfoque es aun más sorprendente que los mismos hechos. O el autor es un brutal provocador, irónico y sarcástico al extremo, o es un racista, clasista, suerte de neofascista o neonazi; a menos que sea una mezcla de ambos. Veamos algunas de sus perlas: Dios no existe, y si existe es malo, es el Diablo; los funcionarios de hoy en día no tienen imaginación como no sea para robar; el gen de la pobreza se trasmite, por razones genéticas el pobre no tiene derecho a reproducirse; no hay plaga mayor sobre el planeta que el campesino colombiano, no hay alimaña más dañina; en Medellín no hay inocentes, todos son culpables y si se reproducen más, padecen de una vileza congénita, crónica, es una raza envidiosa, rencorosa, embustera, traicionera, ladrona. ¿Soluciones? Cortar de tajo, cianurarles el agua, o instaurar un paredón donde pueda aplicarse un fumigador, y de ahí al pudridero; el Estado está para reprimir y dar bala, no más libertad de hablar, de pensar, de obrar, de ir de un lado a otro, lo demás es demagogia, democracia.
Suficiente. Demasiado. Así se expresa el autor. Sólo queda preguntarnos: ¿cuánto de esto piensa Fernando Vallejo realmente? ¿es pura ironía? ¿o lo que busca es despertar nuestras conciencias, inducirnos a la polémica?
Al margen de la bellísima estética de su lenguaje, de la ágil dinámica de su narrativa y de la desafiante complejidad con que transmite sus mensajes, esta novela es profundamente dolorosa y deprimente. Conlleva un cuestionamiento existencial de la vida del ser humano, la que al parecer de su autor no tiene ningún valor ni razón de ser. Vallejo transmite en esta novela desesperanza total, decadencia, nihilismo. Allá usted si se atreve a leerla (aunque yo no me la perdería).
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Muñequita linda – Jorge Carrigan
MUÑEQUITA LINDA
Jorge Carrigan, escritor nacido en Regla, La Habana, Cuba en 1954. Ha escrito más de una docena de obras de teatro, cuenta con una vasta obra poética y en el año 2010 incursionó en la novela con su exitoso libro Bailar con la más fea. Su segunda novela Muñequita Linda acaba ser lanzada al público en noviembre de 2011 en Ottawa, donde actualmente reside.
Con esta obra Jorge Carrigan se reafirma como escritor una vez más. Si bien la descripción de lo que es una buena novela depende mucho de las intenciones de su autor, de su público lector y de la época o el lugar donde se escriben, podemos afirmar que esta novela es de calidad. Sus cualidades son múltiples: originalidad, agilidad, humor, sátira, atrevimiento, sencillez, claridad de expresión, riqueza léxica sin llegar a la exquisitez y, como si todo esto fuera poco, es una novela que nos invita a reflexionar sobre la sexualidad, la valoración de la mujer y las repercusiones que el avance de la tecnología podría traer a la humanidad.
El tema es muy original: la ciencia ha producido un novedoso juguete erótico, ha creado una muñeca que lejos de ser de caucho o parecer artificial, semeja a un ser humano. Ella es la Muñequita Linda cuyo nombre es Laura. No solamente habla y siente sino que piensa, y por todo ello entabla un juicio a su marido –o sea su comprador- por maltrato, solicitando se le separe de él. Esa es la trama principal de esta obra.
La contracubierta del libro así como el póster creado para su presentación enfatizan que el objetivo de la obra es poner “en tela de juicio, literalmente, nuestra capacidad para juzgar la moral y la ética de nuestros semejantes partiendo de nuestras experiencias”, afirmación con la cual voy a discrepar. Muñequita Linda es un libro más marcado por el erotismo que por una reflexión ética, y no veo razón para tratar de disfrazar su naturaleza. Los tiempos en los que hablar de erotismo era reprobado tal vez no hayan acabado del todo, pero eso mismo da un valor adicional a este libro. No es muy difícil introducir una escena erótica en cualquier obra, pero lo que aquí hace el autor es presentar reiteradamente situaciones eróticas sin caer por ello en lo obsceno ni perder el hilo de la historia que se narra.
Aquello de que Laura nos cuenta historias de la vida sexual de los personajes de la novela para mostrar que no están capacitados para juzgarla casi no se sostiene. Para empezar el único que realmente tiene que juzgar si el trato recibido por Laura fue moral o no, es el juez; quien a fin de cuentas parece dar un fallo acertado. Los abogados de quienes se dice protegen los valores sociales, parecen perder este derecho a partir de las historias de sus propias experiencias sexuales, pero uno de ellos la defiende y el otro –al igual que el marido- está más interesado en proteger la propiedad privada que en juzgar a la demandante. Fredy, el dueño de la tienda en la que vendieron a Laura, actúa como comerciante. El Sr. Matsuda, creador de Laura, está enamorado de ella. Después aparecen nuevos personajes: un exsacerdote y su pareja, dos monjas lesbianas y un animador de televisión, ellos nada tienen que ver con el juicio; sin embargo, el autor nos expone parte de la vida sexual de cada uno de ellos. Jorge Carrigan no está empeñado en reflexiones éticas sostenidas por una argumentación que busque determinar lo que es moral y lo que no lo es, o para demostrar quién tendría el derecho de juzgar o no. Él quiere hablar de asuntos eróticos. Este tema le interesa, como lo muestra también mucha de su poesía donde el autor se aproxima con acierto al mundo de lo sensual. Bien por el erotismo. Y dejemos descansar a la ética.
Muy buen trabajo, excepto por imprecisiones en el manejo del lenguaje, particularmente en la ortografía fina y en el respeto de refinadas reglas de sintaxis. Podría decirse que esto es imperdonable en un escritor, pero personalmente voy a pasarlo por alto, probablemente por última vez, ya que sus atributos son muchos y justamente los más difíciles conquistar. A nosotros nos toca leer este libro como al autor le toca seguir escribiendo.
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Travesuras de la niña mala – Mario Vargas Llosa
TRAVESURAS DE LA NIÑA MALA
Mario Vargas Llosa, novelista, ensayista y dramaturgo, nacido en el Perú. Ha recibido alrededor de un centenar de premios y distinciones donde destaca el premio Nobel de Literatura en el 2010. Escribió este libro, Travesuras de la niña mala, en el año 2006.
Travesuras de la niña mala es una historia de amor. Descontando la obra La tía Julia y el escribidor donde el autor narra la historia real de la relación que lo llevó a unirse a su primera esposa, esta es la primera novela de ficción donde Vargas Llosa trata de una relación amorosa… si se puede llamar amor a ese sentimiento unilateral, tormentoso y doloroso.
El protagonista y narrador, Ricardo Somocurcio, es un traductor profesional, inquieto intelectualmente, un hombre de valores sólidos, que aspira a vivir en París y obtener una cierta estabilidad económica, y lo logra. En su temprana juventud se enamora de una joven que estaría presente en su vida por intervalos irregulares durante cuatros décadas. Nunca más aparecerá otro gran amor en su vida; tampoco formará una familia. Ella se convierte en la mujer de su vida, la única mujer; la busca, la espera, la extraña, la cuida, le ofrece, le da, sucumbe ante ella incondicionalmente; a pesar de que ella no lo merece ni le corresponde.
Ella es una mujer fría que ambiciona poder y dinero desmedidamente. Para conseguirlos, seduce, miente, roba, trafica, manipula, etc., comportamiento que le lleva desgracias de tiempo en tiempo. Ricardo aparece en su vida en esos malos momentos. Ella lo usa temporalmente, y lo abandona cuando ya no lo necesita. Muchos de sus encuentros describen su desamor así como su vida sexual; mientras que sus separaciones dan pie a que ella se involucre en empresas riesgosas. Por ambas razones se ha dicho que esta obra es también una novela erótica o de aventuras. Y es verdad, tiene de ambas. Sin embargo, sigo pensando que el hilo conductor de la obra es la relación de amor que ellos protagonizan; y esto pese a que no se encontrarán escenas románticas ni una profunda exploración de sentimientos o emociones.
De estas dos personalidades tan disímiles nacen los apodos de la niña mala y el niño bueno. Ninguno de los personajes es envidiable pero el lector está invitado a presenciar ambas vidas, y a sentir el desasosiego que ellas producen. Podemos sentirnos distantes o identificarnos con algunos rasgos de sus personalidades, podemos comparar nuestras vidas, recordar, molestarnos, juzgar, detestar, etc., pero no quedaremos indiferentes. Vargas Llosa sabe cómo atraparnos.
La novela se desarrolla en Lima, París, Londres, Newmarket, Tokio, Madrid (barrio de Lavapies) con escenarios de acontecimientos políticos e históricos, así como de transformaciones o características culturales de estas ciudades. El autor introduce, además, varios personajes a los que con pocas palabras les hace adquirir una identidad particular. La historia se enriquece con estas presencias. No hay lugar para aburrirse.
La pregunta nunca respondida en la historia de la humanidad: “¿Qué es el amor?” merodeará en nuestras cabezas al terminar el libro. Percibiremos la vida como corta, delicada y preciosa, donde las cartas mal jugadas pueden llevarnos a la ruina emocional, sentimental y económica. Contrarrestando, nos dejará la sensación de que la vida hay que vivirla y bien, antes de que se vaya o de que nos arrincone.
En cuanto a estilo, es una narración cronológicamente ordenada –algo raro en el autor- con una prosa sencilla, clara, precisa, un vocabulario cultísimo, giros temáticos cautivantes, una trama fascinante llena de sorpresas que hacia el final nos pone el alma en vilo y nos mantiene atados a una sola pregunta hipnótica: “¿En que terminará tanto enredo?”.
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Los años con Laura Díaz – Carlos Fuentes
LOS AÑOS CON LAURA DÍAZ
Carlos Fuentes. Alfaguara, 2008.
Carlos Fuentes, panameño de nacimiento y mexicano de nacionalidad. Ha tenido una vida cosmopolita desde su niñez, en la que su padre -diplomático de profesión- lo llevara a residir en varias ciudades latinoamericanas. No obstante, México siguió siendo el terruño al que volvía siempre, el palpitar de su corazón. Ha escrito novelas, relatos, cuentos, ensayos, teatro, libretos de ópera y guiones para películas, obra por la cual ha recibido el Premio Rómulo Gallegos, el Cervantes y el Premio Príncipe de Asturias, entre otros.
Los años con Laura Díaz es una obra monumental, de temática global y estilo altamente sofisticado, no apta para los que recién incursionan en la literatura. Contrariamente a lo que el título sugiere, la vida de Laura Díaz no es su objetivo principal, diría más bien que es su pretexto. La obra trata de la historia de México, a la vez que presenta el retrato de sus encrucijadas, desde inicios del siglo pasado hasta comienzos de los setenta.
La obra es global o total porque aborda la complejidad de una sociedad en varios aspectos, a saber: sus luchas políticas, su producción cultural y su relación con los eventos internacionales más relevantes de la época; además -como si esta pretensión fuera poca- se sumerge en la vida de una mujer para hilar esos hechos. El autor ha declarado que parte de la obra se inspira en la historia de su familia; es decir que maneja tres enfoques al mismo tiempo: el social, el familiar y el individual.
Se ha dicho que la novela está escrita tratando de rescatar el punto de vista femenino ante el acontecer mexicano, planteamiento que no me resulta convincente. Laura Díaz está allí, a mi entender, porque su presencia facilita los contactos sociales y políticos sobre los que Carlos Fuentes quiere hablar. Podríamos decir, sin embargo, que un protagonista hombre hubiera podido también cumplir este rol. ¿Por qué entonces eligió a una mujer? ¿Porque el autor buscaba una mirada externa y le resultaba más fácil apartar a una mujer de los eventos socio-políticos e históricos? ¿Porque una mujer se presta más a representar al ser que observa, siente, se confunde y reacciona ante esos hechos?
Lo cierto es que Laura Díaz escuchará hablar de Pancho Villa y de Emiliano Zapata, tendrá un hermano que morirá joven en defensa de sus convicciones políticas; se casará con un líder del movimiento obrero revolucionario, tendrá un amante español -representante de la República Española en México- que participó en las batallas de invierno de 1937 en el Jarama – uno de los episodios más célebres de la guerra civil española-, trabajará para Diego Rivera y Frida Kahlo, se relacionará con víctimas de la persecución macartista –negro capítulo de la historia de Estados Unidos que se desarrolló entre los años 1950 y 1956-, amará a un estadounidense residente en México que al parecer no puede vivir en su país de origen por las razones que acabamos de mencionar, etc. ¡Qué conversaciones no escuchara la protagonista provenientes de los fundadores y dirigentes del sindicalismo obrero, de los inmigrantes españoles que huían del régimen franquista, y de artistas e intelectuales mexicanos, entre otros!
Dada la importancia que Carlos Fuentes le da al aspecto cultural, Laura no basta para introducirlo en la trama. De modo que el autor, aprovechando el poder del narrador omnisciente, se encarga de enfocar y ensalzar la cultura: aparece la música, la poesía, el cine, la novela, la pintura, el teatro, la fotografía; todos acompañados de nombres o títulos concretos que el autor se encargará de hacernos conocer o recordar.
No faltarán reflexiones sobre el papel de la iglesia católica y recriminaciones a ésta; el repudio a la Alemania nazi, referencias a filósofos reconocidos mundialmente como Husserl y algunos de sus discípulos, la denuncia de la masacre de jóvenes estudiantes acaecida el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, pinceladas de la idiosincrasia mexicana; en fin, una novela de nunca acabar, escrita en seiscientas densas páginas.
El estilo literario de la novela no es menos grandioso. Dentro de las técnicas más conocidas en la literatura encontramos: la recopilación, la repetición, la circularidad (vuelve a los comienzos) y la intertextualidad (por ejemplo, en la obra aparece Artemio Cruz). Menos comunes serán los momentos deslumbrantes en que el autor parece olvidarse de que está narrando y se desliza hacia el campo poético inadvertidamente. Bellísimos relámpagos.
Aparte de las referencias que venimos de nombrar, no hay nada normal en la novela, lo más simple de la obra ya es complejo: la intriga. Es obvio que Carlos Fuentes tiene un objetivo detrás de cada historia, tan obvio como que no quiere decírnoslo. Lo oculta, se empeña en que no sea claro. Preguntará, volverá a cuestionar y regresará sobre las interrogantes; pero no les dará respuesta. ¿Qué estas pueden leerse entre líneas? Es posible. Entonces habrá que leer tres veces este libro para encontrarlas, no menos. No hay reseña que pueda alcanzarlo, es una novela podría servir como tema de muchas tesis doctorales.
Acerquémonos ahora a lo más sofisticado. La novela cuenta con veintiséis capítulos, digamos veinticuatro ya que el primero y el último actúan como prefacio y epílogo respectivamente. Cada uno de ellos está titulado con el nombre de un lugar –de los cuales solo dos se repiten- y una fecha. Esto es lo que en literatura se ha dado por llamar cronotopo (crono viene de tiempo y topo de espacio), término extrapolado de la física, y que es –por decirlo de una manera simple- una manera de organizar la narración, se escoge un lugar y un tiempo para enmarcar los hechos.
Esta aproximación que pudiera parecer inocente tendría con Carlos Fuentes una explotación completa. Para ilustrar esto propongo como ejemplo el capítulo XVII en el que Laura romperá definitivamente con el gran amor de su vida. Sucede en Lanzarote, una isla del archipiélago canario en España, lugar al que Laura tiene que viajar cruzando el océano Atlántico. ¿Para qué tanto esfuerzo? ¿por qué no una ciudad de España si de ir al otro continente se tratara? … Para darnos soledad, para aislarnos, para que con solo ver a Laura pisar ese lugar, ya sintamos incomunicación y desamparo, sin saber ni siquiera lo que va a suceder. Las metáforas inundarán los primeros párrafos de ese capítulo, y aunque no estemos seguros de a qué se están refiriendo, el agobio entrará en nosotros y sabremos que algo hondamente doloroso está por pasar. Ellas se referirán a cambios históricos y a cambios en la naturaleza cuando tal vez desean aludir a las transformaciones de este hombre (cronotopo de la metamorfosis). Imposible que nuestras emociones permanezcan neutras. El autor tiene demasiados recursos para impedirlo.
Finalmente subrayaré el concepto de la mimesis que caracteriza a toda la obra. La mimesis es un modo de abordar la realidad la cual, aunque parezca ser una, puede atraparse de muchas maneras. En la mimesis la realidad no se captura textualmente, se crea una nueva realidad que se parece a la original para hablar de esta. La realidad, así, puede ser creada a partir de una teoría, de un cuadro, de una película, etc. Veamos algunos ejemplos. Los dos hijos de Laura recorrerán caminos opuestos en sus vidas, uno se dedicará al arte y el otro a los negocios. A mediano y a largo plazo ambas opciones resultarán en mundos diferentes. Esto que parece ser simplemente la vida de dos personajes, apostaría a que tiene otros mensajes. Creo que ellos simbolizan la pugna de dos visiones del mundo por las que los jóvenes mexicanos tenían que optar. No doy otros detalles para no develar más la trama, pero si leen el libro observen los que esas vidas podrían estarnos diciendo de ambos enfoques. Hay muchos más ejemplos, y a veces más evidentes, como es el caso de un sacerdote que lleva en él todos los males que se le atribuyen a la iglesia católica; el caso del esposo de Laura que representaría al movimiento obrero y sus dilemas; el caso de Laura misma cuando se dedica a la fotografía y nos muestra a través de esta las partes más crudas de la sociedad mexicana. Es decir, que se habla de la historia de México en dos niveles: el que menciona los hechos de la Historia –nivel que ocupa poco espacio en la obra- y el que está implícito en la vida de cada personaje.
O todo esto es producto de mi imaginación, o Carlos Fuentes es un genio de la literatura.
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Los vigilantes – Diamela Eltit
LOS VIGILANTES
Diamela Eltit. Editorial Sudamericana, 2001.
Diamela Eltit nació en 1949 en Santiago de Chile. Se graduó en Literatura en la Universidad de Chile e inició un postgrado en la Universidad Católica. Es autora de dieciséis libros. No escribe de manera tradicional sino que recurre a figuras alegóricaspara transmitir un mensaje reflexivo, y a veces subversivo. Ese lenguaje enrevesado parece explicarse por el lugar y el momento en los que ella comenzó a escribir: en Chile en la década de los 80, en plena época pinochetista, cuando era muy difícil para los escritores expresar críticas al sistema de manera abierta. Eltit ha sido candidata al Premio Nacional de Literatura de Chile. Su novela Los vigilantes recibió el Premio José Martín Nuez 1995.
Los vigilantes es una novela corta, totalmente alegórica. La obra está cifrada de tal manera que terminé de leerla sin entender exactamente qué es lo que la autora quería transmitirnos. Si usted desea descifrarla aquí le presento los elementos que nos provee el libro.
El primer personaje que aparece es un hijo que no habla, babea copiosamente, desprende risotadas estrepitosas e inesperadas, se golpea contra las paredes, utiliza un lenguaje a veces desconcertante («BAAAM, BAAM», «TON TON TONto», etc.) y ejecuta juegos corporales extraños, a veces a gran velocidad al punto que pareciera desaparecer o desintegrarse. Sin embargo, piensa y parece tener un juego inteligente con sus vasijas, es consciente de lo que hace su madre, y de los efectos que su comportamiento produce en ella y, anote usted, les captael pensamiento a ambos padres.
El segundo personaje –que parece ser el personaje principal- es una mujer, su madre, la cual se dedica a escribir cartas al padre en una comunicación que aparece como bilateral aunque nunca se lee ni una palabra de las cartas que supuestamente él le envía, el lector solo es testigo de las que ella contesta. Estas misivas están escritas defensivamente, respondiendo a las acusaciones que él le presenta, a los reproches que le hace sobre su comportamiento, a las exigencias de que cambie su conducta y a las amenazas a las que la somete permanentemente para que se ajuste a sus creencias. El clima en que se desarrolla la mayor parte de la novela es muy opresivo, fundamentalmente un invierno despiadado con extrema carencia de alimentos. Ella siente que él la vigila. Y no es el único personaje que lo hace.
Paralelamente recibe frecuentes visitas de la madre de este hombre, una mujer a la que nunca llama suegra (como nunca llama hijo al niño sino que se refiere a él como tu hijo en sus cartas). La razón de esas visitas es la supervisión de su forma de vida (que cómo viste al niño, que qué comen, que si el niño está pálido, que si la casa está muy obscura, que cuáles son sus modales para comer, etc.) de modo que se siente doblemente vigilada. Merodearán también los vecinos en constante vigilancia (que si hay objetos que han desaparecido de su casa, que quién entra a su casa, que cómo consigue sus alimentos, etc.). Estos vecinos confabularán con el marido e intervendrán en la vida de esta mujer cuando lo crean necesario para pedirle cuentas de su comportamiento subverviso. Lo subversivo viene de no atenerse a todas las reglas impuestas por esa sociedad; como cuando, por ejemplo, recibe en su casa a los llamados desamparados, habitantes callejeros moribundos para evitarles la muerte. La mujer se siente asediada.
El acoso que sufre es doloroso, ella da explicaciones todo el tiempo, pide que le alivien esa persecución, hace concesiones para verse aligerada de ese control, ruega que no la lleven a juicio, etc. El círculo se su libertad se cierra cada vez más, hasta que se le abre un juicio del que no podrá escapar sin condena, proceso al cual ella decide finalmente colaborar.
Mientras tanto, en el hogar donde madre e hijo se encuentran confinados, ella se va acercando progresivamente al niño y comienza a entender su juego y su lenguaje. El libro termina cuando ambos huyen de la ciudad y en esa huida ella se va transformando, convirtiéndose un poco en lo que es el hijo, babea, ríe estrepitosamente, etc. pero finalmente encuentran las hogueras que buscaban para salvarse.
Interprete usted.
He tenido que recurrir a lecturas complementarias y a comentarios de la propia autora para descifrar los enigmas contenidos en este libro, y he podido concluir lo siguiente. La mujer representa a la América Latina marginal, subyugada, impregnada de una cultura tradicional pero presionada a vivir dentro de los cánones de la cultura occidental moderna.
El hombre representa el poder y las normas occidentales que ejercen una presión despiadada contra quienes sienten y quieren vivir la vida de una manera diferente. Lo despiadado de esa actitud consiste no solo en un ataque incansable por todos los frentes posibles sino también en que no toma en consideración el dolor o las limitaciones de los desfavorecidos o desamparados en Latinoamérica. Esos frentes están constituidos por la figura patriarcal pero también por la familia, las leyes, las cárceles, las instituciones legislativas y educativas así como el mismo Estado. Un sistema que por un lado u otro logra la sujeción de los marginados.
El hijo representa la resistencia, la subversión y la promesa de una alternativa. Ni su cuerpo ni su mundo intelectual o psicológico son normales. Su apariencia es diferente, su lenguaje es a primera vista indescifrable pero no está enfermo ni loco, tan solo ha encontrado una manera de escaparse del control; algo que su madre no ha logrado hacer. Ella se defiende, se explica y ruega que la entiendan, pero el niño sabe que al usar el mismo lenguaje y respetar las mismas instituciones de su dominador ha caído en su juego y no podrá jamás escapar de su domino. Por eso al hijo le molesta verla escribir dándole la espalda y se ríe de lo que ella hace, por eso ríe también cuando ella es incapaz de descifrar el lenguaje de sus vasijas. Sabe que está enajenada. No importa el argumento o el recurso al que ella recurra, tarde o temprano será derrotada.La baba que desprende este niño tiene vida (corre, por ejemplo); es decir, la identidad de este ser no se ajusta a ninguna identidad conocida. Esa característica demuestra que ni su cuerpo está regulado de acuerdo a normas típicas.
A medida que la novela avanza, sucede que el nivel de comunicación entre madre e hijo mejora y la mujer parece tomar conciencia de su propia situación. La madre descifra poco a poco el lenguaje de las vasijas hasta que decide dejar de escribir, dejar de usar el lenguaje que ahora percibe como dominante. Al final, madre e hijo escapan de la casa, a pesar de todos los riesgos que ello supone. Se esfuerzan en alejarse del cerco de vigilancia y en llegar a las hogueras. En ese camino ella va convirtiéndose en un ser que ríe, babea y se arrastra como su hijo, que es la manera como se muestra que ella conquista su identidad y su libertad.
Si yo hubiera leído una interpretación como ésta antes de iniciar la lectura de esta novela, me hubiera servido de guía para entenderla, probablemente la hubiera apreciado mejor y quizá hasta la hubiera disfrutado. Al no tenerla, pasé todas sus hojas tratando de especular, adivinar, comprender qué nos quería decir Diamela Eltit. La experiencia fue sin duda más un sufrimiento que un placer. Este es un libro profundamente enigmático, llega a trasmitir los sentimientos que sus alegorías pretenden despertar en el lector, pero sin esclarecer su mensaje. Con la reseña que aquí comparto usted tiene el lenguaje con el que al parecer podría decodificar la obra. Contando con esta herramienta, hasta yo misma me animaría a volver a leerlo.
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Arráncame la vida – Ángeles Mastretta
ARRÁNCAME LA VIDA
Ángeles Mastretta. Alfaguara, 1994.
Ángeles Mastretta nació en Puebla, México en 1949. Estudió Ciencias de la Comunicación en la UNAM. En 1974 fue becada para estudiar en el Centro Mexicano de Escritores. Posteriormente un editor le patrocinó seis meses para que se dedicara a escribir su primera novela. De allí nació Arráncame la vida. Antes de publicar esa novela la autora había escrito un libro de poesía, La pájara pinta. Más tarde escribiría Mal de amores, La risa y Mujeres de ojos grandes. Sus experiencias fuera de la literatura han sido como periodista y como fundadora de la Unión de Mujeres Antimachistas en México, D.F.
Pese a que Arráncame la vida ha sido traducida a once idiomas y ha vendido millones de ejemplares en el mundo, la crítica ha sido dura con su autora. Esto me recuerda la severidad con que se le ha tratado a Isabel Allende como escritora aunque es ─en lengua española─ la autora que más ejemplares ha vendido en el mundo (cincuenta y siete millones) y a pesar de la buena lista de valores que podrían rescatarse de su narrativa. Esta novela de Ángeles Mastretta no alcanza la tremenda talla de la obra de Isabel Allende pero merece muchos elogios a mi parecer y entra, sin duda, en la categoría de los libros recomendables.
Arráncame la vida es la historia de una mujer llamada Catalina Guzmán (Cati) que fue desposada muy joven por un militar que fácilmente le doblaba la edad, el general Andrés Ascencio. Este hombre logró ser gobernador del estado mexicano de Puebla lo cual le dio mucho poder y una posición económica de gran solidez. Sin que Cati se diera cuenta su vida giraba alrededor de la de su marido, de modo que ella actuaba en función de las necesidades familiares o políticas de él. Por ejemplo, Andrés tuvo, además de amantes, otras mujeres ─no declaradas─ antes de casarse con Cati; no solo tuvo hijos con ellas sino que llevó a seis de ellos a la casa de Cati para que vivieran en su hogar. En lo que respecta a su vida política ella se convirtió en la gobernadora (esposa del gobernador), esto la obligaba a organizar recepciones sociales en su hogar tanto como a hacerse cargo de la Beneficencia Pública que incluía el manicomio, el hogar de los huérfanos y los hospitales de la zona.
¿Y qué trato le daba él? En palabras de Cati, ella era su objeto de decoración. Le tenía ciertas consideraciones pero no le prestaba mucha importancia como mujer. No le consultaba ninguna decisión importante, no le permitía que ella diera opiniones, aparecíay desaparecía de su vida sin darle explicaciones, y así por el estilo.
Al pasar los años los rumores sobre los delitos y crímenes de Andrés crecían. Cati fue abriendo los ojos y siendo testigo de cómo se relacionaban ciertas muertes y otros dolorosos hechos con los intereses de Andrés. Su amor de mujer fue disminuyendo y con el correr del tiempo se hizo evidente que ella tenía otras necesidades afectivas, sexuales y de realización personal. Era proclive a lo que la vida le ofrecía si su contenido era diferente de lo que ella había vivido, por ejemplo si contenía sensibilidad, amor a la música o al arte cinematográfico, etc.
Un día Catalina encontró otro amor, y cuando Andrés se dio cuenta lo arrancó de su vida como si él fuera el dueño de su destino, y con ello le arrancó la vida, si no se la había arrancado ya antes. Al parecer ella nunca le perdonó ese dolor y se insinúa que tomó venganza con sus propias manos. La muerte adelantada e inexplicable del general la convirtió en viuda antes de los cuarenta años, abriéndole así la posibilidad de reconstruir su propia vida.
El hecho de que el protagonismo de la novela recaiga sobre una mujer no es común en las novelas escritas por hombres ─que son la gran mayoría─ de modo que en este punto encontramos ya el primer gran valor de la obra. Leyéndola podremos apreciar que refleja el sentir, el pensamiento y la personalidad no solo de la protagonista sino también de otras mujeres que van apareciendo como personajes secundarios.
Además, se podría decir que para su época Cati era una mujer con rasgos feministas. La obra está situada entre los años treinta y los cincuenta, época en que recién se reconocía a la mujer el derecho al voto. Inimaginable pensar que una mujer se permitiera tener relaciones extramaritales con la decisión y atrevimiento con el que Cati se lo permitió. En el ámbito doméstico Cati llevó una vida totalmente tradicional al inicio pero su condición pudiente le permitió más tarde no hacer los quehaceres del hogar, a lo cual además ella añadió un elemento inaceptable aun en nuestros días que fue el renunciar a su condición de madre, rol del que habla con desdén y desagrado. Posteriormente Cati aprendió a tomar decisiones cada vez con más osadía y se procuró espacios de libertad. Esa temática tan fuera de los cánones establecidos -estemos de acuerdo con ella o no- es el segundo valor de la obra. ¿Qué mujer no se vería invitada a reflexionar sobre su propio desarrollo al ver la evolución de la vida de Catalina desde su juventud hasta su adultez?
El tercer valor de este libro radica en la integración del ámbito personal con el político e histórico, componente ─a mi modo de ver─ mejor logrado que los anteriores. Destaca la caracterización de Andrés como militar y político: un hombre dominante, egoísta, machista, falso y abusivo que ambiciona el poder, y que está lleno de astucias para apoderarse de él o usarlo a su favor cuando lo tiene en sus manos. Su presencia es lo más realista de la obra ya que está vinculada con nombres famosos en México o en referencia a sucesos históricos reales acaecidos en ese país. La atmósfera política tan cambiante es propia de aquella época en que mantenerse en el poder durante un año era ya una hazaña. Esto, percibido desde la intimidad del hogar, desde los ojos de la esposa de un político, le da un valor agregado al recuento de los hechos. De manera aparentemente inocente, constituye una crítica sutil a la corrupción de los políticos.
La narración es ágil, sencilla, apropiada técnicamente y de estilo agradable. Sin embargo, carece de emoción. Incluso en los momentos dramáticos, las reacciones parecen no ser tales a falta de expresividad emotiva. Casi todo sucede sin la tensión del conflicto, la lucha interna por alcanzar un objetivo o el desgarro de un dolor profundo. Todo evoluciona sin notoriedad, como si en el fondo el libro no tuviera un argumento claro. Es la gran limitación de la obra. No obstante, mereció un lugar ─aunque fuera lejano─ entre las cien mejores novelas escritas en lengua castellana entre los años 1982 y 2007. Un gran orgullo para la mujer latinoamericana que recién está incursionando en la literatura.
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Rosario Tijeras – Jorge Franco Ramos
ROSARIO TIJERAS
Jorge Franco Ramos. Plaza & Janes Editores, 1999.
Jorge Franco Ramos nació en 1962 en Medellín, Colombia. Estudió Literatura en la Universidad Javeriana y realización de cine en la London International Film School. Ha escrito tres novelas, la más famosa de ellas Rosario Tijeras, escrita en 1999, traducida a varios idiomas, hecha canción (interpretada por Juanes) y llevada al cine (director Emilio Maillé) y a la televisión (directores Rodrigo Lalinde, Carlos Gaviria e Israel Sánchez) colombiana, estadounidense, ecuatoriana y venezolana entre otros países (de éstos dos últimos fue retirada por fuerte contenido y por alto contenido de narcotráfico respectivamente).
Rosario Tijeras es una obra que toca un tema vibrante pero cuyo estilo es más bien mustio, ambas apreciaciones con sus salvedades. Se ambienta en Medellín, Colombia, en la década de los ochenta, época en que la ciudad andaba convulsionada por la violencia, producto del nacimiento del narcotráfico organizado y de la creación de grupos armados que protegían ese negocio ajustando cuentas por medio de los sicarios (jóvenes asesinos a sueldo). Para darnos una idea de la dimensión del problema señalemos que se estima que a finales de la década de los ochenta ocurrían unos cuatrocientos homicidios al año por cada cien mil habitantes –unos seis mil muertos por año en la ciudad- cuando el promedio de Latinoamérica no llegaba a veinte.
La primera salvedad es que la novela no aborda realmente esta problemática sino que la enfoca a partir de la vida de una mujer llamada Rosario Tijeras, un personaje ficticio que proviene de las comunas de Medellín -como se denomina a los barrios pobres de esa ciudad- y que se ve envuelta en ese mundo de violencia. Rosario no solo sufre carencias materiales sino que es violada de niña. Al crecer manifiesta su rebeldía en la escuela con abierta agresividad. En una oportunidad le rayala cara a una profesora usando unas tijeras, por lo cual es expulsada del colegio. A los once años secuestrará a otra profesora y le cortará el pelo a tijeretazos. Usará la misma arma para vengar una segunda violación, y no le temblará la mano por continuar matando por razones más débiles. Rosario es bella y explota su atractivo para conseguir lo que quiere. Es hermana de un sicario y novia de otro, hasta que conoce a Emilio y Antonio, muchachos provenientes de una clase acomodada, e inicia con los ellos una relación sentimental insana. Pronto se hará famosa en la ciudad, se verá consumiendo drogas y prostituyéndose con los “duros” del cartel de Medellín, y arrastrará a sus nuevos amigos en ese camino destructivo.
Seguir la vida de Rosario podría habernos permitido conocer de adentro los vericuetos de la vida de un sicario o de los mafiosos de la droga, pero no es el caso. Jorge Franco no emprende ese camino sino que se centra en el drama de la vida de Rosario, de manera más bien superficial. Por añadidura, Antonio y Rosario –los protagonistas de la obra- son extremamente reservados, de modo que no nos contarán muchas cosas; a no ser por los momentos en que Antonio decide exponer sus sentimientos. Sí, porque en el fondo esta novela es una historia de amor; el amor incondicional que Antonio profesa en silencio a Rosario, guardando la esperanza de que ella le corresponda. Y aquí aparece la segunda salvedad, porque a pesar de lo quedo y callado de su amor, Antonio nos llega a transmitir sus sentimientos. Antonio será testigo de la muerte, el peligro, el ocultamiento, la relación que ella mantiene con su mejor amigo, de sus depresiones, y su autodestrucción, pero nada de esto lo hará alejarse de ella. Para su dolor, nada logrará acercarlo tampoco.
La relación violencia y creencia religiosa, se nos muestra señalando, por ejemplo, cómo los sicarios usan escapulariospara protegerse,hierven las balas con las que van a realizar sus “encargos” para no fallar en el intento, etc. Creo incluso que el nombre de la protagonista –que es además el título del libro- alude a esa relación (Rosario significaría el rezo católico o la sarta de cuentas que sirve para realizar ese rezo, y Tijeras sería el símbolo de la violencia). No obstante, todo esto ya ha sido tratado, y con mayor amplitud, en La virgen de los sicarios de Fernando Vallejo.
La obra no me convenció. Dicho esto, sin embargo, debo recordarles que tuvo un gran éxito –vuélvase a leer el primer párrafo de este artículo- y que ha sido merecedora de la Beca nacional de novela del Ministerio de Cultura y del Premio internacional de novela Hammett 2000. Ustedes decidan.
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Morirás mañana – Jaime Bayly
MORIRÁS MAÑANA
Jaime Bayly. Alfaguara, 2012.
Jaime Bayly nació en el Perú. Incursionó en la televisión peruana a los dieciocho años de edad y se hizo famoso gracias a su rol de entrevistador inteligente, agudo e insolente. Desde entonces prosiguió una carrera como periodista en distintos países del continente conduciendo una gran variedad de programas televisivos. Publicó su primer libro en 1994, a los veintinueve años de edad, dando así inicio a su carrera literaria. Desde entonces ha escrito dieciséis libros, casi uno por año. Los tres últimos forman la trilogía llamada Morirás mañana con los siguientes subtítulos: El escritor sale a matar, El misterio de alma Rossi y Escupirán sobre mi tumba. Esta trilogía es la obra de la que nos ocuparemos enseguida.
Trataré esta trilogía como un solo libro y comentaré su temática, la caracterización de los personajes, los esfuerzos de Jaime Bayly por evolucionar como escritor, la realidad escondida en la ficción y, finalmente, subrayaré sus mejores logros y algunos de sus errores.
La temática es la historia de un escritor, Javier Garcés, que se convierte en asesino en serie después que le diagnosticaran una enfermedad mortal y le dieran seis meses como plazo de vida. Sus escenarios: Perú, Chile y Argentina. Para comenzar, ya desde aquí le concederé algún crédito a Bayly por la originalidad del tema y porque demuestra un esfuerzo por elaborar una trama, a diferencia de lo que ha hecho con muchos de sus libros anteriores donde su testimonio personal es esencial.
Salta a la vista que el libro trata sobre crímenes. Basada en este hecho, la Editorial Alfaguara ha catalogado a esta novela como “Policíaca o de Espionaje”. Sin embargo, no creo que esta aproximación sea acertada. Bayly está lejos de haber capturado el perfil de un asesino en serie, y me atrevo a apostar que ni siquiera lo ha intentado. Por otro lado, aunque se nombran algunos detalles de la manera de llevar a cabo estos asesinatos, no hay una recreación en el tema; el regocijo consiste más bien en cambiar de víctimas. Además, la policía jamás aparece detrás de las huellas de Garcés. Es decir, que no hay una intención de elaborar suspenso, indagación o persecución. Lejos de ser una novela policíaca.
¿De qué trata entonces esta obra? De tres temas: 1) de algunas de las pasiones más bajas del ser humano: el odio y el rencor; 2) de la miseria que anida en el mundo de los famosos o poderosos, ya sean escritores, comerciantes o personajes de la televisión, el teatro y la farándula en general y 3) del misterio del amor. Como casi todos estos asuntos tienen carácter testimonial, tendríamos que restarle al autor el crédito que le acabamos de otorgar. Prefiero, sin embargo, mantener ambas posturas. Es verdad que Bayly sigue echando mano de sus experiencias de vida antes que exigiendo a su imaginación; pero es cierto también que en esta obra nos ofrece un mayor esfuerzo creativo.
No obstante, la preocupación central del autor no es la trama. Tal como él mismo lo ha declarado, le importa más el personaje que el argumento. Veamos entonces cuáles son los personajes de Bayly en esta obra. Garcés, sualter ego, atestado de sórdidos sentimientos, insultante, descarnado, discriminatorio.Sus víctimas, más decadentes aun: inmorales, vulgares, drogadictos, desgraciados, rateros, etc. Todo lo que ya conocemos de Bayly. Nada edificante. Sin embargo sigue atrayendo y se le sigue leyendo. ¿Por qué? Podríamos aducir que es por su sarcástico humor pero creo que esa razón no lo explica todo. ¿A qué más podemos recurrir? Voy a aventurarme con una hipótesis. Sospecho que sus lectores comparten muchos de sus sentimientos y desean manifestar a través del autor aquello que ellos no se atreven a decir. Porque –admitámoslo– Bayly es el único que osa exponerse y flagelarse públicamente, él desnuda sus emociones, sentimientos o pensamientos cuando las demás personas los guardan celosamente. Porque es el único que usando un lenguaje coloquial toca el fondo de nuestras limitaciones humanas, de nuestras bajezas, de nuestros conflictos y de nuestros tormentos. Además porque detrás de sus agresiones, a mi modo de ver, hay un ser desvalido, condición que también nos es común a todos. Léase varias veces el capítulo cuarenta del último libro de la trilogíapara entender a qué me estoy refiriendo. No creo exagerar. Tan importante es que de esa página extrae Jaime el subtítulo de su tercer libro.
Hablemos sobre la curiosidad. El autor ha confesado que las catorce muertes que Garcés realiza en esta novela están inspiradas en sus sentimientos hacia gente que él conoce en la vida real. Una estratagema de la que Bayly es muy consciente desde el triunfo de su primer libro. Sabe que eso despierta el interés del público por descubrir quién se esconde detrás de esos personajes. En lo que a mí concierne —debo confesarlo— dediqué más de una hora a tratar de averiguar al menos quién era la persona que parecía más fácil de descubrir: Carlos Cacho Legrand, un “enano calvo de nariz puntiaguda”, conductor de un programa argentino televisivo “amarillo, peligroso, sensacionalista” llamado “El Mundo de Cacho”. La verdad, me costó mucho orientarme en esta búsqueda ya que ignoro todo de la televisión argentina. Pero allí estuve, investigué en la red y llegué a barajar algunos nombres (Roberto Pettinato en “Un Mundo Perfecto”, Paco Cambiasso en “Duro de domar”, Jorge Lanata en “Periodismo para todos”, Gerardo Rozín en “Esta Noche”, etc.) pero no concluí nada. Terminé abandonando el proyecto pensando que a lo mejor Bayly nos había hecho una broma de mal gusto enviándonos pistas falsas. No lo sé. Dejo el trabajo a otros que espero sean más empeñosos y exitosos. Un atractivo más del libro.
¿Lo mejor de la obra? El retrato de los argentinos (capítulo ocho). La descripción subjetiva que Jaime Bayly hace de Javier Garcés así como del rol que juega la escritura y la memoria en su vida (capítulos cuarenta y quince respectivamente) (¿habrá hablado de sí mismo? Yo creo que sí). Estas referencias pertenecen al tercer libro. Otro logro: Alma Rossi como personaje. Una mujer convincente, con un carácter e historia coherentes, aunque quizá se mostró algo exagerada en lo que era capaz de hacerle a su madre.
¿Más exageraciones? Las intuiciones de Alma. La cabeza que habla todavía después de decapitada.
¿Los errores? Hacer la novel a en tres libros cuando podría haberla condensado en uno solo, o dos a lo mucho (Javier Garcés mismo parece reconocerlo cuando habla de su propia trilogía y sospecha que la ha extendido innecesariamente). Aunque varía de víctimas, se excede en lo mismo (sus odios, rencores y deseos de venganza). Repite nombres e historias ya mencionadas. Crea nuevos capítulos cada dos o tres páginas. Otro tema poco acertado es el haber introducido ese gran encuentro con Borges –lo asumo cierto– en un libro que no debería tocar a ese gran pensador. ¿Luis Felipe es Malas o Molas? Y otras incongruencias que no sé si son producto de la desconcentración o de la intención.
Ahorrémonos más comentarios. Podremos llenar cien páginas de críticas, avergonzarnos al contestar a quién estamos leyendo y jurarnos que no leeremos más a Jaime Bayly pero lo cierto es que él publicará un nuevo libro –malo o peor– y este actuará como un imán cuyo campo magnético nos volverá a atrapar. Inevitable.
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Historias no autorizadas de Cuba – Jorge Carrigan
HISTORIAS NO AUTORIZADAS DE CUBA
Jorge Carrigan. Editorial Unos y Otros, Inc., 2012.
Jorge Carrigan, escritor nació en Regla, La Habana, Cuba en 1953, y reside actualmente en Ottawa. Ha escrito más de una docena de obras de teatro, cuenta con una vasta y bella obra poética y en el año 2010 incursionó en la novela con su exitoso libro Bailar con la más fea. Su segunda novela Muñequita Linda se publicó en noviembre de 2011 en Ottawa. En el 2012 apareció su última obra Historias no autorizadas de Cuba de cuya crítica me ocuparé en este artículo.
¿Qué es la literatura si no un arte? Es decir una visión sensible del mundo que busca transmitir —por medio de la palabra— calidad estética en lo que comunica. Como todo arte necesita de mucho esmero, de talento y de gran conocimiento para alcanzar a cautivar los sentidos, las emociones y/o las mentes de los lectores. Esta última obra de Jorge Carrigan está muy lejos de haber tocado ese nivel, y es sin duda la menos afortunada de sus tres recientes publicaciones. En su defensa podríamos aducir que no se puede comparar una serie de relatos con una novela —como lo son sus dos primeras obras— lo cual es parcialmente cierto, de modo que evitaré volver a hacerlo. Concentrémonos entonces en sus relatos, un género literario caracterizado por un número de páginas poco extenso donde pueden obviarse los momentos de tensión, a diferencia del cuento y la novela. Estas características son relevantes para la apreciación de esta obra ya que si no las tomáramos en cuenta podríamos juzgar negativamente la falta de un argumento elaborado, la ausencia de indicios, de un nudo y/o de un desenlace en estas historias, lo cual sería injusto porque un relato precisamente puede carecer de todo ello.
Historias no autorizadas de Cuba nos presenta un conjunto de escritos relacionados con la vida de Cuba de la segunda mitad del siglo XX y, por lo tanto, nos ilustra sobre la conducta y el proceder de ese país. Estos dieciocho relatos son estampas que retratan las restricciones a la libertad de expresión bajo el régimen cubano, sus sistemas de control, las particularidades de sus relaciones exteriores, las carencias de productos alimenticios y otros artículos básicos en la vida cotidiana de los cubanos y, finalmente, nos ilustra sobre la ignorancia, la astucia y los encantos de su pueblo. Hasta aquí el libro es interesante ya que cumple con la función de retransmitir extractos de la cultura oral y popular cubana que de otro modo podrían perderse.
El autor recurre a diferentes técnicas que constituyen ya su imprenta estilística. Una de ellas es su buen sentido del humor —probablemente su mejor cualidad— plasmada también a través de diferentes recursos, entre ellos la ironía, la sátira y otros más originales como, por ejemplo, su introducción al cuarto relato que en realidad está constituida por cuatro preámbulos, uno detrás de otro. Muy cómico. Otros atributos de Jorge Carrigan son la riqueza de su vocabulario y la fuerte energía que trasmite en sus escritos; de esta última deriva un dinamismo agradable en gran parte de la obra. Son de apreciar también sus juegos con los tiempos verbales (ocasionalmente habla en presente para referirse al pasado y en futuro para referirse a lo sucedido después de aquel pasado). Usa además un lenguaje lleno de cubanismos y de locuciones típicas de ese país que nos hacen compenetrarnos con la personalidad cubana. Interesante.
La debilidad de este libro no está entonces en su cometido —muy loable por cierto sino en ciertos aspectos de su estilo, en su diagramación y en su gramática.
Empecemos con el estilo, con la parte inconsistente del estilo. En general, Jorge Carrigan parece querer comunicarnos sus historias de una manera espontánea y sencilla, de modo que su lectura le resulte fácil al lector. Esto podría considerarse como una cualidad ya que permitiría que sus escritos lleguen a un público más extenso y cumplan, además, con una función de entretenimiento. No veo allí ningún inconveniente. El problema lo percibo en que dicha preferencia deviene a veces en exceso de simpleza, haciendo sentir que no hay mayor esfuerzo en elevar el lenguaje coloquial a un nivel que —sin que atente contra su naturalidad— lo convierta en literario. Esta contrariedad ocurre solo ocasionalmente, no es algo crítico, pero es un elemento que cuando aparece marca un agudo descenso en la onda en que se va acomodando cada historia.
El dinamismo del autor, al que acabo de referirme positivamente, es por momentos cambiante. A veces parece que la lectura nos quiere atrapar pero de pronto da largas vueltas sobre temas que, además, no parecen ser del todo relevantes o que de serlo podrían presentarse de forma más sintética. Véase, como ejemplo, el primer relato. En sus dos primeras páginas expresa una larga y enrevesada opinión sobre los riesgos de la síntesis en el lenguaje publicitario —entre otros comentarios— antes de dar inicio a la historia propiamente dicha. Ciertamente, el relato trata sobre la síntesis del lenguaje pero no del publicitario, no es obvia la necesidad de tal prolegómeno. Si de hacer una introducción se trataba quizá hubiera sido más pertinente elaborar sobre el intento de hacer inmaculado al régimen comunista o a su líder. Además está el problema de la dilatación, hasta el propio autor parece sentirla cuando anuncia en tres ocasiones que ya va a iniciar la historia. Tal vez no sea justo pero no puedo dejar de evocar a Ricardo Palma, magistral escritor peruano, quien escribiera cuatrocientos cincuenta y tres relatos cortos y satíricos que fueron compilados en la célebre publicación titulada Tradiciones Peruanas. Recurro a este autor como prueba del excelente nivel que puede alcanzarse en este género, incluyendo incluso preámbulos. ¿Podría ser que esta no sea la aproximación literaria que le conviene al autor?
¿Qué problema presenta la diagramación? Algunos y muy serios, suficientes como para causar una mala impresión cuando su función es justamente la contraria: la organización armoniosa de los elementos gráficos. Ejemplos: el texto de la página (p.) 19 es cortado en su primer párrafo –dejando un gran vacío- para continuar en la p. 20; una frase de la p. 10 y otra de la p. 33 son cortadas dando un salto hacia el siguiente renglón; varias líneas son duplicadas al final de la p. 87; el segundo párrafo de la p. 91 es ininteligible, alrededor de una docena de palabras empiezan inmediatamente después de un punto, sin dejar espacio entre ellos, etc. ¿Que este es problema de la editorial y no del escritor? Sí, es posible. Le tocaría al autor determinarlo.
La responsabilidad de los errores gramaticales podría ser también compartida pero me temo que el autor tendrá que hacer un examen de conciencia y asumir la mayor parte de estos, si no todos. ¿Que es difícil revisar un texto o hacerlo revisar antes de enviarlo a imprenta? Es posible que lo sea. Sin embargo, no es una tarea imposible. El avance tecnológico nos brinda un valioso apoyo alertándonos sobre muchos de estos problemas que a veces no denotan ignorancia sino distracción, y que pueden ocurrirle a cualquier escritor. ¿Ejemplos de estas imprecisiones? Los hay variados, básicamente de sintaxis pero también de ortografía, incluyendo la puntuación:
p. 7 “muchos menos” por “mucho menos”.
p. 8 “la gente que la habitan son” por “la gente que la habita es”
p. 9 “frente alguno” por “frente a alguno”
p. 37 “me ha gustado la historia” por “me ha gustado la Historia”
p. 78 “un grupo […] se habían convertido” por “un grupo […] se había convertido”
p. 89 “eso me toca a mi” por “eso me toca a mí”
p. 100 “vidéo” por “vídeo” o “video”; etcétera.
Ninguna de las limitaciones enumeradas constituye un problema gravísimo en sí pero —para decirlo en palabras de Vargas Llosa— “nada deja de tener importancia en el dominio formal y son los pequeños detalles acumulados los que deciden la excelencia o la pobreza de una factura artística”. Es el conjunto de estas particularidades el que nos obliga a clasificar este trabajo por debajo de un nivel medio. Jorge Carrigan tiene potencial de escritor pero debe trabajar sobre estas debilidades si quiere conquistar tal título.
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Paisajes después de la batalla – Juan Goytisolo
PAISAJES DESPUÉS DE LA BATALLA
Juan Goytisolo. Editorial Palabras Mayores, 2013.
Juan Goytisolo nació en Barcelona en 1931. Su madre murió por un bombardeo realizado bajo el gobierno franquista cuando él tenía apenas siete años; con el tiempo sus obras fueron prohibidas bajo dicho régimen. Goytisolo se autoexilió en París (1956) y en Marrakech, Marruecos (1996). Su vasta obra –más de cuarenta novelas, ensayos, entre otros escritos– recorre desde el lirismo hasta la crítica de la sociedad, cultura y religión de España. Se le considera el escritor más importante de los llamados “hijos” de la guerra civil española.
Paisajes después de la batalla es un rompecabezas cuyas piezas se escapan por un mundo a veces imaginario, a veces introspectivo, a veces irónico, a veces social, a veces político, a veces degradante, y hacen de esta obra un laberinto en el cual el lector no sabe dónde está el comienzo o el final, no puede precisar con facilidad de qué trata ni cuáles los mensajes que el autor nos quiere transmitir.
Después de un gran esfuerzo de comprensión llegué a clarificar apenas algunas cosas. Se ambienta a inicios de la década de los ochenta en El Sentier, un barrio parisino atípico ya que en él viven judíos, portugueses, árabes, afganos, paquistaníes, bangladesíes, turcos, etc., estos últimos llegados después del golpe militar en Turquía. El protagonista vive en el séptimo piso de un edificio de ese barrio. Este hombre, extranjero también, es un misántropo, se ha aislado de todos sus amigos e incluso de su mujer —la cual vive en un departamento vecino. Tiene hábitos desagradables —como orinar en el lavabo, por ejemplo—, practica el onanismo, declara que le gustan sexualmente los animales, y contesta anuncios eróticos con fantasías pervertidas utilizando el seudónimo de El Reverendo. Para colmo, es un sátiro que mira y seduce niñas. En su lado menos sórdido colecciona artículos de periódico con noticias particularmente interesantes, contribuye con un periódico al que envía artículos que denotan preocupación por asuntos de carácter científico como la acumulación de dióxido de carbono y el calentamiento global, y ama la poesía sufí.
Aparte de este perfil medianamente claro, todo lo demás es desordenado, enmarañado, satírico y sarcástico. El libro se compone de setenta y cuatro artículos que —como el mismo autor lo admite— son una narración “mal hilvanada y dispersa”, “confusa y alambicada”. Por ejemplo, en uno habla de discriminación racial, y a otro lo titula Charles Lutwidge Dodgson (más conocido como Lewis Carroll, autor de Alicia en el país de las maravillas) para hablar de su debilidad hacia las niñas. Después trata de teologismo (sic) dialéctico mofándose de Albania, país revolucionario y perfecto. Enseguida se centra en el egocentrismo democrático a través de la ridiculización de la gordura de un dictador. De pronto se interesa en visitar a un vidente, o se aparece en un café donde le entregan propaganda altamente subversiva e ilegal para su difusión; después asiste al cine para ver películas pornográficas. Enseguida hace una parodia de los intereses mercantilistas o cuestiona la Península Ibérica —se puede suponer que a España en particular— por asumirse como el centro del mundo. En otro momento, la policía lo cita, desnuda y acusa de conspirador esperando que haga la revelación de todos los secretos de su organización. Más tarde dos raptores adhieren una carga explosiva a su pecho y le exigen que confiese todas sus verdades. En un acto derivado tal vez de ese momento donde las horas de su vida están contadas, ya hacia el final de la obra el autor parece querer aclarar las cosas y nos habla de su ser fragmentado que lo jala hacia diferentes caminos (ideas, sentimientos, pulsiones), de su desdoblamiento como escritor, narrador y personaje (¿en la obra habla el protagonista o habla él?, ¿el colaborador de El País que escribe sobre ciencia es realmente un presunto homónimo o es él mismo?), nos cuenta que ha inventado a su esposa y que todo el barro que ha echado sobre él —al parecer el protagonista de este libro es el álter ego de Goytisolo— es para develar lo peor de su ser, despertar toda la antipatía y desdén posibles. Ha querido tocar el fondo del abismo. ¿Para qué? ¿Para representar mejor a un ser marginal que además de ser extranjero es víctima de persecución política cuando es el último representante de una comunidad asolada a la cual solo quería defender? ¿Para que al desnudar su ser se vea la complejidad del ser humano? Su excentricidad —así lo dice el mismo autor— es una defensa contra la normalización de la época.
Lo cierto es que el libro anuncia hace treinta años lo que iba a pasar con el París de hoy, donde los inmigrantes penetran paulatinamente a la ciudad, la toman, la revolucionan y dejan paisajes de guerra y alteración detrás de ellos. París desaparece, se transforma. La obra nos deja, además la sensación de decepción sobre los problemas políticos de este mundo, nada parece serio, todo parece absurdo, ridículo, equivocado. Los seres humanos no parecemos saber cómo gobernarnos a nosotros mismos.
Siendo Goytisolo el famoso escritor que es, no es difícil encontrar entrevistas y declaraciones suyas, y conocer a través de ellas sus intereses y pensamientos. Eso puede ayudarnos a entender su obra. Habla el árabe dialectal del norte de Marruecos, conoce y reconoce el mestizaje entre las culturas islámica e ibérica. Defiende los derechos de los inmigrantes. Critica los nacionalismos religiosos y políticos. Cree que España debería ser el puente entre Europa, Latinoamérica y el mundo musulmán pero que en lugar de asumir esa parte de su identidad rechaza el mundo árabe, no por ignorancia sino por discriminación. Está convencido de que la amalgama de culturas gesta una forma de vida alternativa, siempre más creativa que la que puede ofrecer una sola cultura.
Es extraño que un hombre que se expresa con tanta claridad oralmente enrede tanto sus pensamientos cuando escribe. Solo se explica de una manera: lo hace intencionalmente. Y esta no es una interpretación personal sino una declaración propia del autor, aquí lo cito: “A mí solo me interesan los libros que me provocan un desafío. Lo que procuro no es tener un gran número de lectores, sino el mayor número posible de relectores”, “porque una obra literaria de enjundia obliga a volver sobre ella y a releerla”. “Tú no puedes contradecir Paisajes después de la batalla porque en él están todas las ideas y al mismo tiempo la negación de estas ideas. Es la duda total. Es enseñar al lector a dudar”.
Aquí llegamos al punto final de nuestras primeras reflexiones sobre este libro. Y me veo en la encrucijada de decidir si el libro es recomendable o no lo es. Supongo que para un intelectual ávido de retos de erudición y reflexión sí lo es, y óptimamente. Para mí, que en la literatura busco arte, solaz e inquietud –no terremoto– intelectual, no lo es. Tengo una regla muy clara: si debo leer tres veces una obra, no para entenderla del todo sino para comprender al menos sus mensajes principales (¡y quién sabe ni siquiera llegue a esa comprensión!) entonces ese libro no es para mí. Y lo que no recomiendo para mí, no puedo recomendarlo para otro. Confieso, sin embargo, que el autor logró su cometido. Este será un libro inolvidable, me llenó de preguntas y me dejó la sensación de que debería abrir otras puertas en mi camino. Goytisolo merece toda mi admiración pero preferiría nutrirme de él a través de sus conversaciones —inteligibles todas— antes que de sus intrincados escritos.
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